Miércoles 13 de noviembre de 2019
Esta noche dormí del tirón, pero como siempre no pude superar las 7 horas de sueño.
Desayuné
avena con cereales, arándanos y yogur y salí de casa a las 8:38, con un
muffin y una barrita de cereales en la mochila. Ese día pensaba comprar
un onigiri para la comida en el camino y así no andar con líos.
A
las 8:47 me subí en la loop line que llegó en 15 minutos a la estación de
Osaka, donde me subí en otro tren que me dejó en shin-osaka a
las 9:14.
Pensaba subirme a un tren rápido de JR, que en teoría
salía antes que el shinkansen y llegaba antes de Kioto. El problema es
que cuando llegué al andén que indicaba Google Maps, en los carteles no
ponía nada de ese tren, el nombre del tren y el destino solo estaban en
japonés.
Como vi a unos españoles hablando cerca de mí, me acerqué a
preguntar si sabían si era ese tren que esperaba. Uno de ellos me dijo, muy seguro de sí mismo, que con el JRP no
me podía subir en todos los shinkansen, que ese era otro shinkansen, de
los que no están incluidos.
Me quedé flipando ante esta afirmación y
le dije que los shinkansen no pasan por estas vías, sino por las
destinadas a shinkansen, y le mencioné el nombre de los shinkansen que
se que no se pueden utilizar, como el Mizuho y Nozomi. Ni corto ni perezoso
me dijo que sí, que no todos pasaban por las mismas vías y que hay más
que no entran en el JRP.
Total, que mientras les preguntaba, el tren se
fue, y me dijo que fuese a no se qué andén, que había otro que me
llevaba a Kioto.
Viendo lo poco que sabía el tipo, decidí ir al
shinkansen directamente y dejarme de dar vueltas.
Mientras esperaba
pregunté en el telegram de japonizados, a ver si era yo que me estaba
perdiendo algo, pero no, todos me dijeron que ese tipo no tenía ni
puñetera idea, que no le hiciera ni caso.
Al regresar a casa,
comprobé que el tren en cuestión era un LTD. exp super hakuto, que sí
entraba en el JRP para ir de Osaka a Kioto, pero no entra si se va a la
zona de Tottoi, que es fuera ya de esa prefectura. Es decir, era apto
para el viaje que quería realizar y así me lo indicaba hyperdia.
No debe
ser muy utilizado por turistas y lo indican solo en japonés, lo que me
hizo dudar y no subirme, pero me sirvió de experiencia, mejor tardar 5 minutos más e ir a lo seguro.
Con la tontería perdí 20 minutos, así que ya me subí en el shinkansen que había a las 9:43 llegando a Kioto a las 10:01.
Salí
directa a las máquinas de la calle para comprar el pase de bus, que aunque tenía
que seguir en tren, no quería complicarme la vida comprándolo al
conductor. Me tocó hacer un poco de cola, porque como siempre había
muchísima gente esperando los buses y comprando los pases. Al menos este
año ya tienen cartelitos pegados en inglés que te explican como hacer
la compra, que antes estaban solo en japonés.
A las 10:07 ya estaba en el tren hacia Saga Arashiyama, llegando a las 10:26.
Cada vez que pienso en el tiempo perdido en transporte, me acuerdo de toda la familia del dueño del alojamiento que me canceló en Kioto.
Como
el bus que tenía que tomar para ir a Otagi Nenbutshu-ji, sale cada
hora, y el siguiente salía a las 11:20 aproximadamente, me tocó esperar y
aproveché para comerme unas palmeritas que traía sin gluten, en un
banco que hay junto al tren que hay expuesto a la salida de la
estación.
De ahí fui andando hasta el kimono forest, que me pillaba de camino para ir a la parada del bus.
En
el otro viaje sólo lo vi de lejos y por las fotos que había visto
pensaba que era algo más grande, pero en realidad son unos caminos
rodeados por tubos con telas de kimono. Es bonito, pero tampoco un
imprescindible del viaje.
Desde allí caminé hasta la calle principal, la que baja hacia el
puente, que es de donde sale el bus 94 que me lleva hasta Otagi
Nenbutshu-ji. Como aún me quedaba un rato, entré al Lawson a comprar un
onigiri de salmón (150¥).
A las 11 me puse a hacer cola en la parada,
donde ya había gente. Mientras esperábamos pasaron unos coches tipo
mario kart. No tenía ni idea de que también había por esta zona.
El
bus llegó un poco tarde, no se subió mucha gente, así que pude sentarme.
Como en todos los de Kioto, entré por la puerta trasera y validé el
pase de bus al salir. Solo se bajaron dos personas en mi parada.
El
viaje en bus cuesta 230¥, y el pase diario 600¥. Como pensaba hacer más
de 2 viajes ese día, me compensaba. Llegué al templo a las 11:35.
Había
querido ir por algunas publicaciones que había visto. Parecía un templo
diferente a los demás y al que apenas va gente y además se recomendaba
visitar en otoño por el cambio de hojas. Aún no estaban las hojas
totalmente rojas, pero el entorno era muy bonito.
El templo me gustó,
cuesta 300¥, es pequeño y las estatuas de piedra son muy curiosas. Se
puede entrar a la zona donde se encuentra el buda y hacer fotos, al
menos no había ningún cartel que lo prohibiera. Quizá es demasiado
tiempo el que se invierte en llegar hasta allí, por lo mal comunicado
que está. No me parece una visita muy factible cuando se están pocos
días en la ciudad o es el primer viaje.
De
allí salí a las 12:15 y me dirigí andando hasta el siguiente templo,
Adashino nenbutsu-ji, ya que el bus tardaba tanto en llegar que ni me
daba opción el Google.
El camino es bastante agradable, ya que aunque
es por la carretera, pronto se bifurca y caminas por una carretera que
queda por debajo del nivel de la carretera principal. Se pasa por un
tori, que desgraciadamente estaba lleno de andamios, y casas
tradicionales, por las que apenas se ve gente.
Tardé unos 10 minutos
andando hasta llegar al templo, aunque no vi ningún cartel con el nombre
y entré un poco confusa, preguntando en la entrada si ese era el
templo. A la salida vi que el cartel estaba a los pies de la escalera de
acceso desde el lado opuesto al que venía.
La entrada cuesta 500¥ y
se paga en una máquina, no se puede comprar en la ventanilla. Se compra
primero y se pasa por la ventanilla, que está justo al lado, donde te
dan un folleto de información en japonés, con un papelito con la
traducción en inglés.
No
parecía haber nadie, el silencio era tremendo, con el sonido de los
pájaros y los árboles rojos, el sitio se veía precioso. había un
cementerio y una extensión con montones de estatuas de piedra. Había ido
sobre todo porque había leído que hay un camino entre bambú que está
más vacío que de Arashiyama. De hecho en muchos sitios dan información
errónea, enseñando una foto de este lugar y diciendo que está en el
bosque de bambú.
Cuando llegué había muchos abuelillos subiendo y
bajando, por lo que tuve que esperar un buen rato y al final opté por
subir y ver si así hacía un poco de tiempo.
Arriba
hay una fuente con 6 estatuas que la gente mojaba de una en una,
siguiendo las instrucciones de un cartel que había cerca. Solo en
japonés, por supuesto, y no debía estar muy claro, porque una señora se
tiró un buen rato intentando averiguar qué tenía que hacer.
A la bajada ya pude ver el camino con menos gente y hacer alguna foto.
Di
una vuelta por el lugar, tranquilamente y sobre las 13:15 salí del
templo caminando hasta la estación de Saga Arashiyama, a la que llegué a
las 13:40.
En menos de 10 minutos
estaba en Emmachi st, donde tenía que subirme a un bus que me llevase
hasta el templo Eikando.
Me tocó esperar como 20 minutos en la
parada del bus y el que llegó iba súper lleno. Me subí a las 14:15 y
tardé media hora en llegar, más los 10 minutos andando hasta el templo.
Siempre
me resulta engorroso moverme por Kioto, hay poca frecuencia de buses,
van siempre llenos y tardan mucho porque el trafico suele ser bastante
denso. Como tampoco hay variedad de metro o tren, solo tienes esa opción.
Desde la entrada ya se podían ver los árboles de todos los colores de los jardines.
Al
final entré a las 16:55, pagando 1000¥ de entrada. Por lo visto es la
época mejor para ver este templo, en otoño y aunque no estaba en mis
planes, sabía que estaban los árboles en su máximo esplendor, por las
fotos del lugar que estaba viendo en las redes. Decidí pasarme a verlo y
no me arrepentí.
Nada
más entrar ya puedes admirar los arces, que destacan con su rojo
intenso al recibir los rayos del sol que desaparecía de vez en cuando
entre las nubes y creaba momentos impactantes de colores brillantes.
No había mucha gente y la mayoría eran japoneses. Me sorprendió que no estuviera lleno viendo lo espectacular del entorno.
En
algunos sitios se complicaba hacer fotos, como en el tori junto al
puente del estanque que da acceso al santuario Benten, ya que había unos
asientos para tomar té justo en frente y no se podía poner uno a hacer
fotos ahí. Al no tener un gran angular en mi cámara, no podía hacerlas
de tan cerca.
Llegué
al pequeño puente desde el que se hacen las fotos del puente del
estanque, coronado por árboles con hojas rojas, y me tiré como 10
minutos, entre haciendo fotos y esperando que otros las hicieran.
De
allí me fui a las escaleras que llevan a la pagoda, en lo alto del
monte. Desde arriba se veía la mezcla de árboles rojos, verdes y
amarillos del recinto del templo y una vista de Kioto. Había un cartel
panorámico explicando los edificios más importantes.
Aquí sufrí un poquito con los gritos de algunos grupos de asiáticos, pero por suerte no fueron muchos en este templo.
No
tardé mucho en bajar, porque aquí se acumulaba mucha gente y me
resultaba agobiante y me encaminé al salón principal del templo.
Había
que guardar las zapatillas en una bolsa para poder entrar y no se podía
grabar en el interior, solo en la parte externa y los jardines.
En
el interior hay un estanque en el que también se puede realizar
fotografías. Al menos todo el mundo sacaba aquí los móviles y cámaras,
por lo que entendía que se podía e hice lo propio.
Caminando por el exterior del salón, se podía ver un mini jardín zen frente a una de las puertas. Los pasillos y escaleras de madera conducían de un salón a otro,
franqueados por naturaleza a ambos lados. El sol se estaba poniendo y se
veía entre los árboles, proyectando una luz increíble entre las ramas
rojizas y doradas. El lugar era bonito, pero la hora del día hacía que todo se viera mucho más espectacular.
Algunos
tramos de escaleras son bastante empinados, pero cuando llegué justo al
último salón, el principal, empezó a sonar una campana. Cuando ya me
dirigía a la salida vi la campana y me quedé observando hasta el
siguiente toque. Me quedé tan pegada al sonido que cuando terminó me
dirigí a la salida del salón sin pararme ni a mirar la colorida
estructura. Como todo el mundo estaba saliendo rápidamente, me debió
entrar a mi también la prisa, pensando que estaban cerrando.
El
jardín es precioso, con zonas cubiertas por el musgo, lámparas y
pequeñas fuentes que dotaban al lugar de un ambiente casi místico.
Eran
ya casi las 16:00 y el sol se estaba poniendo, por lo que la luz se
colaba entre las hojas de colores y el ambiente era increíble.
Al
salir pasé de nuevo por el puente, que estaba como siempre, lleno de
gente haciendo fotos. Antes estaba nublado, y ahora a las 16:10 estaba
el sol dando sus últimos toques a las ramas más altas de los árboles,
dándole un brillo tremendo que les hacía destacar también en su reflejo
del estanque.
Me fui dirigiendo hacia la salida, pero paré
un momento es una especie de zona de descanso, desde la que se veía el
estanque por el otro lado. Había un grupo de señoras que intentaban
hacerse un selfie, así que me ofrecí para hacérselo y después pude hacer
alguna fotillo. No se si es porque en el otro viaje al ir acompañada no
me fijé, pero en este, vi que siempre que se hacen fotos los japoneses
dicen “cheeesu”, su forma de decir queso en inglés japonizado.
A
las 16:30 ya estaba oscureciendo y al salir del templo vi que la entrada
ya estaba cerrada. Había otro horario de tarde, para ver las
iluminaciones de 17:30 a 20:30 que cuesta 600¥. Lo malo es que no está
permitido el uso de trípodes ni palos selfie, así que al menos yo, con
mi cámara y cutre móvil, no podría hacer fotos decentes a pulso.
En
la salida había unos chicos barriendo la acera, con las escobas que se
ven en japón en espacios públicos, escobas de ramas, tipo escoba de
bruja. En la calle había dos agentes de tráfico, dirigiendo un poco a la
gente y los coches.
Como ya estaba oscureciendo, decidí ir al
mercado Nishiki. Fui andando hasta una parada que estaba a unos 10
minutos y subí en un bus a rebosar de gente. En unos 20 minutos llegué a
la parada del mercado, aunque el bus me dejó al otro lado de la calle,
de 2 carriles por sentido, y sin paso de cebra a la vista. Tuve que
andar un poco para poder cruzar con seguridad.
Recorrí el mercado de
un lado a otro, sin pararme mucho, porque es muy estrecho y hay
demasiada gente. Además, en teoría cerraba a las 18:00 según Google,
pero eran las 17:10 y ya estaban cerrando muchos de los puestos y
tiendas.
En estos sitios, tan llenos de gente, me pasa como en las
tienda cuando empiezan las rebajas, al final me voy sin mirar nada del
agobio que me da.
Atravesé el mercado y me dirigí
hasta otro bus que me llevase a la estación. Tardó unos 15 minutos en
llegar, así que a las 17:45 ya estaba en Kioto station.
Me subí en un
shinkansen Hikari que salía a las 18:13 dirección shin osaka. Me puse a
chatear en el tren con la familia y se me pasó el tiempo volando y ni
me acordé de comer algo.
Llegó en menos de 15 minutos. En shin-osaka me subí en un tren hasta Namba que me deja allí a las 19:00, pero siguiendo las indicaciones hacia Dotombori, acabé dando vueltas por el centro comercial que hay bajo tierra y me tiré como 10 minutos hasta que conseguí encontrar la salida. Los centros comerciales de las estaciones son ratoneras.
La
calle estaba llena de gente y la avenida principal llena de luces de
Navidad. Recorrí la calle viendo los carteles gigantes de cangrejos,
takoyakis y peces.
Caminé hasta el canal y la noria de Don quijote, que en el viaje anterior no estaba en funcionamiento pero ahora sí.
Aunque
ese Don Quijote siempre está lleno, tenía que comprar aún unos táper
para el viaje y buscar algunas soyjoy, pero estaba tan lleno de gente,
sobre todo en la zona de comida, que subí unas plantas más para buscar
los tápers antes de nada. De camino pasé por la planta donde está la entrada a la
noria y vi que costaba 600¥. Debe ser curioso a pesar de no ser muy
barato.
Me tiré un buen rato decidiendo que táper llevarme, porque
eran un poco caretes y tenía que asegurarme que eran aptos para
microondas. Terminé comprándome un pack de Totoro, un táper más
rígido con cierre hermético (1298¥) y un pack de dos táper con tapa
normal (798¥).
Cuando me di cuenta, había estado grabando vídeo sin querer, con la cámara colgada al cuello, ahí desperdiciando tarjeta de memoria con los tápers.
Salí
de la tienda a las 20:00 y fui a ver el anuncio de Glico y a la gente
haciéndose fotos en la postura del anuncio. Me di otra vueltecita por el
canal, y de allí me encaminé con resignación a la estación. No tenía
ganas de irme pero estaba ya muy cansada y aún me quedaban unas horas de
recoger todo y preparar comida para los siguientes días.
A las
20:20 pasé por el luminoso de la entrada a Dotombori y entré por la
salida al tren JR por la que habíamos salido el año anterior, directa a
la estación sin meterme en el centro comercial subterráneo.
A las
20:35 estaba ya en Shin-imamiya, en la loop line camino a mi estación,
que llegó a las 20:45. Tardé menos de 10 minutos en llegar a la casa,
pasando por el shotengai ya totalmente vacío. Estaba todo cerrado a esas
horas.
Cené a las 22:35, cerdo con ensalada, mientras preparaba
pasta y huevos cocidos. El cerdo japonés es más suave que en España,
casi no tiene sabor, así que se disfruta más.
Estaba agotada y con dolor de espalda pero tenía
que hacer maleta y dejar los táper preparados, así que me puse Netflix
mientras cenaba y un ratillo de digestión.
En uno preparé ensalada y en
otro puré zanahoria y patata dulce. Otro con el cerdo. Como el próximo
alojamiento era un hotel sin cocina, tenía que llevar varias comidas
preparadas, que pudieran comerse frías, tipo bento.
Hice las maletas, con los tápers ya llenos de comida, las
latas y botes de sopa instantánea, metiendo las botas como pude, para
ir más cómoda. Como la maleta se extiende un poco, al final pude meterlo
bien, pero llevaba más cosas que al principio.
A la 1:20 me metí en la cama agotada, pero con todo preparado para salir. El siguiente día me esperaba mi primer viaje largo en shinkansen.
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