martes, 7 de febrero de 2017

Japón - Diario de viaje - Día 14 - Kyoto (Arashiyama)

Kyoto (Arashiyama - templo dorado)

Este día aproveché para grabar el camino del apartamento a la estación y así tener constancia de lo que tardamos en el trayecto, fueron justo 10 minutos. Como la entrada al shinkansen está por nuestro lado, en menos de 3 minutos ya estábamos dentro de un tren, que salía a las 9:43. Tardamos 15 minutos en llegar a Kyoto,  donde cogimos la línea de JR San-In Line, que tardó unos 15 minutos en llegar a Saga-arashiyama station.

Consultamos el mapa del gps y nos pusimos en camino. Parecía bastante sencillo, solo era seguir en la misma dirección de las vías del tren hasta llegar al bosque de bambú. Aquello estaba llenito de gente. Hacía sol y se estaba perfectamente sin abrigo.



Justo al principio del camino había un parking de bicicletas y de alquiler con montones de ellas. Se podían alquilar de 9:00 a 17:00 por 1000¥ y las eléctricas por 1700¥.
Había mucha gente alquilándolas, pero con nuestros problemas de rodillas y que no creíamos que fuese mucha caminata, seguimos nuestro camino. Y menos mal, porque había tanta gente que se hacía imposible ir con bicis.


Cruzamos una calle grande y ya nos topamos con el primer puesto de comida lleno de gente. En Japón se ve gente comiendo a cualquier hora del día, cualquier tipo de comida.
A las 10:35 llegamos al inicio del camino del bosque de bambú. La verdad es que nos pareció que estaba al lado del tren.
5 minutos más tarde pasamos por el santuario Nonomiya, un santuario pequeñito en uno de los cruces en el camino del bosque de bambú. Justo pasándolo, el atasco humano era tremendo. Nada que ver con los cientos de vídeos y fotos que había visto del lugar.
Como siempre, supongo que es por ser la época de la floración, pero el gentío era demasiado grande y ruidoso.


Además el bosque no era tan grande. Quizá me había llevado a error pensar que la zona verde que se veía en google maps era todo el bosque, pero no, el bosque es más bien pequeño y se recorre en nada, lo que es más extenso es el parque que hay al lado.


A las 10:45 pasamos por una puerta de un templo, que no estaba indicado y luego vimos que era la parte de atrás del Tenryū-ji, donde estaban cantando monjes en el interior, aunque no se podía ver nada sí se les escuchaba.
Seguimos internándonos en el bosque. Vimos una puertecita de entrada al bosque, pero tenía un cartel enorme de prohibido el paso. Se ve que más de uno se colaba por ahí para meterse en el bosque fuera del camino.


A las 11 salimos del bosque y aparecimos en un parque lleno de cerezos con los pétalos cayendo por el aire. Esta zona estaba más vacía, pero era precioso, con pequeños sitios donde poder comer, lástima que fuese tan pronto. Como en todos los sitios donde vimos cerezos, había varias personas haciéndose fotos.
Caminamos dirección al río, ya que queríamos ir primero al templo que estaban en la misma dirección. En un cruce nos quedamos dudando, ya que las señales estaban solo en japonés. Decidimos ir hacia abajo y acertamos.


A las 11:20 llegamos al río y seguimos su curso hasta encontrar una calle por la que nos metimos hacia el norte, para ir al templo Tenryū-ji. Llegamos a las 11:40, pero antes de entrar mi hermana aprovechó una zona de fumadores junto a las máquinas de bebidas.
El templo estaba cerrado todo el día por una ceremonia, pero el jardín estaba abierto y es en realidad lo que merece la pena del templo. La entrada son 500¥. De haber estado abierto el templo, habrían sido 100¥ más.


En el primer edificio que había al entrar, tenían colocadas mesitas sobre el tatami, con vasos bien colocados.
Había partes del templo abiertas, ya que estaban preparando algún tipo de ceremonia, por lo que pudimos ver también los edificios.
Vimos también a unos cuantos hombres agachados recogiendo hojas una a una.

 

A las 12 llegamos a uno de los edificios donde había algún tipo de evento cerrado al que se podía acceder, previo pago de 500¥. Nos quedamos un rato intentando averiguar qué era y pudimos ver varias maikos. El señor de la puerta nos vio interesadas y nos dijo que era una ceremonia del té con maikos. Nos lo dijo en japonés, pero pudimos entenderlo por algunas palabras y los gestos.
Más tarde al traducir el cartel resultó ser un evento solo en ese día, de pocas horas, en el que servían té maikos de Gion y en el que se podían hacer fotos.
Nosotras por el tema del gluten, no podíamos plantearnos entrar, porque a ver como les explicas que no puedes tomarte lo que te dan, pero había muchos turistas que entraban para disfrutar la experiencia. Si se habla japonés encima puedes conversar con ellas, ya que las vimos entablando conversación con varias personas.

 

 
  

Nos dimos una vuelta por los jardines, que eran increíbles, llenos de flores y con el bosque de bambú de fondo. Las plantas tenían carteles explicativos, aunque solo en japonés.
Solo por el jardín ya merece la pena pagar la entrada. Las vistas del bosque de bambú desde el jardín son geniales y puedes apreciarlo sin tanta masificación de turistas.
Había un caminito que subía por la montaña que no exploramos, ya que se nos pasó al salir del recinto, pero quizá de acceso al bosque para poder verlo desde dentro.


Regresamos a la entrada (aunque se podría salir por la parte trasera que vimos antes desde el camino del bosque de bambú) y observamos un poco más a las maikos. Esta vez pudimos verlas ofreciendo el té con un dulce y conversando con la gente que había dentro.
Como había menos gente pululando por la entrada, podíamos verlas mejor y hasta pude grabar un poquito en vídeo, que es de donde he sacado estas imágenes, por eso tienen peor calidad.


Salimos a las 12:35, regresando por donde habíamos venido, ya que queríamos ir al río y cruzar el puente Togetsukyo.
Como era hora de comer fuimos buscando un sitio donde sentarnos. Se estaba nublando un poco, pero hacía muy buen tiempo.
Antes de llegar al puente le señalé a mi hermana el monte que había que subir para ver a los monos y se pensó que estaba de broma. Teníamos intención de ir al parque de monos que había al otro lado del río, pero la convicción de mi hermana con que no había que subir no auguraba nada bueno.


En cuanto llegamos al puente el hervidero de gente volvió a adueñarse del lugar. Hasta nos fue complicado cruzar la calle para ir al otro lado. Ahí vimos a gente sentada en la orilla del río y algunos estaban comiendo, por lo que bajamos la pequeña empinada cuesta de rocas y nos sentamos a comer. Empezó a calentar bastante, por lo que me quedé en manga corta y todo.


A las 13:25 emprendimos el camino hacia el puente para cruzarlo esta vez, tarea difícil ya que había que tirarse a la carretera para poder avanzar de la de gente que había. De hecho no me podía parar a grabar ni hacer fotos porque me daban por todos lados.

Nada más cruzar el río, aproveché a llenar la botella de agua en una fuente y siguiendo recto vimos el cartel del parque. Unos pocos pasos a la derecha y vimos el cartel con el precio, 550¥, y ya vimos que había que subir escaleras. Ya lo sabíamos y se lo había advertido a mi hermana, pero fue verlas y echarse para atrás, sobre todo cuando en la taquilla vio que eran 20 minutos andando cuesta arriba. Estaba muy dolorida de las caminatas y se negó a subir más, a pesar de que le hacía mucha ilusión ver monos.


Emprendimos el regreso a la estación y a las 13:50 atravesamos un paso a nivel, en la estación de Arashiyama, que estaba decorada con banderolas y cerezos a los lados.
A las 14:10 llegamos a Saga Arashiyama. Pasamos primero por los baños, ya que hay que aprovechar los lugares donde más limpios están y cogimos el tren hacia Emmachi, donde cogeríamos un bus hasta el pabellón dorado.
En las estaciones de tren veíamos de vez en cuando carteles avisando del peligro por utilizar palos selfie.
Se ve que han tenido más de un susto y no me extraña, porque hay ciertos turistas que no se separan de los palitos ni para ir al baño.
Una de las veces que esperábamos la llegada de un tren bala, un turistas metió el palito en plena zona de las vías y enseguida estaba el hombrecillo pitándole a pleno pulmón para que se quitase.


No se porqué no nos habíamos dado cuenta de que los buses se podían pagar con la pasmo y como ese día no habíamos cogido el bono, ya que no haríamos más de dos viajes, pagué con efectivo. Mi hermana lo tenía justo, pero yo tenía un billete. El bus iba lleno, como siempre y a un chico que iba delante el conductor le hizo ponerse a un lado para dejar pasar, pero claro, como hablaba en japonés ni idea de qué decía. Intenté meter el billete y me paró, diciendo que pasaran los demás. Por lo que entendimos que no tenía cambio la máquina, pero claro, si todos iban con pase diario, podíamos estar ahí la eternidad. Como tampoco sabíamos cuando estaría aquello recargado, metimos el billete y nos dio el cambio todo mezclado, por lo que al final le tuve que pedir mi cambio al otro chico. Un lío tremendo.

Llegamos a las 15:00 al Kinkaku-ji, lleno de gente ya antes de llegar a la puerta.
Tenía planeado ir por la tarde porque es cuando dicen se ve mejor, aunque el sol se había ocultado, la luz refleja por ese lado favoreciendo el reflejo en el agua. Evidentemente había más gente que había hecho lo mismo, porque aquello estaba imposible de gente.


La entrada fueron 400¥, que pagamos cada una con un billete para tener cambio para el bus de regreso.
Nada más entrar un señor nos indicaba que fuésemos hacia la izquierda. Había leído que en este sitio solo se podía ir en una dirección y que el trozo para ver el edificio era muy corto, por lo que no quería que me mandasen hacia un lado directamente, sin verlo desde donde entrábamos, por si luego no podía volver a pasar por ahí, pero no, resultó ser que ese lado era sin salida, justo el frontal del pabellón y te tenías que regresar para seguir el camino del complejo. Eso sí, para verlo de frente es el único sitio, una vez que pasas al lado, ya solo lo ves por la parte trasera y lo dejas de ver en cuanto te internas en la vegetación.


Había ratitos en los que salía el sol y se veía más espectacular, pero era complicadísimo acercarse a la valla para poder hacer fotos, ya que había familias enteras que se turnaban y gente con los palos selfies moviéndolos para todas partes. Si te descuidabas te sacaban un ojo.
Estuvimos un rato en la zona del frontal hasta que se despejó de gente. Había mucha gente, pero al menos no tanta como para que hubiese 5 filas de personas para llegar a la valla y ya nos podíamos mover libremente al menos, que estábamos un poco agobiadas.


A las 15:50 pasamos por unas estatuas donde la gente prueba suerte lanzando monedas. Mi hermana tiró una y la metió dentro del cuenco de metal a la primera.
A las 16:00 nos dirigíamos a la salida, yo ya estaba con dolor de rodilla, por lo que no estaba para muchos trotes. Había puestos se sake y de dulces y una zona para tomar el té por 500¥, lo mismo que en el templo donde te lo daban las maikos.


En la salida había montones de puestecitos y justo a la salida, había unas máquinas de helados donde me compré uno de barquillo con chocolate Hershey’s por 140¥.
Nada más comprarlo me puse malísima de la tripa y tuve que ir directa a los baños que había en la salida. No se si sería el agua de la fuente o el sol, pero en un momento estaba con tiritonas y un mal cuerpo tremendo.
Al salir del baño me senté en un banco y tras 5 minutos de mal cuerpo me sentí con fuerzas de probar el helado. Pensaba probarlo solamente, pero no se si era por el calor, me entró muy bien y estaba muy bueno, así que me lo comí todo, aunque me daba un poco de miedo tener que volver al baño, no pasó de ahí.


A las 16:30 regresamos al mismo bus, para coger el tren hasta la estación de Kyoto y regresar a Osaka, ya que ambas estábamos con nuestros achaques a flor de piel, yo con la rodilla dolorida y mi hermana con la espalda ya bastante resentida.
Esta vez el bus no iba tan lleno y se podía respirar. También es verdad que no hicimos mucho trayecto, ya que estábamos al norte de Kyoto.
Nos bajamos del bus 15 minutos más tarde, pagando sin problemas. Cogimos el tren en Emmachi Station y el shinkansen en la estación de Kyoto.

A las 17:55 estábamos en el Lawson junto al apartamento comprando algo de fruta. Una manzana por 108¥
Justo al lado había una tienda con comida preparada por menos de 600¥ y la mayoría rondaba los 400, de bandejas con arroz, verduras y algún tipo de carne. El que no tenga problemas de alergias, desde luego tiene muchas opciones baratas y rápidas.


A las 18:00 ya estábamos en casa. Recogimos la colada y en teoría íbamos a aprovechar para cocinar con calma, pero mi hermana se acostó y se quedó frita.
Yo al final me había quemado con el sol y eso que estaba medio nublado y nunca me quemo. Tal vez fue el agua o fue una pequeña insolación o ambas cosas las que me hicieron ir al baño con escalofríos, pero el caso es que ya en casa estaba bien y no tuve ningún mal rato.

Cenamos pronto, antes de las 21:00, no recuerdo qué pero fue algo que me resultó un poco pesado porque Laura utilizó mucho aceite. Nos vimos la peli de Una pastelería en Tokyo, contestamos emails del trabajo y a las 23:30 nos fuimos a dormir.

El pronóstico del tiempo del día siguiente era de lluvia, así que aunque nos quedaban cosas por ver en Kyoto decidimos quedarnos en Osaka e ir a ver el castillo y alguna zona de las que tenía apuntadas. Incluso intentar ir de compras a algún centro comercial para evitar la lluvia.



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