domingo, 3 de julio de 2022

Japón 2019 - Diario de viaje - Día 16 - Nezu, Gotokuji, Yoyogi, Meiji y Shibuya

Domingo 24 de noviembre de 2019

Me levanté a las 7 de la mañana, tras haberme despertado intermitentemente por la noche. Cada vez que me movía era como darme golpes en los moratones. 
Tenía moratones enormes en la parte baja de la espalda y en los tobillos, pero podía caminar bien, así que di por hecho que no me había roto nada.
Esta mañana me hice un super desayuno para reponer fuerzas, el panecillo sin gluten con mermelada, cereales con leche de almendras y arándanos, un plátano y el bizcocho de anko, que estaba riquísimo y no pude volver a comprar porque la tienda cerraba hasta el martes. El panecillo estaba super tierno y muy rico.

A las 9:30 salí del hotel y subí al metro hasta la estación de Nezu, para ver el santuario Nezu. Quería haberlo visto el día anterior, pero fue imposible con tanta lluvia.
Llegué a las 10:05 y fueron unos 5 minutos andando hasta el santuario.
Aún llovía, pero era una lluvia suave y cuando llegué al santuario apenas caía nada, por lo que pude verlo con tranquilidad.


Había niñas y niños con el traje tradicional, por el shichi-go-san, a los que les estaban haciendo fotos en varios puntos del santuario.
En el edificio principal había varios grupos de niños con sus familiares. Intenté grabar sin que salieran de frente, pero con lo que se mueven los niños me resultó imposible.
El santuario no estaba muy lleno, apenas había turistas, eran más japoneses, pero si se me hizo un poco complicado hacer algunas fotos, ya que había gente metiéndose por medio sin darse cuenta y grupos de familias enteras haciéndose fotos.


En este santuario hay un camino de toris muy bonito que ya había visto en vídeos y fotos de otros viajeros, pero no se apreciaba realmente la altura. Eran bastante bajitos, así que tuve que pasar agachándome en la mayor parte del recorrido.
No os imagináis lo que me dolían los moratones al caminar. La mochila rebotaba justo en esa zona y me hacía ver estrellitas a cada paso. El suelo de piedras además estaba un poco resbaladizo, así que tenía que ir con cuidado para no matarme de nuevo.



Me gustó bastante el santuario, muy tranquilo para ser Tokio y con un encanto especial.
Supongo que al estar más alejado de la zona turística lo visita menos gente.

A las 11:10 me subí de nuevo al metro hasta yoyogi-uehara donde me bajé para hacer trasbordo a la línea Odakyu, una línea privada que hay que pagar aparte ya que no entra en el pase.
Dentro de la estación estaban todas las líneas juntas, por lo que no sabía cómo pasar la pasmo para que detectase donde entraba, como no sabía cómo funcionaba el tema, decidí salir y volver a entrar. Aproveché ahí para cargar con 2000¥ las pasmo y entré de nuevo.
 
Es sencillo encontrar la línea y el andén con el Google Maps, ya que simplemente hay que ir al andén que indica y comprobar en los paneles los horarios del tren que debes coger. También hay que ver el tipo de servicio que tiene, ya que no todos paran en todas las paradas. Para bajarme en Gotokuji station tenía que subirme al tren local dirección Isehara, así que me puse en la cola del carril que había pintado en el suelo para el tren local y esperé al tren que indicaba en el cartel luminoso.
El trayecto duró menos de 10 minutos y me costó 157¥ (son 160¥ pero siempre es unos yenes más barato con la pasmo).
Siguiendo las indicaciones, me encaminé hacia el templo.


 
Por el barrio había poca gente y no parecía haber turistas. Al llegar vi un cartel en el que indicaba que no se podía entrar por esa puerta y había que rodear el recinto para poder entrar. Fueron unos 10 minutos caminando desde el metro hasta la entrada.


Había poca gente en el templo, salvo en la zona de los Maneki-neko, que estaba lleno de turistas.
El templo es pequeño y no tiene mucho para ver, pero es curioso y diferente, además de ser bastante tranquilo y estar más alejado del centro, por lo que el barrio es un poco distinto a los demás y es agradable para ir dando un paseo.


Di una vueltecita por el recinto y me quedé un ratillo en la zona de las figuritas de los gatos. Los había de todos los tamaños, algunos era diminutos y estaban metidos en cualquier ranura o recoveco.

Regresé al metro por el otro lado del templo, por el lado oeste. Por este lado hay locales y tiendas, por lo que resulta un poco más ameno que por el otro, en el que solo hay casas.
De regreso a Tokio, pasaba por una de las cafeterías sin gluten donde sirven comidas pero también tienen bollos para llevar, por lo que hice una parada en shimo-kitazawa. Eran ya las 13:05 cuando llegué a Inning+. 
El trayecto de tren me costó 126¥.
No tuve problema para encontrar el local. Estaba en un piso superior, pero tenía un cartel con indicaciones en la calle.
No tenía muchas opciones para llevar, así que compré un muffin de fresa y chocolate y un trozo de tarta de chocolate por 1243¥. Super caro, pero ya que estaba ahí, tenía que llevarme algo para ver que tal estaba.

A las 13:30 ya estaba camino a la estación Yoyogi-Hachiman, para comer en Little Bird, uno de los restaurante que no pudimos probar en el anterior viaje, porque estaba trasladándose de local, pero que tenía muy buenas reseñas.
Llegué a las 13:40 y tardé unos 10 minutos caminando hasta el local, que estaba en la tercera planta.

 

Por las fotos de las redes sociales ya sabía que era un local pequeño, pero es tan pequeño que tiene cajas por el pasillo de la entrada.
Cuando llegué estaba todo lleno y tuve que esperar un rato de pie, aunque al rato la chica les preguntó a una pareja que estaba en una mesa de cuatro si me dejaban sentarme allí. Ya pensaba que me iban a poner la comida directamente ahí, pero en cuanto se liberó una mesa al fondo, pude sentarme a esperar mi comida. Eran todo turistas.


Lo hacen todo al momento, aunque tampoco tardan mucho. No tuve que pensar mucho lo que quería, pedí el salt ramen y karage para llevar. Cada plato costaba 800¥.
No me pusieron agua ni nada, no suelo beber en las comidas, así que tampoco la necesité, pero se me hizo raro.

El ramen estaba muy rico, aunque tenía muchos brotes de soja. Pero el pollo rebozado que tenía el ramen me pareció una maravilla, crujiente y jugoso por dentro.
Los chicos que tenía al lado estaban comiéndose unas hamburguesas enormes, con una especie de pan de pita y patatas fritas. Tenían una pinta buenísima.



Ahora con la pandemia el restaurante está temporalmente cerrado y espero que regresen cuando la situación cambie, porque es un sitio espectacular para poder probar comida típica japonesa sin gluten.

Pagué en efectivo y a las 14:50 salí y emprendí el camino hacia el parque Yoyogi, que está cerca de allí, a unos 10 minutos andando de la entrada más cercana al parque.
Los apartamentos de esa zona podrían confundirse perfectamente con los del litoral español, si no fuese por lo cables que hay por todas partes.
Para poder acceder al parque tuve que caminar por una acera junto a una especie de autopista y entrar por el primer acceso que encontré, en la parte sudoeste del parque.
Había poca gente, ya que estaba nublado y lluvioso, pero aún así había gente practicando con sus instrumentos, paseando al perro, sentados leyendo en los bancos, paseando en bici, con niños y gente mayor haciendo taichí. Estaba todo lleno de hojas y los árboles aún tenían algunos sus hojas rojizas y naranjas.



Atravesé el parque y hasta pude ver a los rockabillies a la salida, llegando al Santuario Meiji en 25 minutos.
Eran las 15:25 y el santuario estaba a reventar de gente.
A la altura del segundo tori habían puesto unas casetas con una exposición de crisantemos. Uno de ellos tenía unas maquetas con casas tradicionales y jardines con las flores que eran preciosas.

En el santuario tenían todo preparado para la celebración de los niños, que lo mantienen durante varios días. Había niños y niñas con la vestimenta típica por todas partes.
Había largas colas para comprar el goshuin (el sello del santuario), que además era de los más caros, 500¥, y amuletos de fin de año, como la flecha Hamaya, también a 500¥.

 

En uno de los espacios cubiertos del santuario, había una zona para la celebración de los niños, donde recibían una bolsita y podían ponerse a pintar. Todos estaban muy monos con su ropa tradicional.
A las 16:00 me dirigí a la salida, ya estaban colocando una valla justo a la entrada del recinto del santuario, aunque aún dejaban entrar gente. La megafonía anunciaba también en inglés el cierre del santuario e instaba a la gente a dirigirse a las salidas, aunque aún estaba entrando un montón de gente. Cuando llegué a la entrada del templo, a las 16:15, ya estaba la valla cerrada y un guardia en la entrada bloqueando el paso a todos los que querían entrar.



Para mi sorpresa, en el puente vi un grupo con la ropa estilo Harajuku, pelo y ropa de colores. La mayoría eran extranjeros. En las guías de viaje siempre destacan este barrio por la vestimenta de los que pasean, pero hasta ese día nunca había tenido el placer de cruzarme con alguno.
A las 16:25 ya estaba en la calle Takeshita, era de noche y estaba abarrotada de gente.



Entré al Daiso a realizar las compras de recuerdos, ya que en este es dónde más cosas se encuentran. Lo malo es que está siempre lleno de gente y no hay quien pueda moverse con tranquilidad en los pasillos. Incluso hay veces que si vas un poco tarde las estanterías están medio vacías en algunas partes. Resulta un poco agobiante.
Vi una señal en la que ponía que se permite grabar y hacer fotos, así que aproveché para grabar un poquillo con la cámara.
Me tiré un buen rato mirando los ingredientes de las chuches, para ver si podía comprar algo, pero no encontré nada.
No compré muchas cosas porque no creía que me fuese a entrar todo en la maleta, pero había algunas cosas que me habría gustado comprar para la tienda, como moldes de donuts y pijadillas varias con formas.
Estuve ahí dentro una hora. Salí a las 17:20.
Compré algunas cosas de recuerdo, algunas cosas para los bentos y la cocina y las cosas de belleza de mi hermana. Fueron 16 cosas por 1760¥
Me pasé de nuevo por el tokyu plaza, para ver las vistas desde el mirador. Estaba lleno de gente, todos sentados en grupos o parejas, pero la mayoría sin levantar la vista del móvil.
Grabé un poco las vistas desde allí, aunque con mis brazos maltrechos estaba un poco complicado, ya que hay que levantarlos bastante para sortear el cristal de protección.



Como solo hay una parada entre Harajuku y Shibuya decidí caminar, aprovechando que no llovía. Por esta zona pasan montones de buses publicitarios y algunos de grupos musicales, van con ellos dentro cantando.
El cruce de Shibuya estaba repleto de gente, crucé hacia la pasarela de la estación para ver el cruce un poco desde arriba. Los árboles de la zona estaban ya llenos de luces, así que parecía Navidad.

De allí fui al Crossing view, en la planta superior del Magnet by Shibuya109. Me costó un poco encontrarlo porque dentro del centro comercial no había señales de por dónde había que acceder. Tuve que dar una vuelta por toda esa planta hasta que encontré una señal justo en la puerta de acceso.



En teoría la entrada costaba 300¥ y aunque es un mirador pequeño, no me parecía caro, pero al llegar, resultó que costaba 600¥ y me quedé un rato dudando. Al final decidí entrar, ya que estaba allí.

Había poca gente, menos mal, porque el espacio era bastante pequeño. Al ser todo cristales, no es tan sencillo poder hacer fotos o vídeos, ya que hay reflejos por las luces. Tampoco estaba totalmente limpio así que complicaba la cosa. En teoría hay una opción de foto desde la azotea del edificio, pero no vi la máquina donde supuestamente se compra el ticket de la foto, así que supongo que no estaba en funcionamiento. 


Estuve unos 20 minutos y salí para buscar la tienda temporal que había de Star Wars. Como no sabía donde era, porque nadie había puesto en sus redes la dirección concreta, decidí ir al nuevo edificio Shibuya Scramble Square y preguntar.
Me costó un buen rato encontrar la entrada, ya que la zona estaba en obras y apenas encontré un cartel con indicaciones cuando ya casi había encontrado la puerta. Eran ya las 7 de la tarde.
Cuando llegué a la puerta había un señor en la puerta dando información, así que le pregunté primero a él y me dijo que no tenía ni idea, pero que creía que no era en este edificio y me mandó a un puesto de información donde me dijeron lo mismo.
Como ahí mismo había señales de metro, decidí regresar al hotel. Me dolía ya mucho la espalda y las zona del golpe, ya que me iba dando la mochila y estaba que no podía más del dolor.

Aquello era un laberinto, no se ni cuantas escaleras tuve que bajar y subir para llegar al andén. Parecía que aún estaba en obras esa zona y espero que más adelante el acceso sea más sencillo. Tardé 15 minutos en llegar al andén, una locura.
Llegué a las 20:00 a Minami senju, haciendo una pequeña parada para comprar leche de almendras para el desayuno.

Solté las cosas y bajé a la cocina para prepararme la comida del día siguiente. Aún me quedaba cerdo, que estaba caducado, pero como vi que la caducidad era de solo dos días, vi que estaba perfectamente y lo cociné con verduritas. Además me preparé un tapper con una ensalada.
Cuando estaba cocinando un chico francés, que estaba por ahí haciendo cosas en un portátil, me dijo que tenía buena pinta y como tenía para dos días, me iba a sobrar, le ofrecí.
Aún me quedaba pasta y patatas, pero ya pasaba de ponerme a cocer, ya que pensaba ir al día siguiente de nuevo al Little Bird. Era ya las 9 de la noche y como el chico se había ido a no se donde, le dejé el plato preparado, los huevos que me habían sobrado en la nevera, en la zona para compartir, y me subí a la habitación.
A las 21:15 me puse a cenar mi karage recalentado, el ongiri de salmón y la tarta de chocolate, que por 700¥ esperaba que estuviera buenísima.
El karage estaba muy rico, pero está claro que recalentado pierde sobre todo en la textura. Estaba un poco grasiento y supuse que es porque lo hacen con la piel. En el ramen al estar calentito y crujiente ni se notaba, pero al estar recalentado, se queda un poco más aceitosillo. La tarta era súper densa. Estaba rica pero era bastante mazacote y saciaba bastante más de lo que parecía. El muffin había llegado pelín aplastado, pero pintaba igual de denso que la tarta. Lo guardé para el desayuno.

 

Hice el informe de daños y vi que tenía unos moratones enormes en la parte de la cadera y el trasero. Normal que me fuese doliendo todo al caminar con la mochila a la espalda. Los tobillos también los tenía totalmente amoratados.

Me puse a hacer el plan del día siguiente y cuando me quise ir a dormir me di cuenta que el checkin abría en 10 minutos, a las 12 de la noche, así que me esperé y así pude elegir asiento sin problemas.
Aún había muchos sitios vacíos, así que pude elegir pasillo.
Mi idea era ir a los miradores que me quedaban, pero en el tiempo ponía que habría niebla, así que no me quedaba otra que esperar a ver que pasaba al día siguiente.

Listado de la compra en Daiso:

  • Temporizador de cocina rana
  • Temporizador de cerdo
  • Calcetines alpaca
  • Calcetines tabi con gatos
  • Bolsita de pez rojo
  • Funda para onigiri
  • Washitapes
  • Micro tápers cuadraditos con tapa
  • Palillos con la ola
  • Pinzas pelo
  • Mascarilla de pies
  • Palillos Gudetama
  • Jabón para limpiar brochas
  • Máscara de silicona en 2 partes
  • Máscara de silicona 3d
  • Bolsa de compresión
110¥ cada cosa. Total: 1760¥

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