domingo, 12 de junio de 2022

Japón 2019 - Diario de viaje - Día 15 - Tokio bajo la lluvia

 

Sábado 23 de noviembre de 2019

Esa noche dormí bastante mal. Me desperté a las 3 de la mañana y me tomé un diazepán porque veía que no me dormía del dolor de espalda.
Me desperté de nuevo a las 6 y ya no pude volver a dormir, así que me levanté para ver si decidía que hacer.
A las 8:25 ya me había duchado y estaba desayunando, muerta de hambre. Me hice unos cereales con yogur y fresas.

Había estado consultando, en un grupo de Japón en facebook, qué cosas poder ver con lluvia en un día festivo y una chica de un grupo me mandó un privado porque  andaba perdida. Apenas sabía ni en qué barrio estaba y cuando le dije que iba a Asakusa ni lo conocía y estaba alojada al lado. Me dio un poco de cosa verla tan perdida y como tampoco tenía ruta fija, quedé con ella sin hora fija. Le dije a dónde iba para que nos encontrásemos allí.

Salí del hotel a las 10:05. Aproveché para recoger mi paraguas y llevarlo a la habitación y cogí uno transparente, ya que iba a estar todo el día lloviendo.


En 20 minutos estaba en el puente con las vistas del Sky tree y el edificio de la cerveza. Las nubes no dejaban ver la torre, de la que apenas se vislumbraba la base. De allí continué mi camino hasta el Sensoji, donde terminé desesperándome de la de gente que había.
Había demasiada gente para ver nada, solo se veían paraguas y al final te iban mojando por todas partes.

Caminé por la calle Nakamise hasta el templo, mientras hacía tiempo esperando a la chica. Me había dicho que estaba configurando la sim del teléfono que se acababa de comprar y no sabía cómo hacerlo.
Como ya se retrasaba mucho, decidí dar unas vueltas por ahí y ver algunas tiendas porque llovía bastante y era un agobio con tanta gente.


Caminé atravesando el templo, hasta el otro lado del Sensoji, buscando una tienda de cosas sin gluten, que encontré sin problema. Se llama Otaco y venden bizcochos tipo chiffon cake. Le pregunté a la dependienta por los sabores que no tienen leche y me dijo que el de café y de azuki (alubias rojas dulces). Como el café no me gusta nada, compré uno de alubias para llevar. El precio era de 330¥.

 

Eran ya las 11:10 y aún no tenía noticias de la chica del foro, así que me encaminé al Don quijote, a ver si me secaba un poco, que ya iba empapada hasta las rodillas.

En el Don quijote ya tenían puestos los villancicos, todos en plan Maria Carey, de esos que se te pegan hasta el año siguiente. Pobres empleados, tener que aguantar eso todos los días.
Me di una vuelta por la zona de comida y fui subiendo para buscar alguna cosilla de Ghibli que me habían pedido para llevar de regalo.
Hice algunas fotos de llaveros (desde 450¥), monederos (entre 1400- 2000¥), palillos, etc, de Totoro, para ver si les gustaba algo en concreto.


Fui a la zona de ropa a ver si encontraba algún yukata a buen precio y vi uno completo, con obi y sandalias por 3990¥. Lo fiché para comprarlo en otra ocasión.
Me compré una bolsa de patatas fritas (108¥), una mermelada de fresa (98¥) y una soy joy de fresa (98¥). El total fue de 435¥. 402+33 de tasas (la mermelada creo que al 10%, el resto al 8% tasas).


Me tiré como una hora dentro del Donqui, ya eran las 12:15, y como la chica aún no llegaba, busqué un Daiso cerca y para allá que me fui.
Este Daiso estaba dentro de un centro comercial llamado Rox, donde no había una sola indicación de dónde estaba, así que empecé a subir escaleras y por fin lo encontré, creo que en la última planta. Resultó ser un Daiso solo de cosas de cocina, no tenía de todo. Aproveché para comprar el bol de plástico para hacer arroz en el micro, que costaba 110¥.
Cuando la chica me dijo que ya estaba llegando, casi a las 13:00, bajé para encontrarnos en la puerta. Resultó que había varias puertas en el centro comercial. Estaba en otra diferente a la mía y nos costó encontrarnos.

Ya reunidas, caminamos por un shotengai en dirección al centro de información turística de Asakusa, para subir al mirador.
Por el camino pasamos junto a un café de búhos y la chica quería hacerse una foto con ellos, pero le decían que no cuando se acercaba. Sólo te dejaban si les dabas dinero. Así que les dejó unas monedas para hacerse la foto y continuamos caminando.
 
Como se había estado moviendo en metro sin pase turístico, haciendo más de 3 viajes diarios, le mencioné los pases para el metro y nos pasamos por recepción para que se comprase los que necesitara. Nos atendieron en inglés, pero ella intentaba explicarse en español, así que me tocó hablar a mi para contarle lo que quería y le traduje lo que le decían sobre el pase.

Tras la compra, subimos a la planta del mirador e intentamos con poco éxito hacer fotos, ya que llovía demasiado y como hacía viento nos mojábamos incluso estando techado y teniendo mamparas de cristal.
Lo bueno de este mirador es que hay mamparas, pero también hay unos bancos alejados donde puedes subirte y hacer alguna foto levantando los brazos. Aún así nos mojábamos, así que estuvimos solo unos minutos y bajamos.


La chica era argentina, no hablaba ni papa de inglés, y viajaba muy diferente a como lo hago yo.
Me contó que tenía una noche en Nara justo ese día y que luego regresaba a Tokio, y resulta que la semana que viene iba a ir a Kioto con su novio. Había tenido que hacer otra reserva para esa noche y cambiarse de hotel, porque al final había decidido no ir a Nara. Parecía tener todo planificado muy a lo loco.

Ella ya había comido, pero yo me estaba muriendo del hambre, así que paramos en un puesto que venden daifukus, en una de las paralelas a la calle Nakamise. Yo me compré uno de fresa y ella un helado, que tardó en comerse unos 15 minutos. En mi vida había visto comerse tan despacio un helado. Creo que los de la tienda alucinaron tanto como yo.
A las 14:00 decidimos ir a Ueno, parándonos antes en uno de los bancos del metro, para intentar configurar su teléfono, que aún no había podido hacerlo. Las instrucciones venían en inglés y como era un Iphone, de los que no tengo ni idea, no pudimos solucionar el problema de la sim, básicamente porque para activarla tenía que llegarle un mensaje y sin wifi era imposible. Ya ni recuerdo si conseguimos solucionarlo, pero estuvimos un buen rato allí sentadas.

Este día ya me caducaba el JRP y empecé a moverme con el pase de metro. Lo bueno que tiene es que si lo empiezas a utilizar a las 3 de la tarde, te sirve hasta las 3 de la tarde del cuarto día.
Caminamos por Ameyayococho y entramos a mirar productos de cuidado facial en Matsumoto Kiyoshi. Yo tenía fotos que me había mandado mi hermana de lo que quería, así que tras dar un poco de vueltas, le mostré las fotos a una dependienta y fui recopilando todo lo de la lista, salvo algunas cosas que eran de Daiso.
La argentina también se compró cosillas, aunque siempre intentaba preguntarle a las dependientas en español y se la quedaban mirando alucinadas. Si ya les cuesta hablar en inglés imagina en español…
Cuando fui a pagar me faltaban como 200¥ para llegar al tax free, así que elegí unas mascarillas que había ahí cerca de la caja, porque total, me iban a salir gratis con el descuento de las tasas.
Como siempre, te ponen todo en una bolsa sellada y te grapan a tu pasaporte el recibo. Se supone que no puedes abrirlas antes de salir del país.


Compra en Matsumoto Kiyoshi:
  • 50 mascarillas 908¥
  • Skin aqua 554¥
  • Goku jyun 900¥
  • Goku jyun hyaluro 740¥
  • Perfect whip 298¥
  • Niore uv 695¥
  • Blanqueante C 808¥
  • Mascarillas lululun 450¥
Total 5353¥. En teoría me devolvían 532¥ pero en el ticket no me queda muy claro que me lo descontasen.

Salimos de allí a las 15:40 y caminamos mirando tiendas.
Entramos en una de tecnología para ver carcasas del iPhone y que le pusieran un cristal templado. Tras preguntar, nos mandaron a otra de sus tiendas, que era solo para móviles. Fuimos para allá y nos tiramos un buen rato mirando.
Quería preguntar cuánto le costaría que le pusieran el cristal templado, así que fuimos a preguntar a un dependiente que se volvió un poco loco, porque ella quería hablarle todo el rato en español. Se fue a buscar a otro chico más joven con un traductor y estuvimos un rato intentando que la entendiese, ya que con esos aparatos hay que utilizar frases sencillas, con palabras neutras, para que pueda traducir.
Nos dijeron el precio, que era caro, y dimos unas cuantas vueltas más. Al final solo compró la carcasa y no recuerdo si algo más, pero no pidió la instalación del cristal.

Sobre las 16:30 ya íbamos buscando el metro. Yo quería ir a comer a uno de los sitios sin gluten, aunque a esas horas ya sería la cena, pero en el camino entramos en una tienda de ropa, que para mi era todo carísimo, ya que era ropa de marca, pero a ella le pareció barato. Salimos sin comprar nada y después entramos en una tienda de segunda mano.
La verdad es que tenía ganas de ver ropa en tiendas de segunda mano, pero no me gusta nada tener que estar rebuscando entre miles de cosas cada una de su padre y de su madre. En general no me gusta ir de compras y así mucho menos.
Ella encontró un abrigo que le quedaba muy bien, estaba bien de precio y en perfectas condiciones. Subimos al segundo nivel y vi algunas mochilas y bolsas de viaje super caras. Iba ojeando precios de maletas en caso de necesitar una para el regreso, pero no compensa para nada comprar maletas en algunas de estas tiendas, igual que en Donquijote, que me parecieron carísimas, las pequeñas costaban 5000¥.
Nos despedimos camino del metro, ya que cada una iba a una entrada diferente de la estación Naka-okachimachi.

Desde allí fui en metro hasta Roppongi para comer en Gluten free T’s Kitchen. En el metro estuve de 17:08-17:35, así que aproveché para mandarles las fotos de las cosas de Totoro a mi familia y que fuesen mirando que querían.
Una vez salí del metro, como Google maps te indica la salida más cercana, no tardé nada en llegar y eso que es de esos locales que están subiendo escaleras y se hacen complicados de encontrar. Por suerte estaba bien indicado ya que había un cartel en la calle.
Dentro era como un mini centro comercial con dos pisos y locales varios, pero desde fuera ni parecían locales.

 

Las mesas estaban casi todas llenas, pero como había una barra, me senté ahí mismo, en la entrada. Pedí el ramen del menú, que supuestamente era de pollo, pero la chica me comentó que el sabor era de pescado y quizá me resultara un poco fuerte. Me dijo que habían sacado unos nuevos, así que pedí el ramen de soja y unas gyozas de cerdo para llevar. Me tomó nota y al ratillo me trajo como un vaso de chupito con un caldo muy caliente. 
No entendí muy bien lo que me dijo, pero supuse que era para calentarme mientras esperaba. Como no soy de comer cosas muy calientes, casi que me lo tomé cuando me trajeron el ramen.
Me picó un poco, pero estaba bueno de sabor, aunque no tanto como el que comí en Soranoiro, que ese sí estaba buenísimo, pero era con gluten, claro. ´Tardé un rato en comerlo porque estaba a temperatura del infierno. Me costó 1460¥ y las gyozas con cerdo 690¥.


Pagué en efectivo y salí de nuevo a la calle. Seguía lloviendo, así que me disponía a regresar al hotel.
Cuando bajaba las escaleras, con el paraguas en una mano y el móvil en la otra, me resbalé y caí todo lo largo de las escaleras rebotando con el culo y los pies. Llegué al final empapada y sin aliento, así que me quedé un rato ahí sentada recuperando las fuerzas para levantarme. No había nadie allí, porque era como un callejón, aunque me pareció ver pasar alguien a lo lejos, pero ni amago de acercarse a ayudar o ver si seguía viva.
Cuando recuperé el aliento me levanté y parecía que no me había roto nada, al menos así en caliente, solo me dolían los tobillos y el codo me escocía.
Como de camino al hotel pasaba por la torre de Tokyo, decidí hacer una parada allí para ver el famoso punto del parking desde el que se ve la torre iluminada. Eran aún las 18:30 y una caída no me iba a amargar el viaje.
 
A las 18:45 ya estaba en la estación de Akabanebashi.  Camino a la torre me paré donde había varios señores haciendo fotografías. Intenté hacer algo, pero con la lluvia era demasiado complicado. Ellos tenían sus equipos plastificados y bien protegidos, pero a mi me caía el agua a chorros. Estuve un ratillo intentando hacer algo y continué mi camino hacia la torre.
Llegué a las 19:05 y había varias personas abajo de las escaleras haciendo fotos y algunos arriba esperando. Como no subía nadie, empezaron a bajar y al rato ya me harté y bajé yo. Con las prisas por no estar interrumpiendo las fotos, con el paraguas en una mano y la cámara en la otra, resbalé y de nuevo caí todas las escaleras de culo. Me lo cuentan y no me lo creo. En mi vida me he resbalado en unas escaleras y aquí me pasa dos veces. Utilizan baldosas resbaladizas y las zapatillas estaban defectuosas o algo, porque no era ni medio normal.

Llegué casi a los pies de las escaleras y los que estaban allí se acercaron para ayudarme a levantarme y recogerme el paraguas, que estaba dado la vuelta. Hasta me preguntaron si me llevaban a un hospital o algo. La ostia debió ser impresionante.
Entré en el parking para quitarme del medio y poder recobrar el aliento, de nuevo. Esta vez sí que me dolía todo, el culo, los tobillos, los codos... Y como tenía un hombro que ya lo tenía jodido antes del viaje, el brazo se me quedó sin que lo pudiese mover. Hasta la cámara había sufrido en la caída y se me levantó un poco el marco del objetivo, por suerte solo estético y funcionaba perfectamente.

Estuve unos 10 minutos ahí parada recuperándome.
Llegaron unos chicos latinos y me preguntaron si iba a hacer fotos, ya que había llegado antes que ellos, pero aún no estaba en condiciones y les cedí el turno.
Cuando pude me puse a hacer fotos, aunque aún había gente, estar ahí con las prisas era un tanto incómodo, sobre todo porque con los dolores, ponerte de cuclillas para poner el mini trípode y hacer fotos, como que no es lo que más te apetece hacer. Estuve unos 10 minutos y emprendí la marcha hacia la torre.


Ya ni sabía lo que hacía e intentaba hacer fotos cuando aún estaba grabando vídeos y caminaba medio zombi.
A las 19:45 estaba en la base de la torre, donde habían puesto una réplica en miniatura de la torre con un espectáculo de luces y música, con árboles decorados en plan Navidad. Al irme alejando de la torre, vi que también cambiaban las luces de esta. Se apagaba entera y solo quedaba iluminada la parte superior. Entre las nubes parecía el ojo de Sauron.

Desde allí caminé hasta la estación de Kamiyachō, para ir en metro directa al Minami senju, llegando a las 20:40 y haciendo una parada en el super junto al tren para comprar unos arándanos.
Llegué al hotel ya maltrecha, con la llave de la habitación un poco doblada y comprobando los daños causados de las dos caídas.
Tuve que hacer una videollamada a casa para que se quedaran tranquilos y eso que solo le había contado lo del accidente a mi hermana. 
Al final terminé con unos moratones enormes en la espalda y el trasero (que finalmente fueron fisuras en el coxis), en los dos tobillos y una herida en el brazo.
Llevaba ibuprofenos y elementos básicos de primeros auxilios, así que pude desinfectarme yo misma el brazo y tomarme algo para el dolor y la inflamación.
Como era tarde y tenía que tomarme las pastillas, cené una ensalada con soja y huevo y las gyozas que había comprado en el restaurante. Estaban un poco aplastadas, pero no se me ensució la mochila ni nada. El bizcocho que compré en la mañana estaba bastante aplastadito también.


La salsa que llevaban no se muy bien de qué era, pero me supo un poco fuerte, así que me las comí apenas poniéndole salsa. No me hicieron mucha gracia, pero se dejaban comer.
Lo malo del golpe es que la zona que más me dolía era en la parte baja de la espalda, por lo que estar sentada en el suelo no ayudaba nada y eso que había hecho una especie de silloncito utilizando los dos cojines de asiento que tenía la habitación.
Después de cenar me puse a ver un poco Netflix y a subir historias, mientras ponía los pies en alto.
También me hice un listado de lo que me quedaba por ver, para no perderme nada, esperando que no lloviese tanto al día siguiente.
Me acosté como a las 12, sin ponerme despertador ni nada, a ver si podía descansar un poco.

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