lunes, 19 de abril de 2021

Japón 2019 - Diario de viaje - Día 3 - Sanjusangendo y Nijo

 

Lunes 11 noviembre 2019

Me desperté a las 7:30 pero intenté dormir más tiempo ya que necesitaba descansar, pero no lo conseguí y al final ni descansé ni salí temprano.
Desayuné los cereales con avena y arándanos y en vez de la bebida de soja con fresa, que es la que había tomado el día anterior, probé la de almendra que estaba bastante buena. La fresa me pareció demasiado perfumada, con un sabor demasiado químico.

Ese día mi primo iría al mercado de Kioto y a comer a un sitio de ramen. Como eso estaba por el centro y no tenían opciones sin gluten, lo descarté y fui a mi ritmo.
Aún me quedaban sitios por ver de mi primer viaje. Este día iría al templo Sanjusangendo y al castillo de Nijo y ya vería si me daba tiempo de algo más.

Salí de casa bastante tarde como a las 11 de la mañana. Esta vez me dejé de experimentos y fui directamente hasta Shin-Osaka para coger un shinkansen hasta la estación de Kioto.
En Shin-Osaka hice un alto en un cajero del 7 donde intenté retirar dinero con la Bnext, pero me salía un mensaje de invalid card. Lo intenté varias veces siempre con el mismo resultado.
Retiré 20.000¥ con la n26, 166.56€ (el tipo de cambio era de 0.0084. Me daban más que en el ninja que estaba a 119,30. Aunque más tarde te descuentan el 1,7% en comisiones, seguía siendo más o menos el mismo cambio).

Como perdí un rato en estas historias del cajero, al final llegué a la estación de Kioto a las 12:00.
Salí por la parte de atrás, la salida que da al sur, para ir caminando hasta el templo, siguiendo las instrucciones de Google Maps.


A pesar de caminar a paso ligero, tardé más de lo que indicaba Google y no llegué hasta media hora después a Sanjusangen-do. Por el camino pasé al lado de lo que pensaba que era una casa tradicional, que en realidad era un templo, situado justo entre dos tramos de vías elevadas del tren. Era alucinante dónde estaba situado.
En el camino me dio un poco de hambre y aproveché que iba por calles sin gente para comerme una barrita de cereales, porque ya veía que poco iba a parar ese día.
Me llevé un sándwich y un plátano, pero al final no pude parar en ninguna parte más que los trenes, así que cuando llegué a casa ya hice comida y cena a la vez. Es lo que tiene no querer perder ni un segundo. Encontrar bancos para sentarte es bastante complicado en Japón y se puede llegar a perder un valioso tiempo buscando sin resultado.


Llegué al templo a las 12:30, tardando bastante más de lo que indicaba Google y eso que camino a paso ligero. La entrada me costó 600¥ y aunque el recinto no es muy grande, merece la pena entrar solo por ver la impresionante sala con las 500 estatuas de Kannon, donde lamentablemente, no permiten hacer fotos. Hay que descalzarse para entrar, así que id preparados.
Como no había mucha gente, se podía disfrutar con tranquilidad, pasear por los jardines y admirar la campana y las puertas del recinto.

Salí a las 13:30 y caminé de nuevo hasta la estación, pero decidí ir hasta la estación de Tofukuji, un poco más al sur de la estación de Kioto, para poder caminar por ese barrio y recorrer otras calles, y subirme de nuevo al tren JR hasta la estación de Nijo. Pasé por las vías del tren, desde dónde se veía la torre de Kioto a lo lejos, y por unas calles totalmente vacías. Tardé poco más de 10 minutos en llegar a la estación, pero me tocó esperar un poco el tren y no llegué a Nijo hasta las 14:20.


Desde la estación fui andando hasta el castillo. Sabía que estaba en obras, pero ya me lo había perdido en el otro viaje por lo mismo, así que quería ir de todos modos. La entrada al castillo y los jardines eran 1030¥ y se podía comprar en una máquina. Las entradas sólo para el jardín había que comprarlas en taquilla. El pecio me pareció un poco excesivo, sobre todo por tener gran parte en obras, pero bueno.


La verdad que es un castillo bastante bonito y aunque la residencia principal estaba totalmente cerrada y no se veía ni desde fuera, el Palacio Ninomaru, que es el edificio que se podía visitar, es bastante interesante por sí solo.

Puedes escuchar el ruido que hace los suelos de madera al caminar sobre ellos, los llamados suelos de ruiseñor, las estancias con reproducciones originales de las paredes..., y lo mejor es que hay carteles explicativos en inglés en el que te cuentan todo lo que estás viendo.


Al salir estaba lloviendo, aunque escampó enseguida y pude recorrer los jardines sin tanta lluvia.
Los jardines son fantásticos y hay un lugar elevado desde donde se ve el edificio del castillo, que en esta ocasión estaba todo cubierto con lonas.


En los jardines hay un casa de té y estanques preciosos. Como estaba el día lluvioso y estaba a punto de llegar la hora de cierre, no había mucha gente y se podía disfrutar con más tranquilidad de la habitual.

Salí de allí a las 16:30. Estuve dentro mas tiempo del esperado.
De allí fui andando hasta estación de Nijo para ir a la estación de Kioto. Intenté sacar dinero otra vez en un cajero que había en la estación de Nijo pero tampoco funcionó. Contacte con el servicio de ayuda de la Bnext y no obtuve respuesta alguna.
Finalmente no pude volver a retirar dinero con la Bnext, ya que dejó de funcionar por problemas técnicos en todo el extranjero para retiradas de efectivo. Estuvo como un mes sin este servicio, así que aunque el cambio de la n26 era peor, no tuve más remedio que utilizarla.

El trayecto desde el castillo a la estación de Nijo son unos 10 minutos y de ahí a la estación de Kioto es de menos de 10 minutos, por lo que es una visita bastante accesible en transporte JR.

Me quedé un ratillo dando una vuelta por la estación y pasé al lado sur para buscar el centro comercial de Aeon, donde hay un súper con sección para alergias y un Daiso. Eran las 5 de la tarde y ya era noche cerrada.
La entrada del centro comercial estaba iluminada como de Navidad y en las escaleras había una publi gigante de Star wars, que por supuesto fotografíe para mandársela a mi hermana.


Me costó la vida encontrar la tienda, resulta que es un centro comercial que tiene como dos edificios y están conectados pero solo desde algunas plantas. Tuve que buscar un plano que tenían y aún así estuve dando mil vueltas hasta que descubrí por donde había que bajar y volver a subir. Súper extraño como se comunican algunos edificios, son como ratoneras.
Compré mi papel film y dos tuppers pequeños en Daiso (220¥), y un paquete de arroz en el súper Kohyo que me costó 419¥ de 800 gramos (el más barato que vi), de la marca topvalu (tipo marca blanca). Era la bolsa más pequeña que había de arroz. No deja de sorprenderme lo caro que es el arroz comparado con el de España.

De ahí caminé hasta la estación de Kioto y me subí en un shinkansen a las 18:40, donde apenas estuve 5 minutos sentada, porque me pasé la mayor parte del trayecto caminando por el interior hasta los vagones sin reserva. Me pareció el tren más largo de la historia.

La loop line hasta el alojamiento me pilló a tope de gente, así que me cambié la mochila al frente para no molestar, y de pronto un señor sentado frente a mi se levantó para cederme el asiento. Le negué con la cabeza y la mano, para que no se levantara pero no me hizo caso. Se levantó y nos quedamos los dos de pie. Vi un ancianito cerca y con gestos le indiqué que se sentara y también dijo que no. Fue una situación incómoda, porque había gente que necesitaba ese asiento más que yo, pero nadie parecía querer sentarse. Al pasar la primera parada seguía libre y ya me senté, pero fue una situación muy extraña. En Kyobashi se bajo todo el mundo, había asientos vacíos y el que me había cedido el asiento seguía ahí de pie, aún no se había bajado. No entendí nada.
Llegué al apartamento a las 19:35, tras atravesar el mercado que siempre parece estar cerrado. No termino de comprender los horarios de este tipo de comercios.
Cené lo que tenía preparado del día anterior y preparé mientras la comida del día siguiente. Es lo más complicado de los viajes con intolerancias, tener que llegar a hacerte la comida, cuando en cualquier parte venden platos ya preparados a buen precio.

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