Como
estaba tan cansada dormí del tirón, aunque como de costumbre, me
desperté antes de que sonara el despertador. No pensaba salir muy pronto
tampoco, a las 9, ya que iba a coger un shinkansen a las 10, para no
pillar hora punta y poder ir sentada, ya que no había reservado asiento.
A
las 9 de la mañana ya iba camino a la estación, cargada con la mochila,
el bolso y la maleta hasta los topes. Me subí a la loop line y a las 9:38 ya estaba en
shin-osaka. Sudé como un pollo asado de ir arrastrando maleta, menos mal
que pude ir sentada.
Me fui directa a mi andén y me
puse en la cola del vagón número 2, que era uno de los sin reserva,
porque ya había una pareja esperando y no quería arriesgar.
A
las 9:53 llegó el tren, y una pareja de limpiadores se pusieron a los
lados de la puerta y empezaron a hacer reverencias a cada pasajero que
salía.
Cuando el tren se quedó vacío, pusieron una cadenita con un
cartel con forma de cara de gato y se pusieron a limpiar todo el vagón.
Como
resultó ser la primera parada, pude sentarme en la primera fila, en la
ventanilla del lado izquierdo, para no tener problemas con la maleta, ya
que la podía dejar delante de mi. Lo malo es que me quedaba sin mesita
plegable para comer, pero con el brazo fastidiado ni se me pasaba por la
cabeza subir la maleta. Puse la mochila sobre la maleta y listo. El espacio era suficiente para las piernas y eso que soy bastante alta.
El shinkansen Sakura 551 salía a las 10:08 y llegaba a Okayama a las 10:54. No era ni una hora de trayecto.
El
tren se fue llenando del todo, hasta con gente de pie en los pasillos.
Junto a mi se sentó una pareja de señoras muy simpáticas. Vi que la de
mi lado tenía problemas para recostar el asiento, por lo que le ayudé a
hacerlo y al rato se quedaron dormidas.
Aproveché para comerme el
bizcocho de naranja que había comprado en Nara, nada más salir de Osaka.
Súper rico y esponjoso. Cada cosa que comía de las que compré de esta tienda me hacían desear haber comprado más.
Estuve
barajando parar en Okayama a la vuelta en lugar de a la ida. El tren iba
tan lleno que me daba cosa volver a coger luego otro tren y que fuese
lleno y no poder sentarme. También me daba apuro tener que molestar a
las señoras y a todos los del pasillo para poder salir.
Al llegar a Okayama vi que las señoras se bajaban también en Okayama y decidí salir tras ellas.
Salí
de la estación buscando las taquillas para dejar la maleta y la
mochila, pero estaban todos los espacios grandes llenos y solo había uno
mediano y pequeños. En el mediano cabía solo la maleta, por lo que me
tocaba pagar 2 sitios, uno mediano (600¥) y uno pequeño (400¥). Los
grandes costaban 800¥.
Había otra señora con el mismo problema y me
dio un poco de conversación en inglés.
Conseguí meter la maleta, metí el
dinero y cuando quise cerrar, pluf, se tragó mi dinero y no se cerró,
ya que quise hacer como en una cerradura corriente, girar y sacar la
llave. Mi cara era un poema.
El año anterior era mi hermana la que
cerraba las taquillas, mientras yo grababa, y no recordaba el sistema.
La
señora me preguntó qué pasaba y me dijo que preguntara en una oficina
que había para dejar equipaje. Hablaba un poco de inglés y pude contarle
que se me había tragado las monedas. Allí avisó a un señor de la
estación que justo iba a subirse al ascensor y aunque la señora le contó
el problema el hombre sacó un cacharrito traductor, que le tuve que
decir que pusiera en español, porque lo estaba poniendo en ingles. Le expliqué
lo que me había pasado y buscó unas llaves para cerrar la taquilla, me
dio la llave y se fue mientras yo le daba las gracias como podía.
Antes de utilizar la otra taquilla me puse a leer las instrucciones de
uso, porque las jodías funcionan diferente a lo que estaba acostumbrada y
no quería que me pasara lo mismo.
Lección aprendida, aunque crea que se usar algo, primero leer las instrucciones si las hay, sobre todo cuando se está cansado y se va con prisas.
Con la tontería me tiré unos 20 minutos trajinando con las taquillas.
A
las 11:20 estaba ya fuera de la estación, buscando el centro de
información turística, ya que no tenía apenas información de la ciudad y
quería un mapa.
La verdad es que está en un lugar un poco
escondido, fuera de la estación, en los bajos de un edifico que hay
justo en la plaza de entrada. La oficina estaba vacía, así que no tuve
problema en coger folletos y mapas.
Salí de allí hacia los buses, buscando el que me indicaba en Google, pero sin éxito. Vi uno que se anunciaba como Okayama Korakuen bus,
a 100¥ el trayecto con salida cada media hora. No di más vueltas y me subí a ese mismo.
El
bus salió como a las 11:47 y llegó al jardín en 10 minutos, sin hacer apenas paradas.
La entrada
al jardín costaba 410¥ y el combinado jardín y castillo eran 580¥, por
lo que compré el combinado y ya aprovechaba la excursión.
Nada
más entrar hay un espacio para poner un sello del jardín. No siempre los
veía, pero en este viaje llevé una libreta para ir poniendo todos los
sellos y aunque no los fui buscando, cuando veía uno aprovechaba para
ponerlo.
En la entrada hay unos carteles con información sobre la
historia del lugar, traducidos en inglés y una pareja de trabajadores
que dan la bienvenida a todos los visitantes.
Siguiendo
el camino de la entrada, un cartel te dirigía a un aviario, así que me fui
hacia allí para encontrarme con una jaula enorme en la que había una
especie de garza. Como no había carteles, no tengo ni idea de qué era
realmente y que otras especies había allí.
En
el primer recodo que encontré árboles con hojas rojas. Estaban haciendo una sesión
de fotos de una pareja en kimono. No me acerqué mucho, pero pude tomar
alguna foto desde la distancia. Seguramente fuesen fotos de boda, ya que
en los parques hay muchas sesiones de fotos de este tipo.
También fui encontrando niños con el traje típico por el shichi-go-san.
Pude hacer alguna foto discretamente, aunque con niños se complica la
cosa, porque no paran y cuando crees que no se les está viendo la cara
se dan la vuelta y zas.
Había
carteles en cada lugar del jardín, pero solo en japonés. Lo único que
está en inglés es el título y te tienes que imaginar el resto. Al menos
tienes lo básico para poder buscar información en Internet.
Empecé a recorrer todo el jardín por el lado derecho desde que se entra, pasando por un puente de madera y un camino con bambú. Continué subiendo a un lugar llamado Colline Yuishin, desde donde se ve el lago central y el pequeño puente, donde en ese momento están haciéndose fotos la pareja de novios. Había un viento tremendo, lo que me complicaba poder grabar vídeo.
Continué bajando hacia el lago central y rodee el lago para llegar a un tori de piedra. Ahí cerca estaban los wc, así que aproveché, que no sabía cuándo encontraría el siguiente.
Continué
caminando hacia el este, pasando por una gran plantación de té y
llegando a una zona con bancos, frente a un campo con árboles que estaba cambiando
el color de la hoja. Decidí pararme ahí a comer, ya que era la 1 de la
tarde. Me comí un onigiri mientras contemplaba los árboles y escuchaba a
los pajaritos. Apenas había gente, por lo que se estaba súper a gusto.
Continué
rodeando el jardín, dirección a la puerta sur, camino al castillo. Pasé
la salida para terminar de rodear el jardín y me encontré con un puesto
de helados y dulces y varios niños con los trajes tradicionales.
Al
salir, una señora muy amable me dijo que podía volver a entrar al jardín
después, enseñando la entrada. No se porqué pensaba que estaba todo en
el mismo recinto, pero en realidad hay que salir a la calle.
El
castillo está bastante cerca, apenas hay que cruzar un puente y andar
unos 10 minutos para llegar. No tiene pérdida, ya que se ve desde allí.
Nada
más salir hay unos pequeños restaurantes y el puente que cruza el río.
Desde el puente hay unas vistas bastante buenas del castillo, así que me
paré a hacer unas cuantas fotos.
A
las 13:45 estaba ya en el castillo. Está totalmente reformado en su
interior, pero es interesante y por el precio que tiene merece la pena.
La primera planta tienen tiendas, restaurantes, unos fondos para hacerse
fotos y una pantalla interactiva con pequeños documentales del castillo. Me
vi alguno y estaban interesantes, con la ventaja de que puedes aprovechar para descansar
un rato mientras los ves.
También hay un lugar para estampar un
sello del castillo y unos puestos en los que se realizan artesanías. Hay
que pedir cita, cuesta 1250¥ y al ser con arcilla, no se completan
hasta un mes después, por lo que cobran un extra si tienen que mandarlo
por correo al extranjero.
Hay un ascensor para recorrer los diferentes niveles, pero para el superior hay que hacerlo por unas escaleras.
En
el piso superior hay un mirador, aunque tiene ventanas, se pueden
abrir, con cuidado de no hacer corriente, porque el viento es tremendo. Había refrescado bastante y esto hacía que se notara más el frío al abrir las ventanas.
A
las 14:20 ya estaba fuera, hice unas cuantas fotos del exterior y me
dirigí andando hacia la estación, ya que quería pasar antes por una
tienda de donuts sin gluten que tenía apuntada, Inahoya.
Cuando salí, estaban poniendo decoración especial en la entrada del castillo y farolitos en el puente.
Llegué
a la tienda a las 14:40 y estaba cerrada. Mi gozo en un pozo, me
quedaba sin desayunos ricos para los próximos días.
Había un cartel en
la puerta indicando que tenían sus productos en otras tiendas, pero solo
en japonés, por lo que me fue imposible entender dónde vendían
exactamente. Es el problema de que esta tienda ni esté en Google, sabía
que corría el riesgo de que estuviera cerrada, pero no me desviaba mucho
del camino hacia la estación, así que no perdía nada por intentarlo.
Ya
en la calle principal vi un 7eleven y aproveché para comprar un pollo
al limón a 213¥, que me servía para una comida en Miyajima en caso de no
llegarme lo que llevaba. Hay comidas que ya vienen cocidas que ni necesitan calentarse, se pueden comer tipo bento y te facilitan la vida cuando estás de viaje. Si no tienes restricciones alimentarias, puedes vivir directamente de los preparados de los supermercados, por menos de 5€
Las
distancias me resultaban mas cortas de lo que indicaba en Google Maps,
así que fui andando el resto del camino hasta la estación, llegando a
las 15:00.
No se me había ocurrido mirar los horarios de los
shinkansen y hasta las 15:55 no había uno con destino a Hiroshima. Podía haber aprovechado para ver alguna cosa más, pero es lo que tiene hacerlo todo improvisado.
Fui a
ver si había asientos reservados, ya que iba con mucho tiempo, pero en las
pantallas de la oficina ponía que estaba todo reservado, así que tenía
que ir en los sin reserva de nuevo.
No tuve problemas para sacar mis cosas de las taquillas, menos mal.
Para
estar de las primeras, me planté en la cola a las 15:20. Había solo una
señora esperando, por lo que dejé mis cosas en un banco y me levanté
cuando empezó a llegar más gente.
El tren era un Sakura, con los vagones
sin reserva del 1 al 3. Me tocó sentarme en el lado derecho, en
ventanilla, en un bloque de 2 asientos, en la fila 8. Cabía mi maleta
delante sin problemas y como no iba muy lleno, dejé la mochila en el
asiento de al lado. Siempre es preferible la última o la primera fila, ya que si al que va delante le da por recostar el asiento, no tienes espacio para la maleta.
En las vías hay indicadores de cuantos vagones tiene cada tren, según su nombre, por lo que no hay pérdida.
Merendé un poco y llegué a Hiroshima a las 16:33. El tren local hasta Miyajimaguchi salía a las 16:42, pero iba hasta los topes, por lo que me tocó ir de pie todo el camino.
Llegué a las 17:10 y en 5 minutos ya estaba en la
estación de ferry. Fui directa al embarcadero del ferry de JR, donde
nadie te pide el JRP para entrar. No tuve que esperar mucho, ya que el
ferry llegó a las 17:20 y salió a las 17:25.
Como iba sola, me tuve que
quedar en la parte de dentro con la maleta. Ya estaba refrescando y me
había tenido que poner la cazadora.
El viaje no duró ni 10 minutos y ya era de noche cuando llegué a la isla.
Enseñé
el pase para salir de la estación del ferry y me pasé por el centro de
información para llevarme algunos mapas y folletos. Esta vez había
alguna cosa en español. En el 2016 solo había en inglés.
Sobre todo
me llamó la atención un folleto para poder preguntar en restaurantes si
tienes algún tipo de alergia o intolerancia. En este, debes marcar lo
que no puedes comer y el camarero te indicará si es posible sustituirlo o
quitarlo.
Le veo bastantes fallos para un celiaco, ya que entienden el gluten como si fuera solo el trigo, (sin contar el resto de cereales) y no hay ni opción para la salsa de soja, que contiene trigo y es más que probable que ni lo sepan.
El
hotel no estaba muy lejos, el Sakuraya se encuentra en el paseo, no muy
lejos del ferry. Llegué a las 17:40 al hotel.
Estaban atendiendo a una
pareja española que se quedaban una noche, así que nos preguntaron si nos
importaba que nos explicasen a la vez todo. Nos dieron información
básica del hotel, las horas de cierre de la puerta por la noche, si
quería cambio de toallas y demás por estar alojada 2 noches, cómo acceder al ofuro, etc. Nos dieron las llaves y nos cobraron la
estancia. Nos dijeron que servían desayunos y los restaurantes dónde
podíamos ir a cenar, aunque le dije que no podía comer gluten y que ya
tenía todo mirado, que no se preocupase.
Mi habitación era la 408,
por lo que estaba en la cuarta planta. Menos mal, porque la última
planta no tiene ascensor, así que no tuve ese inconveniente. Mi habitación da
a la parte trasera, que es como maleza, pero como nunca estoy a horas
decentes, no me importaba mucho y esto hace que sea más económica.
Me costó
12500¥ las dos noches, siendo de los hoteles más baratos en la isla. La
habitación era espaciosa, con tatami y cama futón. No tienes que
aguantar muelles sueltos ni camas blandas, así que a mi me resultan muy
cómodas. Lo único malo es estar en el suelo todo el tiempo, que con la
espalda y rodillas fastidiadas no se lleva tan bien.
Tiene hervidor de agua y nevera, algo muy útil cuando se viaja con comida preparada.
El baño es pequeño, pero para una sola persona perfecto. Estaba muy limpio, que es lo más importante.
Hice unas cuantas fotos para mandar a la familia y busqué en Google un súper que ya tenía anotado, para ver si aún seguía abierto. Le quedaba menos de 1 hora para cerrar, así que salí a buscar algo de fruta y algo con qué comer, ya que no tenía cubiertos.
Salí
a las 18:20, dejando las llaves en recepción, como dice en el folleto
de normas, y primero me pasé por la tienda, que aunque es pequeña tiene de
todo un poco. Compré 4 plátanos por 200¥ y cotilleo que más tienen sin
gluten. Tienen la sopa instantánea sin gluten que traía en la maleta.
En
la tienda me doy cuenta de que no venden cubiertos, pero como guardé unos
palillos, podía utilizarlos en las comidas. Allí venden palillos, pero en bolsas con
tropecientos.
Pagué en efectivo, a una señora que ni papa de inglés y
que cobra con una máquina antigua, y me dispuse a caminar por la calle
de tiendas principal, camino al tori.
Cotilleé un poco el Starbucks y el
restaurante donde venden cosas aptas sin gluten, en la tercera planta
del Starbucks. Cerraba a las 16:00 y el Starbucks a las 20:00. Apenas
había como 4 personas dentro. Eso sí, las tiendas de recuerdos estaban
todas llenas de niños, comprando como si no hubiera un mañana.
Como no tenía más que el trípode pulpito pequeño, tenía que buscar sitios donde poder apoyar la cámara y esto me complicaba un poco. Cuando pasé la pagoda, a las 19:05, aún no estaba iluminada. Seguí caminando hasta el lado contrario del santuario, y ahí ya se veía la pagoda iluminada.
Hice
unas cuantas fotos, con poco éxito por la falta de trípode y escasa luz
y regresé a oscuras. Apenas había alguna persona por la calle y el
silencio ya era total. Fue el primer día en todo el viaje que realmente
pasaba frío, incluso con la cazadora puesta.
Cuando llegué a la zona
de tiendas, a eso de las 20:00, aún estaba la tienda de regalos llena de
niños comprando compulsivamente. Todo vacío, menos esas tiendas con niños.
Regresé
al hotel por el paseo, donde ya estaba todo cerrado y a oscuras. En
recepción pedí las llaves de regreso y me preguntaron si había podido
cenar. Se sonrieron al decirles que tenía una sopa instantánea de esas sin
gluten. No iba a contarles mi vida, ya que mi comida la traía en
tapers, listas para comer tipo bento.
Hacía un frío tremendo y traía
las manos congeladas, por lo que me puse a prepararme la cena. Había un
hervidor de agua, pero estaba desenchufado y todo, así que lo preparé y
puse en marcha, con la incertidumbre de si funcionaría o no.
A las
20:45 ya estaba cenando la sopa de bote con el puré de zanahoria y
patata y huevo duro. En principio frío, pero después decidí echarlo todo
en la sopa. No le puse todo lo que tenía en el sobre, porque
era demasiado fuerte para mi esa salsa y la pimienta que traía junto a las hiervas.
Tras
la cena me puse a pasar fotos al disco duro, que ya no me quedaban
tarjetas vacías, mientras veía un poco Netflix y jugueteaba un poco con
la cámara y las opciones de transferencia al móvil, que no me había
funcionado en la calle y no sabía qué pasaba. Resulta que estaba
abriendo la app de otra cámara distinta. Es lo que tiene ir en plan zombi cuando paso el límite de cansancio.
Ya empiezo a notar la acumulación de
cansancio de no tener respaldo y estar sentada en el suelo, así que
tengo que parapetarme contra la pared, para al menos descansar la
espalda.
Pretendía acostarme pronto, pero al final no lo hice hasta 12 de la noche.
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