lunes, 28 de junio de 2021

Japón 2019 - Diario de viaje - Día 4 - Fushimi Inari, Uji y Nara

 


Martes 12 de noviembre de 2019


Este día iba a ir a Fushimi Inari y Uji, por lo que quería madrugar para verlo bien pronto sin aglomeraciones de gente. Había quedado con mi primo en la estación, así que me levanté a las 5:30 para salir a las 6:30. Este día desayuné la bebida de soja de almendra con los cereales y la avena. Mucho mejor, un sabor más neutro que las bebidas anteriores. Hay veces que los sabores artificiales en Japón son demasiado exagerados, sobre todo los de fresa.

Fui andando hasta la estación para ir en la loop line hasta Osaka. Es curioso que a esta hora hay menos aglomeración en el tren que a las 10 de la mañana.
A las 7 me subo en un rapid hasta shin-osaka, que también va hasta Kioto, pero va súper lleno, así que decido coger un shinkansen y no arriesgar a que se pare en todas partes.
Aún teniendo apenas espacio, los niños que van pegados a la pared y los asientos de la salida, están todos haciendo deberes, de pie.

A las 7:15 ya estaba subida en un Hikari que me dejó a las 7:30 en Kioto. Apenas me dio tiempo a sentarme, ya que entré por un extremo y los vagones sin reserva estaban en el extremo contrario, por lo que me tiré como 5 minutos andando por el interior.
A los 5 minutos de llegar a Kioto me subí en otro tren JR que me dejó en Inari las 7:45. Media hora de trayecto desde shin-osaka. Por esto es por lo que prefiero los alojamientos por la zona del shinkansen, es todo más rápido. Me hicieron una gran faena cancelándome el alojamiento que tenía desde hacía meses, ya que con tan poca antelación tampoco había nada en esta zona a precio razonable.

 

A pesar de ser pronto, ya se empezaba a notar que cada minuto que pasaba llegaba más gente, por lo que inicié el recorrido. Mi primo llegaría más tarde.
Pasé rapidito las zona principal de los santuarios de la base, para que no me pillara el mogollón de turistas, y empecé a caminar entre los toris a las 8:10.

Lo bueno es que a estas horas, al haber menos gente, puedes hacerte fotos aún viajando en solitario. Nadie pasa por delate de tu cámara ni impiden la vista para que la foto quede medio decente. Yo que me suelo hacer pocas fotos, aquí aproveché en varias ocasiones.

Tras pasar el primer camino de toris bajitos, me paré un ratillo en el santuario a grabar y mientras estaba grabando unas tablillas con forma de zorro, una señora me golpeó con muy mala leche en la cámara, como para que no grabase al monje, que estaba de espaldas. No vi ningún cartel de prohibido hacer fotos por ninguna parte en esta zona, así que debe ser que si hay un monje, aunque esté de espaldas y lejos, no permiten grabar. Cuidado con esto si no queréis ser reprendidos como lo fui yo. 

Sin embargo sí vi carteles de advertencia contra los monos, algo que no había visto en mis dos visitas a Fushimi inari. ¿Será verdad que hay monos? Igual aparecen solo en ciertas épocas o cuando apenas hay gente.


Al llegar a la encrucijada de caminos, donde hay unos bancos para descansar con vistas a la ciudad y varias tiendas, escuché a un señor mayor explicarle a los turistas que el camino a seguir es el que hay enfrente, que empieza en bajada. El año anterior habíamos empezado por el derecho, que es de subida.

Como había otro camino a la izquierda, que había dicho que no llegaba a la cima, decidí explorar primero por ahí, pero antes de empezar vi que había un caminito al lado, sin toris y me metí a cotillear. Subí por un camino bastante solitario de tierra y de pronto me encontré en un pequeño santuario donde había coches aparcados y hasta alguno abandonado. No había nadie en esa zona.


De regreso a la encrucijada vi una araña enorme entre unos árboles, pero como la cámara era nueva, aún no la controlaba y me fue imposible enfocarla. Ni me acordé de que tenía también enfoque automático, que desastre. Regresé hasta la encrucijada y continué por el camino de bajada, que según este hombre era el adecuado para subir.

El camino a esta hora es muy agradable, ya que apenas hay gente. A las 9:40 estaba pasando por la fuente del zorro y desde ahí caminaba prácticamente sola, aunque empecé a cruzarme con obreros. Se escuchaba una moto sierra o similar que rompía el silencio del lugar.


Al final ese ruido ensordecedor era un sopla hojas. Un señor estaba quitando la hojas de las escaleras del camino de toris. En cuanto se dio cuenta de que estaba ahí, apartó un poquito la máquina para dejarme pasar. En este tramo ya iba totalmente sola y solo me cruzaba con gente que bajaba hacia la salida.


Vi un un cartel de advertencia para no dar comida a los monos y a los jabalís. Por lo visto también hay jabalís y no vi ni uno. Ni recordaba haber visto este cartel en el anterior viaje.
Si no recuerdo mal, en una casetilla de esta zona compré una botella de agua, más barata que la de las máquinas. 150¥ la botella. Las máquinas estaban todas apagadas y no dispensaban bebidas, así que tampoco tenía opción.


Este camino sube y baja intermitentemente y parecía más ameno que el otro para subir, hasta que me topé con unas escaleras de subida súper empinadas que me hicieron cambiar de opinión.
Cuando aún luchaba por llegar a la cima de esas escaleras, justo antes de la cima, me encontré con unos hombres trabajando en una torre de electricidad. Por eso no funcionaban las máquinas de esta zona, debían tener la luz cortada. Menuda faena tener que subir hasta ahí para hacer reparaciones.
A las 10:20 llegué a la cima y estuve un ratillo grabando y esperando a mi primo y su mujer que también estaban subiendo. Como subieron por el lado contrario, quedamos en vernos de nuevo en la encrucijada y cada uno continuó por la dirección que llevaba. Comencé a bajar casi a las 11 de la mañana.

Por el camino había partes sin gente y partes con gente subiendo en grupos no muy grandes y también operarios con sus cajas de herramientas. Ya se iba notando el aumento de turistas a esas horas.



Cuando llegué a la encrucijada, aquello estaba lleno de gente y los puestos a reventar de turistas. Me encontré con mi primo y nos sentamos en el mirador, donde pudimos, porque no había sitio, y aprovechamos para comer algo. Aún me quedaba un sándwich de lomo de los que me traje para el viaje y le di fin en este momento. Ni recordaba que lo levaba en la mochila y por suerte tampoco me lo vieron en aduanas, que como ya sabréis, está prohibido llevar productos cárnicos a Japón.

Mientras descansamos un poco, intenté ver que hacer después, sin aclararme mucho, ya que me quedaban cosas por ver en Kioto, como el Ninna-ji y otros templos de esa zona, pero también quería ir a Uji y Nara y se me estaba haciendo tarde para tanta cosa. Dormir poco y no comer adecuadamente no facilitan las cosas a la hora de pararse a pensar.


A las 11:55 empezamos a bajar y pasamos por otro camino diferente al de mi primer viaje. Esta vez pasamos por una zona de casas y tiendas. Los toris que venden para dejar como ofrenda pasan de valer 2000¥ que eran en la cima, a 1000¥. Pasamos por una cafetería con opciones veganas y terminamos torciendo a la izquierda para terminar en el edificio principal del santuario, cuando ya solo se veían casas y pensábamos que habíamos salido del santuario por vete a saber dónde.

Aún no tenía muy claro donde ir. Para aligerar peso había dejado en el alojamiento la gopro y la otra cámara y no me quedaba más que una batería, ya que había estado grabando mientras caminaba. Finalmente me decidí por ir a Uji y pasar por Nara, si me daba tiempo, a comprar dulces sin gluten.



Llegamos al santuario de inicio sobre las 12:20 y me compré un tori en el edificio principal, por 800¥.
Te lo dan en una bolsita de papel si lo quieres llevar como regalo o te dejan un rotulador si quieres escribir algo para dejarlo de ofrenda. En mi primer viaje me había quedado con las ganas y esta vez no quería irme sin él.
Nos despedimos en el tori junto a la estación, ya que ellos iban a la otra estación que no es de JR y yo iba a subir al JR para ir a Uji, en dirección contraria, hacia Nara.

A las 12:42 me subí en un tren que llegó a las 13:05 a Uji. El tren era tipo metro, con los asientos en fila junto a las ventanas. Iba medio vacío, así que no tuve problemas para sentarme.
No parece haber mucho turismo en Uji. Se bajó poquita gente en la estación.
Es una estación pequeña y hay muy pocos lockers, como unas 4 taquillas solo para maletas grandes.
En la calle hay una oficina de información turística, donde tienen mapas y te marcan los sitios turísticos. Aunque yo iba a ir solo al Byodo-in, siempre me gusta pasarme por los centros de información para conseguir algunos folletos y mapas.


A las 13:20 inicié la marcha hacia el templo. Aunque iba con el Google maps, había indicaciones por todo el camino y eso que te mete por callecitas en las que no se ve gente.
No tardé ni 10 minutos en llegar. En la puerta había un cartel que indicaba el cierre del salón del Fénix hasta el 15 de noviembre. Ya lo sabía, pero como en esa fecha ya no estaría en Kioto, no tenía otra opción.
La entrada a este templo cuesta 600¥ y se pueden ver todos los jardines y el museo.


Me quedé un ratillo en el lateral del edificio haciendo fotos, sin darme cuenta de que estaban entrando colegios enteros.
A estas horas se complican las fotografías, ya que el sol da de frente y el edificio está a contraluz, así que me entretuve más de lo normal buscando un ángulo donde poder hacer fotos sin quedarme ciega.
Al llegar al frontal del templo, me encontré varios colegios haciéndose fotos de grupo. En cuanto se iba uno, se ponía otro. Me tocó esperar como media hora para poder hacer alguna foto, así que se me hizo las 2 de la tarde con la tontería.
Por cierto, se necesita aquello vacío para poder hacer una foto del templo entero, o hacer varias fotos más de cerca y juntarlas después en edición, ya que no hay tanta distancia desde la orilla. Las fotos engañan y como no tengas un súper angular, no entra ni de broma.


A las 14:30 ya había visto el pequeño museo y me quedé un ratillo haciendo fotos por la parte de atrás del templo, donde había una garza junto al puente. Ya había poquita gente y estaba tranquilo y silencioso.


De allí salí a las 14:55 y fui caminando por una callecita de tiendas frente al templo, para ver otra zona distinta, aunque daba un poco más de vuelta para llegar a la estación. Tardé unos 15 minutos en llegar.
Me subí en un tren dirección Nara a las 15:21 y llegué a las 15:48. Ya estaba atardeciendo, pero como tenía que pasar de todos modos por ahí para ir a Osaka, decidí parar aunque fuese solo a la cafetería sin gluten que hay allí, Gluten free is the new black, que tenía muchas ganas de probar.
En la estación hay un fondo con la mascota de Nara y la fecha del día para que puedas hacerte una foto de recuerdo y las escaleras también están tematizadas con la mascota. Ya te van poniendo en situación nada más llegar. Que nadie se sorprenda del asedio de los ciervos.
Fuera está la oficina de información turística, donde te dan mapas y tienen servicio de cambio y consigna de equipajes entre otras cosas.

Desde la estación son unos 10 minutos andando hasta la cafetería, lo malo es que es cuesta arriba y te aleja de la zona turística. De hecho, apenas hay negocios por estas calles, pero mereció la pena, porque fueron los bizcochos sin gluten y sin leche más ricos que probé en todo el viaje. No tenían de todo, como el pan de molde, porque ya era tarde, pero pude comprarme 2 muffins (de chocolate y avellanas y de manzana) y 2 bizcochos (de plátano y de naranja).


Me costó 1530¥, caro, como todo lo sin gluten, pero de haber sabido que estaba todo tan rico, habría comprado más. Fueros los bizcochos, sin gluten, más buenos que probé en todo el viaje y me atrevería a decir que los mejores que he probado nunca.
También se puede comer allí, pero yo lo pedí todo para llevar. Quería darme prisa para dar una vueltecita por Nara, ya que estaba allí pensaba aprovechar hasta que anocheciera.

Caminé 15 minutos hasta Kofuku-ji, pasando por un tramo de la calle principal y el puesto de mochis famoso con la cola de rigor. Esperé un poco por si hacían el amasado típico con gritos pero no hubo suerte.


Atravesé la zona del templo y me encaminé al parque, viendo por el camino ya unos cuantos ciervos haciendo el chillido agudo típico.
En el parque aún había gente dándole galletas a los ciervos, y unas chicas con kimono intentaban hacerse fotos mientras les rodeaban los ciervos. Alrededor todos los turistas partiéndonos de risa porque la pobre estaba acojonada y saltaba y gritaba.


Seguí caminando adentrándome en el parque hasta cruzarme con un puesto de daifukus, donde me decidí a preguntar con el traductor de Google si tenían gluten. Tras consultarlo entre las que estaban en el puesto, me dijeron que podía comer el de fresa, así que me compré uno, por unos 300¥ que me supo a gloria, ya que aún no había comido en condiciones. La pasta de alubias con la fresa y el mochi, me parecen una combinación perfecta.


Por aquí ya se veían menos ciervos y justo en este lugar me topé con un cartel de aviso de cuidado con los ciervos, al que le habían añadido un cartel amarillo avisando que están en la época de peleas, que hay que extremar la precaución.
Seguí caminando hasta el santuario Himuro y decidí dar la vuelta por el museo hacia Kasuga taisha. Como es un camino con farolillos, pensé erróneamente que estarían encendidos y fui siguiendo a grupos de chinos, que imagino iban al mismo sitio. Resultó ser que se dirigían a los buses que estaban en la entrada del santuario.
Eran ya las 17:25 y estaba totalmente oscuro y con apenas iluminación, solo una farola, bajo la que había un ciervo pequeño chillando. Como no veía absolutamente nada, decidí regresar a la estación y ya me tocó ir completamente a oscuras y sola. Otro grupos de personas salían de los caminos con los móviles como linternas.

Estaba bastante cansada, y como era de noche, decidí regresar al tren en bus y ahorrarme la media hora de caminata. Me subí a uno que ponía que dejaba en la estación de JR, junto al santuario Himuro, pero estuvo un buen rato sin arrancar, y hasta las 17:45 no salió camino a la estación. Pagué con la pasmo al subir por la puerta delantera, 220¥ el trayecto. Llegó en 10 minutos.
No tuve que esperar mucho el tren hasta Osaka, salió a las 18:01 y llegó a Tennoji a las 18:37. Unos 35 minutos de viaje, en un tren tipo metro, con los vagones de asientos unos en frente de otros.

En Tennoji me subí al loop line hasta Tsuruhashi, en un vagón de chicas, aunque había un chico, supongo que porque no eran las horas estipuladas. Nunca me fijaba en estas cosas, mientras estuviera más vacío me servía. También tenía enfrente una chica que iba maquillándose. Se supone que este tipo de conductas no están bien vistas, pero está claro que en todas partes hay gente que hace lo que le da la gana.
Llegué a las 18:50 a mi estación y paré un momento en un súper (Anfre) a la entrada del shotengai por el que paso para ir al alojamiento, para comprar una zanahoria(75¥), una cebolla larga (100¥) y unos arándanos (580¥), todo en su plástico individual. Los arándanos creo que fueron los más caros del viaje.
Por el mercado techado ya estaba casi todo cerrado, aunque por la mañana les había pillado abriendo. Nunca conseguía verlo totalmente abierto.

A las 19:10 ya estaba en casa preparando la comida del día siguiente y a las 20:00 me puse a cenar una ensalada y pasta con pollo, zanahoria y setas enoki (unas setas pequeñas y largas que no se porqué a mi me pican). Probé un poco del muffin de chocolate con avellanas y estaba de muerte. Me costó guardarlo para el día siguiente, pero ya había cenado fuerte para recuperar lo perdido en el día y quería reservarlos para los días sin cocina.
A las 22:00 aún estaba cocinando e intentando planificar el día siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario