lunes, 2 de mayo de 2022

Japón 2019 - Diario de viaje - Día 12 - Kanazawa y Tokio

 

Miércoles 20 de noviembre de 2019

Me desperté a las 6 de la mañana, con el recuerdo de que había hecho un sándwich de salmón en Nagoya y no sabía dónde lo había dejado. Tras buscar un rato lo encontré en la nevera.

Me había puesto el despertador a las 6:30. Como estaba lloviendo lo cambie a las 7, pero como me dolía la espalda, me desvelé y no pude volver a dormirme. Fue la cama en la que más me dolió la espalda de todo el viaje y eso que el resto habían sido futones y no camas.

A las 6:54 desayuné un plátano con el muffin de manzana que había comprado por la tarde. Estaba bastante seco y solo tenía manzana por arriba, el resto era un bizcocho normal y corriente. Esta tienda de Kanazawa resultó ser de las peores en dulces sin gluten de todo lo que probé en Japón.


A las 7:45 ya estaba lista para salir, aunque me entretuve un ratillo grabando en el hotel.
10 minutos más tarde bajé a hacer el check out y dejé la maleta en recepción para poder seguir viendo la ciudad.
Me encaminé hacia otro de los barrios de geishas, el Higashi Chaya district, que se encuentra al otro lado del río. Estaba muy cerca del hotel, así que no tuve que caminar mucho. 
Cruzando el puente Asonagawa vi una grulla en el río y aproveché para grabarla con el fondo del barrio que había visitado la noche anterior, Kazuemachi Chaya District. Los árboles tenían las hojas en un rojo intenso que contrastaba con el marrón de las casas tradicionales y lo gris que estaba el cielo.


Como eran las 8 de la mañana, estaba todo bastante tranquilo y apenas había gente por la calle. Cuando llegué a la zona de casas antiguas el silencio era increíble. Chispeaba un poco, así que me tocó hacer uso del paraguas, más que nada para que no se mojara la cámara. 
Nada más entrar en el barrio, me topé con un cartel en el que indicaba que no se podía fumar, pasear perros, comer o beber mientras se caminaba en esta zona.

Al adentrarme me crucé con algunos turistas americanos, aunque eran poquitos y mayores, por lo que caminaban sin montar mucho escándalo. Caminaban sin paraguas ni chubasqueros, ya que apenas caían cuatro gotas.

A las 8:10 llegué a una de las calles principales. Estaba completamente vacía, con todo cerrado y en silencio, pero según avanzaba llegó una pareja de novios con un equipo de fotógrafos que perturbaron el ambiente del lugar.
Como no podía hacer nada por evitarlos, decidí colocarme detrás de ellos y aprovechar el escenario.
Al fondo de la calle se veían los árboles rojos, amarillos y verdes, que junto al kimono de la chica, alegraban el ambiente dando un poco de color al día.


Pasé por la casa de té Shima, que ahora es un museo, pero que a estas horas estaba aún cerrado. La entrada costaba 500¥
Continué recorriendo el barrio y pasé junto a un punto de recogida de de botellas, en las que hay varias cajas, clasificadas por tamaños. Había, justo encima, un cartel con un montón de indicaciones de cómo tirar las botellas.

A las 8:30 me encaminé al santuario Oyama y sin darme cuenta llegué al mercado Omicho, tras 10 minutos andando.
A esas horas aún estaba medio vacío de clientes y turistas, pero los puestos estaban abiertos. Había puestos de flores, de verduras, de pescado, frutas... Los restaurantes la mayoría estaban cerrados, pero de algunos puestos de brochetas salía un olor divino.
Había carteles de no comer mientras se camina.
Me encontré perritos metidos en sus cochecitos, a las puertas de los locales, que ladraban según pasabas. Por más que me cruzaba con este tipo de cochecitos, no dejaba de sorprenderme.


A las 8:50 salí del mercado y en 10 minutos estaba en el santuario. Entré por el tori situado en el norte, por un lateral del santuario.
Había unas mujeres barriendo hojas, con las escobas que utilizan en Japón para exteriores, de ramitas, como en las historias de brujas.
Se escuchaba como una sierra o soplador de hojas de fondo, pero el santuario estaba vacío, había sol en ese momento y las hojas rojas resaltaban sobre las verdes.
Había algunos puestos frente al santuario, por lo que supuse habría algún tipo de festival. Aunque en ese momento estaban cerrados y daban un aspecto de suciedad.


A las 9:00 se puso a llover justo cuando estaba caminando por las piedras que hay en el estanque. Como la lluvia empezó a ser más intensa, decidí seguir mi camino hasta la casa samurái que quería visitar.
En unos pocos minutos llegué a la casa samurái Nomura.
La entrada costaba 550¥. Es una visita corta, una casa pequeña pero interesante de ver. Aún así, el precio me pareció un poco abusivo, ya que es similar al de la entrada al castillo de Matsumoto.


Estaba bastante lleno de turistas, quizá es por eso que el precio es elevado.
Al entrar había que quitarse los zapatos y llevarlos en una bolsa o dejarlos en las baldas de la entrada, ya que todo el sueño es de tatami.
Lo malo es que hay zonas exteriores donde se te congelan los pies, así que es recomendable llevar calcetines gorditos para ponerte sobre los tuyos.
Nada más entrar tienen expuesta una armadura samurai bastante impresionante.


No había carteles explicativos en inglés ni en otro idioma que no fuese el japonés, por lo que no sabías muy bien lo que estabas viendo. Lo bueno es que se podía entrar a todas las estancias y verlo a tu ritmo.
En el jardín interior ya habían puesto cuerdas en los árboles y habían tapado algunos de los faroles para protegerlos de la nieve.
Hay una sala de té tradicional en el piso superior. Hay que subir por unas escalera de piedra que, en esa época del año, estaban heladas. 
Hay dos salas, con ventanas con vistas al jardín, con una pequeña estufa eléctrica en cada una.
Una de las salas tiene una puerta super pequeña, por lo que hay que agacharse para poder entrar. Muy curioso de ver aunque no pienses tomar té.
Se puede tomar té por 300¥, bastante económico para la experiencia de tomarlo en un sitio como este.


Hay una sala con un museo y al lado un wc. En ese momento había un grupo de americanos con una guía que les estaba dando una charla, pero ocupaban casi todo el espacio y no dejaban ver las cosas expuestas. Había espadas, cartas, monedas y objetos, que en este caso sí tenían traducciones.

Salí sobre las 9:40 y me dispuse a caminar por el barrio de samuráis de Nagamachi.
Tenía marcado en el mapa que estaba al norte de la casa samurai, pero por esa zona no vi muchas casas antiguas, así que me di la vuelta hacia el río cuando vi que empezaba a adentrarme en construcciones modernas. Es lo que tiene la lluvia, que se complica si quieres hacer fotos, sujetar el paraguas y comprobar Google Maps a cada paso.
Más tarde vi en Internet que la calle más típica está justo al sur de la casa Nomura.

A las 9:50 Entré a ver las ruinas de la casa de la familia Takada, miembros del clan Kaga. El acceso es gratuito y hay carteles explicativos traducidos al inglés. Tiene un jardín muy chulo con árboles rojos y unas cuadras donde se puede entrar, aunque los carteles explicativos están solo en japonés.
 

A las 10:10 llegué junto al río por el santuario Saigawa y bajé al paseo que hay a la orilla del río, para dirigirme caminando hacia el sur, hacia el Nishi Chaya District.

A las 10:25 llegué a Myouryuji, más conocido como el templo ninja. El acceso solo se puede hacer con reserva, pero esta no se puede realizar online, así que decidí verlo solo por fuera.
Di un rodeo al edificio, me crucé con un grupo de españoles y me encontré en un pequeño cementerio, en un camino sin salida.


Continué caminando por la zona hasta llegar a una calle donde se escuchaba música en el interior de una casa. Buscando el origen, me topé con un museo gratuito, Nishi Chaya Shiryokan, donde por supuesto entro a cotillear.
En la planta baja hay unos paneles que supongo cuentan la historia de la construcción, pero solo están en japonés. En la planta superior tienen un salón de té tradicional, con su mesa e instrumentos musicales. Había un viejito japonés que intentaba chapurrear un poco de inglés, aunque casi que se le entendía mejor hablando en japonés que en inglés.

Coincidí con unos españoles y nos quedamos un rato charlando en la puerta a la salida. No tenían reservas en algunos lugares y no sabían bien ni a que ciudades iban a ir, ni como moverse por Kioto ni si dormir ahí o no. Como eran jóvenes les recomendé Osaka para pasar noche.
 
En ese momento, me despisté con la hora y pensé que el tren salía una hora antes, así que me fui con prisas, pensando que iba justa de tiempo.
Podía haber estado una hora más viendo esta zona si no me hubiese despistado.


Me encaminé de regreso al hotel sobre las 11 de la mañana, por la calle principal, donde había varios operarios colocando cuerdas en los árboles y setos.
Pasé de nuevo por el santuario Oyama, aunque esta vez no lo atravesé y continué caminando por callecitas estrechas, dirección al mercado.

Eran las 11:30 y a estas horas en el mercado ya había mucho movimiento. Los puestos de comida estaban abiertos y había mucha clientela en los puestos de pescado y marisco.
No conseguí descifrar los precios, ya que no me quedaba claro si eran por peso, por pieza o por caja entera.


Seguía lloviendo, pero como el mercado está en una calle techada, se podía ver con calma.
Salí del mercado por una calle lateral, dirección al hotel. Eran las 11:50 y me quedaban dos horas para la salida del tren que tenía reservado.
Como no me di cuenta hasta ese momento de que iba con mucho tiempo, decidí pasarme primero por el 7 Eleven a comprar la comida para el trayecto.
Me compré una ensalada de patata (190¥), un onigiri de salmón (140¥) y una salchicha, que indicaba que no contenía trigo (108¥).
La ensalada no la debí mirar bien y luego me di cuenta que tenía queso y que podía contener trigo, aunque no se muy bien si realmente tenía o si lo ponen como posibles trazas porque hagan cosas con trigo en la misma fábrica. 

A las 12 ya estaba en el hotel recogiendo la maleta y reorganizando la mochila. Hice la pasada de rigor por el wc antes de salir y me encaminé a la parada del bus.
En recepción me dijeron que no fuese al bus que había más cerca, porque tardaba mucho en llegar, que mejor fuese al otro lado del mercado, que había varios buses que llevaban a la estación.
Nada más atravesar el mercado, vi la parada al otro lado de la calle y justo en ese momento llegaba uno de los autobuses, así que no tuve ni que esperar.
Los buses en Kanazawa tienen un precio de 200¥ que hay que pagar en efectivo y el cambio justo, ya que no tienen opción de pagar con la pasmo.

Llegué en poco más de 5 minutos, por lo que apenas eran las 12:30 y aún me quedaba más de una hora para mi tren.
Decidí entrar a la sala de espera, donde hacía más calor y había muchos asientos, aunque en ese momento estaban todos llenos. Como está dentro de una tienda, miré un poco lo que tenían a la espera de que se liberase algún asiento.
Llegué a plantearme subirme en el tren anterior, pero como sería sin reserva, tenía que hacer cola con antelación y como hacía bastante frío, decidí esperar al que tenía reservado.
Parte de la culpa de que fuese con tanto tiempo la tenía el Google Maps. Me indicaba que los recorridos andando eran más largos de lo que realmente eran. Quizá es que ando más rápido que la media, pero en ninguna otra parte me pareció que la estimación de tiempo fuese tan diferente a la real como en Kanazawa.


Aproveché para mirar el tiempo que haría los siguientes días en la zona del Fuji y salvo el día siguiente, el resto pronosticaba lluvias. Decidí ir al día siguiente, con la idea de comprobar antes de salir la cámara en vivo de Kawaguchiko, para cerciorarme de que realmente se vería con claridad.

A las 13:30 me puse en marcha, pasando por el wc antes de ir a mi andén. Los baños de esta estación son muy amplios y pude meterme incluso con la maleta.
Cuando llegué a la entrada de mi vagón, me di cuenta que estaba justo en la entrada del ascensor. ¿Habrá pensado en esto también la chica que me dio las reservas? Estaba alucinando un poco con todas estas coincidencias.
Me coloqué en un banco junto al número de mi puerta, en el coche 6, y como vi una maquina de bebidas al lado, aproveché para comprarme una botella de agua por 110¥, que pagué con la pasmo.

A las 13:49 llegó el tren Hakutaka 594, con llegada a Tokio a las 17:12. A unos metros de mi, había una mujer grabando la llegada del tren, con el brazo metido en la vía, pasada la barrera. Justo delante suyo tenía un trabajador, pero como estaba mirando en sentido contrario no la vio y por los pelos no se llevó el tren su brazo por delante.
Mi asiento era el 17a, en la penúltima fila, así que dejé la maleta al final del todo, en el espacio que hay para maletas. Como esa línea era bastante nueva, el tren era más amplio y se notaba que había más espacio.


En cuanto se puso en marcha aproveché para comer lo que había comprado. En la ensalada había queso, que ni noté al comérmela y vi más tarde en los ingredientes. Como también tenía col, pensé que ciertos efectos secundarios de debían a eso, pero se ve que había varios motivos.
La salchicha estaba buena, pero me picaba bastante y no pude terminarla.

Al lado tenía a un hombre que devoró su comida en un santiamén. No entendí las prisas hasta que vi que al terminar sacó su portátil y se puso a escribir. Mi sorpresa fue que a los 5 minutos dejó de teclear y se quedó dormido. Tanta prisa en comer para trabajar, para luego quedarse frito.

Había estado lloviendo todo el día, pero pasando por Nagano, a las 15:35, empezó a despejarse.
Cuando estaba llegando a Tokio, vi que la próxima parada era Ueno, por lo que decidí bajarme ahí, ya que me pillaba más cerca del hotel que la estación de Tokio. Me bajé a las 17:09 y fui hasta el hotel en tren JR, aprovechando el JRP.

Desde Ueno hasta Minami senju tardé 10 minutos en tren y de ahí fui andando al Juyoh hotel. Llegué a las 17:40, me registré en la entrada, pagué con la tarjeta N26, 21000¥, 6 noches, 400¥ menos de lo que en teoría tenía que pagar. Al cambio me cobraron 175,08€
Ese día en el ninja exchange el cambio estaba a 119¥ el euro.


En recepción me preguntaron si ya había estado anteriormente y me dieron las llaves.
Me tocó en la segunda planta, una de las que tienen duchas. No recordaba que hubiese microondas en el pasillo el año anterior, pero esta vez había un fregadero con una mesa al lado con un micro, tazas de café, vasos de cartón y bolsitas de té.
También había cubos de basura y carteles con instrucciones en la pared.


Llegué a mi habitación y me llevé una sorpresa al ver que me habían dado una habitación doble. Genial, así tendría más espacio. La verdad es que el hotel parecía bastante vacío.
No me había acordado que tenía que pasar por Akihabara, para cambiar el efectivo que traía en el Ninja exchange. Como la tarjeta Bnext no me funcionaba, tenía que sacar dinero de un cajero para llevar en la excursión el Fuji.


Fui al cajero que había en el 7 Eleven, unas calles más allá, dirección a la estación. Quería buscar además una sopa instantánea sin gluten, que venden en este súper, para llevarla a la excursión.

Compré la sopa por 165¥ y saqué del cajero10000¥ con la n26 (83,42€+1.41 de tasa de cajero).



De allí caminé de nuevo hacia el hotel para hacer la compra en un súper cercano, llamado Shimadaya. Ya lo conocía de la vez anterior, pero lo vi diferente y al comprobar el Google vi que estaba recién renovado. Habían ampliado el local y habían reabierto hacía un mes, con cajas nuevas donde ya aceptan el pago con tarjeta. Como ya había probado mi tarjeta en otros supermercados y no funcionaba, decidí pagar todo con efectivo.
Estuve una media hora comprando, hasta las 19:10 y me llevé un poco de todo para esa semana. De fondo tenían ya el hilo musical navideño, y en ese momento sonaba el Merry Christmas de lo NKOTB. Todo muy noventero.
Como de costumbre no pude identificar ningún pescado blanco y mandé fotos al chat de la familia a ver si me ayudaban, pero como lo vi todo caro, al final compro solo pollo y cerdo y nada de pescado. Ya compraría el salmón ahumado del 7evelen, que al final era igual de caro y no tenía que cocinarlo.


De allí me fui directa al hotel, reorganicé un poco todo en la mini nevera y preparé las cosas que tenía que llevar a la cocina para preparar varias comidas para los días siguientes.
A las 20:00 me puse a cocinar. Habían cambiado la cocina de sitio y ahora era más antiguo el fogón y no conseguía encenderlo. Tuve que ir al mostrador para preguntarle al chico y le tocó venir a ayudarme porque no pude de ninguna manera. Antes tenían indicaciones escritas y ahora, que era una cocina vieja, no ponían nada. Como eran dos fogones, me puse a hacer varias cosas a la vez para terminar antes, aprovechando que no había nadie.
Me preparé un bento con una ensalada con de todo y bacon ahumado, para el día siguiente y subí a preparar la mochila con una muda y la comida para el día siguiente. Tenía que levantarme a las 6:30 si quería llegar pronto al Fuji, así que a las 22:30 ya me estaba preparando para acostarme.


A continuación pongo el listado de lo que compré en el súper.



Shimadaya (Tokio).
  • 3 zanahorias 141¥
  • Yogur meiji 169¥
  • Brik almendra 108¥
  • Lonchas de lomo 276g 356¥
  • Pechuga de pollo 292g 221¥
  • Cebolla larga 128¥
  • Espinacas 198¥
  • 2 patatas 116¥
  • Setas 198¥
  • Brotes de soja 29 (-15 de descuento)¥
  • Aguacate 128¥
  • 5 plátanos 128¥
  • Fresas 350¥

Total 2403 + 192 (8%tasas) = 2595¥

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