Como quería hacer compras de algunos dulces sin gluten y productos de belleza (cremas, mascarillas, etc.), aproveché para hacer una prueba de peso en la maleta. Necesitaba ver cuando espacio tenía y cuanto pesaba. Tenía unos cuantos kilos para llegar al límite, por lo que no habría problema.
Con la tontería, al final me puse a desayunar casi a las 10 y hasta las 11 no salí del hotel.
Desayuné los gofres con un zumo de Kagome. Estos zumos son la salvación, porque no tienen apenas ingredientes y no llevan ni gluten ni lácteos. No son aptos todos los sabores, pero nunca tuve problema para encontrar uno en todos los supers o konbinis a los que entré.
Para los días que me quedaban, iba a moverme de nuevo con el pase de Metro y Toei de 72 horas. Siempre lo amortizo con creces, ya que solo cuesta 1500¥ y con 3 viajes que haga ya lo tengo pagado y siempre hago muchos más viajes al día.
Caminé hasta el metro de Inaricho y fui en la Ginza line hasta Shimbashi, sin trasbordos, llegando en menos de 15 minutos. Desde allí caminé unos 15 minutos hasta los jardines Hamarikyu, atravesando grandes calles con calles elevadas rodeadas de edificios modernos.
Este jardín existe desde el periodo Edo. Pertenecía a un señor feudal de la época, que tras la restauración Meiji, pasó a ser propiedad de la familia imperial y cambió su nombre a Hamarikyu.
Es el único estanque de agua salada en Tokio. Las compuertas de agua se abren y cierran según la subida y bajada del nivel del agua en la bahía de Tokio, regulando el flujo de agua que entra y sale del estanque.
Llegué a la entrada de los jardines a las 12 de la mañana. No parecía haber mucha gente y no había cola en la entrada. Me atendieron nada más llegar.
La entrada cuesta 300¥ y te dan un folleto en inglés.
No me di cuenta, pero al entrar hay un sello, justo al pasar las taquillas, junto con folletos en varios idiomas. En casi todos los lugares y estaciones hay un sello, pero muchas veces se me olvida buscarlo.
Es un jardín bastante grande, por lo que decidí rodearlo, empezando por la izquierda, donde estaba la entrada, dirección al campo de flores, que en ese momento estaba lleno de flores amarillas de colza, haciendo contraste con los edificios modernos y el cielo gris.
Había familias paseando y algunos grupos pequeños de turistas que se hacían fotos entre las flores, pero la sensación era de que el jardín estaba medio vacío. Se podía disfrutar con tranquilidad de un paseo agradable y hacer fotos de las flores sin tener que estar esquivando a la gente.
Continué mi camino pasando junto al campo de ciruelos. Algunos estaban ya terminando su ciclo de floración y otros aún estaban empezando, por lo que parecían un poco pelados en ese momento.
Aunque estén totalmente florecidos, las flores de los ciruelos nunca son tan espectaculares como las de los cerezos vistas de lejos, ya que crecen desde la misma rama y no cubren por completo el árbol, pero de cerca son tan preciosas como las de los cerezos.
Pasadas las 12:30 llegué a la bahía de Tokio, por donde pasa el río Sumida y desde donde se ve el Rainbow Bridge.
Hay una pequeña colina a la que se puede subir para ver todo el entorno y desde ahí continuar hacia los estanques. Desde esta colina se ve el puente por un lado y la torre de Tokio por el otro.
El césped estaba en ese momento de un color pajizo, pero aún así me pareció un jardín bastante bonito, con sus puentes, pequeñas zonas de rocas, lámparas de piedra, casas de té, patos descansando en las orillas y peces que hasta saltaban en el agua.
Desde los estanques se divisa la Tokyo tower entre los edificios.
Eran las 13:00 cuando terminé de dar la vuelta al jardín y me acercaba a la salida.
Pasé antes por los baños, que eran medio abiertos, por la parte del suelo, y se colaba el agua por debajo, pero aún así estaban super limpios. Tenían acceso a silla de ruedas, con wc tradicional y moderno, con montones de papel higiénico en cada cubículo. Hasta tenían jabón de manos, que no suelen tener en ninguna parte.
A las 13:15 ya estaba saliendo del parque, justo en el momento que parecía que estaba entrando todo el mundo, mientras un montón de cuervos revoloteaban y montaban un gran escándalo.
Caminé hacia la estación de Tsukijishijo, que era la que mejor me venía para ir a la Torre de Tokio.
El trayecto hasta Akabanebashi fue de menos de 10 minutos y a las 13:40 ya estaba camino al jardín de los ciruelos que hay en el parque Shiba, junto al templo Zojoji.
Los ciruelos estaban ya medio pelados y no se veía la torre desde esa zona.
Continué en dirección al templo y pasé por el parque Minato City Shiba Park, donde había un kawazu sakura solitario en todo el centro, desde donde se veía la torre de Tokio.
Había algunas personas haciendo fotos desde ahí, pero el parque estaba bastante vacío.
Me acerqué hasta el templo Zojoji, que estaba bastante solitario, con la Torre de Tokio al fondo.
No me entretuve mucho porque quería pasarme por el restaurante sin gluten, así que caminé hasta la estación de metro Daimon.
Por el camino me crucé con un equipo de rodaje que arrastraba todo el equipo en unos carritos, tras un chico que llevaba una cámara al hombro.
Eran las 14:25 cuando me subí al metro hasta Roppongi y en menos de 10 minutos estaba en el restaurante T's Kitchen.
Esta vez, el restaurante estaba más vacío que la última vez que fui y me sentaron en una mesa de dos personas, que había junto a la ventana.
Las mesas también son de sillas altas, como las que tienen en la barra, por lo que no había mucha diferencia respecto a comodidad.
Había una cesta en el suelo justo a mi lado, donde dejé la mochila, pero cuando llegó un grupo a la mesa de al lado, me indicaron que mi cesta estaba detrás de mí. Una posición extraña en cualquier otro país, ya que nadie quiere dejar sus pertenencia fuera de la vista, pero Japón es diferente.
Quería probar el karage, ya que la vez anterior había probado el ramen, pero me preocupaba que picase. Como el personal hablaba inglés, pude preguntar si era picante y me dijeron que sí lo era, pero que podían hacerlo sin picante si quería.
Me sirvieron un vaso de agua y esperé hasta las 14:55 la comida. Me quedé bastante alucinada con el tamaño de los trozos de pollo que tenía el plato. En la foto no se aprecia porque el tenedor también era gigante, pero eran como mi puño de grande. No pude terminarlo y me quedé con las ganas de pedir la tarta de sakura que tenían en el menú. Pregunté si podían poner para llevar lo que me quedaba del pollo, para no tirarlo y me lo pusieron en un envase de plástico.
Salí a las 15:15, pagando 1600¥, y me dirigí a la estación Nogizaka para coger el metro hasta Asakasa, que no estaba muy lejos de allí, para ver la zona de Harry Potter que han puesto.
Nada más salir empecé a escuchar la banda sonora de la peli, por lo que solo tuve que guiarme por el sonido para encontrar la salida dedicada al mago.
En las escaleras de salida había un giratiempo enorme, y en las paredes, siluetas de personajes y decorados de las películas.
Al salir vi un edificio con banderolas de las casas y al otro lado una calle ambientada en Londres, con un restaurante temático a un lado y una tienda de recuerdos en frente.
Me acerqué primero al restaurante. La entrada estaba en el interior de un centro comercial cubierto, donde había poca gente.
Junto a la puerta habia un mostrador donde vendían algunos recuerdos y se podía ver el menú en una pantalla digital.
Un poco más allá había unas vitrinas con objetos de colección, como corbatas, bolis o peluches, separados por casas.
Al fondo del centro comercial estaba la entrada al teatro, con publicidad y carteles de los actores de la obra The cursed child.
Eran casi las 16:00 cuando me detuve en la entrada de la tienda de Harry Potter. Sabía que había que pedir cita para poder entrar, por lo que me quedé mirando el código QR que había justo en la entrada, para pedir cita. No había ni cola ni mucha gente dentro, por lo que esperaba poder conseguir una entrada en el momento.
Una chica que estaba en la puerta se acercó para preguntar si quería entrar y me dijo que podía hacerlo sin la cita, si quería. Como no había nadie en ese momento, tuve suerte. Supongo que las citas las daban para entrar cada hora y al faltar 5 minutos para las 16:00, no quedaba nadie dentro.
Cuando entré no había nadie. Pude ver la tienda sin agobios y grabar sin temor a sacar a nadie sin su consentimiento.
Había de todo, sudaderas, bolsas, mochilas, varitas, bolis, carcasas de móviles, etc. Más o menos lo que suele haber en las tiendas de Harry Potter, aunque todo bastante más caro. No vi nada que bajara de los 3000¥.
A las 16:05 entró muchísima gente de golpe y me empecé a agobiar. Cuando salía, la gente ya tenía cestas llenas de cosas, como si las regalaran.
Desde fuera me quedé absorta mirando por el escaparate, viendo la de gente que había dentro y la cola que se había formado en la entrada.
Eran las 16:10 cuando decidí continuar hasta el siguiente punto. Caminé hasta llegar a la estación de Asakasa, por el lado contrario al que había llegado y me subí al metro hasta la estación Shin-ochanomizu.
Es una estación que está cerca de Akihabara, donde hay un puente con vistas a un cruce de trenes muy chulo. Lo había visto hacía tiempo en redes sociales, aunque últimamente se estaba viralizando y me daba un poco de cosa encontrarme aquello como Shibuya. Igualmente quería ir a un santuario cercano, así que no perdía nada.
No tardé ni 10 en llegar a la estación, pero Google maps me hizo dar una vuelta enorme para llegar al puente, que en teoría estaba a 2 minutos andando. Me hizo pasar por un puente más alejado, donde vi un restaurante español con vistas al río Kanda (El chateo del puente) y hasta vi pasar a los del Mario Kart.
Finalmente llegué al puente a las 16:45. Para acceder tuve que subir unas escaleras, ya que venía por la calle paralela y al nivel del río.
El puente en cuestión se llama Hijiri Bridge, así se puede encontrar en Google.
Estuve un ratillo haciendo fotos, viendo pasar los trenes mientras grababa un time lapse, hasta que empezó a anochecer.
Era la única haciendo fotos, aunque de vez en cuando alguno pasaba a mi lado y sacaba un video corto del tren que pasaba en ese momento, y otros se paraban a mirar lo que estaba grabando con el mini trípode.
A las 17:15 caminé hasta el santuario Kanda, situado a unos 5 minutos de donde estaba.
Este santuario lo tenía pediente desde el primer viaje, y por unas cosas y otras nunca lo visité.
Como ya estaba anocheciendo, estaba bastante vacío. Atravesé el tori de piedra de la entrada y di una vuelta por el recinto hasta que prácticamente anocheció.
Tiene algunas cosas curiosas como las tablillas con personajes de anime, una máquina expendedora de omamoris (amuletos) y una máquina de la suerte de esas que les pones una moneda y un dragón se mueve y te saca un omikuji (papelito donde te dice la suerte que vas a tener).
Se veía la luna sobre los edificios, junto a la silueta del Sky Tree y la tranquilidad que había en el lugar era sombrosa, teniendo en cuenta que una calle más allá estaba la bulliciosa Akihabara.
Salí del santuario sobre las 17:40 y caminé hasta Akihabara, pasando por un Maid café, en el que se veía a las chicas con sus uniformes de criadas, a través de los cristales de la entrada.
Llegué a la tienda Tamashii Nations Store, casi a las 18:00. Quería ver unas figuras a tamaño natural de Naruto, pero ya no estaban. Me di una vuelta para ver la exposición de figuras que tienen, algunas en venta y otras solo en exposición. Las que vendían, tenían agotadas todas las más chulas y eso que los precios eran bastante elevados.
Había sobre todo figuras clásicas y una vitrina enorme de figuras de Star wars.
Atravesé la estación de Akihabara hasta Radio Kaikan, junto al edificio que tiene las escaleras en tubos, y entré a cotillear las figuras y demás artículos que tenían.
Son varias plantas, todas dedicadas a artículos de coleccionista, algunas tiendas tenían figuritas de segunda mano, pero eran más caras de lo que costaban nuevas. Algunas las tenía de maquinas de bolas de otros años y aquí las vendían como 5 veces más caras.
Estuve un poco más de media hora, resistiendo el impulso de comprar alguna figurita chula que había, y caminé hasta el metro de Suehirochō, que me llevaba directo a Inaricho, la estación de mi hotel.
Por el camino me crucé con montones de chicas vestidas de maid, repartiendo propaganda o intentando conversar con algún chico que pasaba por ahí.
A las 19:15 ya estaba en el hotel, tan cansada como siempre.
Como ya tenía la cena hecha, una sopa a la que le puse los fideos de arroz, junto con el pollo que me había sobrado del restaurante, me puse a cenar prontito y antes de las 20:00 ya había terminado. Comí algo de fruta y me puse a planificar el día siguiente.
Al final, aunque había cenado pronto, entre planificar y charlar con la familia, no me acosté hasta las 12 de la noche. No tengo remedio.