domingo, 24 de enero de 2021

Japón 2019 - Diario de viaje - Día 1 - vuelo a Osaka

 

8 de noviembre de 2019

Como cada viaje, lo planifiqué con mucha antelación, para encontrar vuelos y alojamientos baratos.
Además esta vez, como viajaba sola, estuve mirando los vuelos directos de Iberia, pero las tarifas más económicas no incluían equipaje facturado y el precio con maleta facturada se subía mucho, aun con ofertas. A esto se le sumaba la pésima atención al cliente (no respondían ni a uno solo de mis mensajes), por lo que me decidí viajar con Finnair, una compañía que me contestó a cada duda al momento y que tiene vuelos con escala a Japón con menor duración que cualquier otra compañía.
El precio del vuelo con llegada a Osaka y regreso desde Tokio a Madrid, me costó 530€. Más de 100€ menos que el de Iberia.
Desde Finnair me contestaron inmediatamente todas las dudas que tuve con el menú especial sin gluten ni leche, mientras que aún espero respuesta por parte de Iberia.
Desde luego, creo que ya he encontrado mi compañía favorita para volar a Japón, mientras no haya una decente con vuelos directos.

Al ser mi primer viaje en solitario me costó un poco dormir y como tenía que madrugar descansé poco ya que a las 6:30 tenía que salir hacia el aeropuerto de Barajas.
Llegué un poco estresada porque aunque íbamos con tiempo, nos pilló atasco en la carretera, pero al llegar ni siquiera estaba abierto el mostrador de facturación. Yo y mis prisas.
Estaba sola esperando y según iban organizando las cosas las asistentes de vuelo, les escuché decir que había “over”, pero como era en turista que lo compensaban. Ya me estaba haciendo ilusiones de que me pasaran a primera o algo, pero no hubo suerte, no podré contar cómo es volar en primera, que se le va a hacer.

En el tramo largo de vuelo, desde Helsinki a Osaka, había pagado 20€ extra, para poder elegir asiento en el pasillo, en el momento de hacer la facturación online.
Una compañera de trabajo había realizado el mismo vuelo una semana antes y había pasado una situación de overbooking que le amargó un poco el viaje, así que como había llegado de las primeras y tenía el otro reservado, iba tranquila, aún habiendo escuchado eso.



Sobre las 8 abrieron la facturación de equipaje y pasé mi maleta sin problemas, ya que no superaba los 15 kilos. En este viaje iba con una mochila y bolso, que al ir sola siempre es más cómodo que ir con otra maleta de mano. Esta vez sí se aseguraron que las baterías las llevaba en el equipaje de mano, no recuerdo que me lo hayan preguntado en viajes anteriores.

Siempre me gusta entrar con tiempo por si hay algún contra tiempo. Mejor esperar dentro que perder un vuelo por cualquier tontería. Lo malo es que esta vez entré tan pronto que aún no estaba indicada la puerta de embarque y me tocó esperar un buen rato.
Me habría puesto a andar para cansarme, si no fuese por el peso de la mochila.

Este año llevaba solo un portatil ultra pequeño, la cámara Olympus nueva (tipo Evil), otra compacta, por si acaso y la gopro, nada de réflex ni estabilizador, y aún así me pesaba como un muerto. Supongo que además de mis dolores habituales de espalda, era porque estaba sufriendo por un brazo que no podía mover y que estaba a la espera de infiltración.

Como hay cintas que aceleran el camino, no tardé en llegar en cuanto anunciaron la puerta y a las 9:15 ya estaba ahí y a las 10 iniciaron el embarque. Me tuvieron más tiempo del normal a la entrada, ya que tuvieron que meter mi pasaporte en otro sitio diferente al que metían el del resto, tras preguntarme si estaba en tránsito. Debe ser que todos iban a Helsinki, aunque me pareció un poco extraño.

El primer avión estaba operado por Iberia, así que la tripulación era española. Pude elegir un asiento en pasillo sin necesidad de pagar un extra.
Llamaron un par de veces a dos personas, con nombres japoneses, y al rato nos avisaron que el vuelo se iba a retrasar un poco porque faltaban dos pasajeros que habían facturado y tenían que sacar sus maletas.

Al principio parecía que iba a estar sola en mi zona, pero de pronto empezaron a llegar mogollón de chinos, que parecían conocerse todos, y llenaron el avión, salvo el asiento junto a mi, que estaba vacío.
Me tocó un vuelo rodeada de chinos escandalosos, que no paraban de hablar a gritos entre ellos y que nada más se sentaron empezaron a sacar bolsas de comida súper olorosa, tipo pescado seco, pepino y similares.
Siempre elijo la parte trasera porque suele ser la más tranquila en los aviones, pero se ve que a veces la parte de atrás no es la mejor. Esta vez era como un autobús con adolescentes escandalosos. Menos mal que en este vuelo no pretendía dormir, porque habría sido totalmente imposible.

Nada más despegar tuvimos unas turbulencias enormes, por vientos provenientes de la sierra de Guadarrama, según nos dijo el piloto. El piloto estaba chistosete y nos dijo que el tiempo en Helsinki era ni frío ni calor, cero grados. El sólo se rió de su chiste malo, pero ese tipo de cosas hacen el viaje más ameno, así que lo dejaremos pasar.

En este trayecto los chinos resultaron ser la pesadilla de los asistentes de vuelo. Pasaban por los pasillos cuando estaba el carrito en medio. Les daba igual si empujaban a la asistente de vuelo, el carrito o al resto de pasajeros, si querían pasar al wc o a estar de charla con otro pasajero, nada les paraba.
No me pude levantar al wc en todo el vuelo porque siempre había cola y el pasillo estaba lleno de gente, así que me dediqué a ver series en mi móvil y se me hizo bastante corto a pesar de ser 4 horas de viaje.


Iniciamos descenso a Helsinki a las 14:14, aunque allí eran las 15:14, una hora más. Nos dimos cuenta enseguida del fresquito que nos esperaba, ya que se veía nieve en la pista.
Tras atravesar un control de pasaporte automático y otro de equipaje de mano (siempre se me olvida este control en las escalas), tuve que atravesar el aeropuerto entero, el cual no tiene apenas cintas automáticas y hay que hacerlo todo andando. Tardé más de 25 minutos en llegar a la puerta de embarque y eso que camino a paso ligero.



El siguiente vuelo salía alas 17:30, así que me senté a esperar en la sala de embarque. Era muy espaciosa pero con muy pocos asientos. Tenía una zona de carga de móviles y un wc cerca. Me pareció un aeropuerto muy moderno con muchas facilidades de conexión y servicios varios.

Al rato empezaron a llegar algunos de la tripulación en patinete. Si, en patinete. Me quedé con los ojos como platos al verlos aparecer y ni reaccioné para hacerles una foto o un pequeño vídeo. Hasta tienen una zona de aparcamiento para estos. No me extraña, porque menudas caminatas hay que darse en ese aeropuerto.


Cuando reservé el asiento de este vuelo, estaba vacío el del medio. Lo había vuelto a comprobar el día anterior y ya me estaba haciendo ilusiones de viajar más cómoda, pero al final el avión iba lleno hasta arriba, así que mi gozo en un pozo.

Siempre prefiero sentarme en el pasillo en vuelos largos, sobre todo en vuelos nocturnos, porque nunca me duermo y no quiero quedarme encajonada. En este vuelo creo que la chica de la ventanilla solo salió una vez al wc y el chico del medio ni una sola vez se levantó. No se cómo pueden estar tantas horas sin estirar las piernas o ir al wc.

En cuanto cerraron las puertas la gente ya se estaba poniendo las pantuflas e hinchando las almohadas y eso que no pasaban de las 17:10. Parecía no haber españoles en ese vuelo, no escuché a nadie hablar.
En este vuelo te daban una manta, una almohada, una botella de agua y unos cascos con conexión doble.
Como no tenía ni idea que daban agua, había comprado una botella antes de subir, a precio de sangre de unicornio. Siempre llevo mi agua, pero se me olvidó el segundo control y por no devolverme a vaciar la botella la tiré sin más. Total, llevaba euros para poder comprar otra en caso necesario. Es lo bueno de hacer escalas en Europa, que no necesitas monedas diferentes.


El sistema de entretenimiento de Finnair es un poco malo, apenas tienen estrenos y las series que tienen son 3 episodios como mucho.
Lo bueno es que te ponen las horas a las que dan la comida y las horas de sueño, de 21:00-01:00. Así puedes organizar mejor el tiempo y decidir cuando dormir en caso de querer o poder hacerlo.

A las 18:15 nos trajeron la comida. Avanzaban mirando los asientos para menús especiales y tras ver nuestros números nos preguntan para cerciorarse. La chica de la ventanilla tenía menú vegano, así que estábamos las dos "especiales" juntas.
En otras aerolíneas reparten primero los menús especiales, pero en Finnair parece que lo traen todo junto y resulta un poco extraño.

Me dieron como comida caliente arroz con pollo, o algo parecido, con una salsa bastante picante. No termino de entender cómo ponen picante en un vuelo y más en menús que son para gente con problemas digestivos o alérgicos. Deberían ser lo más suave posible.
También había una ensalada con mucha cebolla muy picada, unos frutos rojos chiquitillos y vegetales que no pude distinguir. Un paquetito de hummus, un panecillo, que no llegué a probar y una especie de dulce con sabor a semillas, por lo que tampoco era muy dulce.

Por supuesto no pequé ojo y me dediqué a ver películas mientras los demás roncaban a pierna suelta.
A la 1 nos dieron el desayuno, una especie de huevos revueltos, patata asada con espinacas y salchicha con salsa de tomate. Ya se le había olvidado revisar los menús y nos estaban dando el de todos, menos mal que la vegana le avisó y nos lo cambió a las dos.
En ANA ponen un identificador en los asientos con menús especiales y no tienen este tipo de errores. Está claro que no se puede bajar la guardia para que no te amarguen el viaje.



 9 de noviembre de 2019

A las 2:10 de España aterrizamos. Eran las 10 de la mañana en Japón. Como no había pegado ojo, ya iba agotada perdida.
En el aeropuerto de Osaka hay una especie de tranvía que te lleva a la terminal, donde pasamos primero a la sala de aduanas. Había muchísima gente pero parecía que avanzaba rápido. Había que poner el pasaporte en una máquina, los dedos de las dos manos para las huellas y una foto. La verdad es que el proceso tardó un poco, porque no te reconoce a la primera y los señores que allí trabajan tienen un inglés bastante precario.

De ahí hicimos otra cola para pasar por una cabina donde te miraban el pasaporte y el papel de inmigración. Del cansancio o no se que pasó, se me había olvidado poner el número de vuelo y al decírmelo el hombre, miré en el móvil la tarjeta de embarque pero se había actualizado y ya no me salía en la app, así que me hizo salir y volver a hacer la cola tras apuntar el vuelo. Estos trabajadores también tienen un inglés bastante justo. Como te salgas de las frases habituales cortocircuitan.
Menos mal que había un señor ayudando en las mesas donde rellenaban los formularios, que me pudo decir el número de vuelo solo con decirle de dónde venía y la aerolínea. Del cansancio ni caí en que lo tenía apuntado todo en mi diario de viaje, que además lo llevaba en mi mochila de mano en un lugar accesible.

Esperé de nuevo a que me tocase el turno, esta vez en otra cabina sólo para los que nos habían hecho regresar, así que tardó un poco más. Pasé sin problema y de ahí llegué a las cintas de las maletas. Miré el número de la cinta de mi vuelo y cuando llegué el vuelo que ponía era otro. Casi entro en pánico, porque esto en cualquier otra parte puede ser el caos.
Tras unos segundos de micro infarto, vi mi maleta junto a otras 2 más apartadas en un rincón, perfectamente colocadas y ordenadas.

Con la maleta ya en mano, de nuevo a hacer cola para pasar por el control de equipajes.
En Haneda apenas miraron nada en el anterior viaje que hice, de hecho pasamos tal cual, pero aquí había que esperar turno para entregar el papel de aduanas. Hacían inspección de equipaje aleatorio, pero a mi no me hicieron abrir la maleta y pasé enseñando el papel sin mayor problema.

Serían como las 11:30 cuando salí por fin. Hasta entonces estaba conectada a la wifi del aeropuerto, pero tenía instalada la sim española, en teoría desactivada de datos y roaming, y la japonesa, que había instalado en el avión. No conseguía que funcionase, se conectaba y desconectaba, así que me senté un rato a sacar la sim española y así se solucionó el problema.
Aún teniendo desactivado todo en la sim española, de Movistar, me cobraron 10€. Vamos, que algo hacen para que no funcione la otra sim y saltarse el bloqueo de la desactivación de roaming y datos y que no tire de la wifi. Aprendido para la próxima vez, instalaré la sim en el avión y sacaré la española directamente. Mucho ojo con los dual sim.

De ahí fui a sacar dinero de un cajero 7 eleven con la bnext. En el anterior viaje no había utilizado la tarjeta, ya que lo llevé todo en efectivo, pero esta vez viajé también con dos tarjetas bnex y n26.
Como cada una cobra un tipo de comisión diferente y tienen limitaciones para ciertos usos, pensaba utilizar la Bnext para retirar dinero de los cajeros y la n26 para realizar pagos en comercios y hoteles en caso de ser necesario.
Voy a poner a continuación las características principales de ambas, en el momento de mi viaje, por si le sirve de utilidad a otros viajeros.

La Bnext es una tarjeta visa que permite hacer 3 retiradas de efectivo al mes sin comisión (a menos que el banco del cajero cobre algo). El tipo de cambio es de del 1,5% que reembolsan hasta un máximo de 2.000€ al mes. Es muy cómodo meter dinero en esta cuenta, ya que se puede hacer directamente con otra tarjeta que tengas.

La N26 es una tarjeta Mastercard, con pago por tarjeta sin comisión, pero con una comisión de 1,7% sobre el importe de cada retirada de efectivo en cajeros (más la posible comisión que cobre el propio cajero). Para meter dinero en esta tarjeta hay que hacerlo mediante transferencia y tarda unos días en hacerse efectivo.

Había una pareja española intentando sacar dinero, pero no sabían a donde dar y les ayudé a retirar dinero. Nunca antes lo había hecho, pero había visto ya mil vídeos de cómo hacerlo cuando te da problemas, así que ya iba entrenada.
Retiré 30000¥ y me cobraron 253,40€ con la devolución de las comisiones. Aunque ya conocía las condiciones, estaba pendiente de si realmente me convenía utilizar la tarjeta.
Solo me dieron 1€ menos de lo que me habrían dado en el Ninja exchange (donde dan el mejor cambio de Japón), así que el cambio me pareció bastante bueno. En el Ninja exchange estaba a 119¥ ese mismo día.

Tuve que preguntar en información por la oficina del JRP, ya que no vi ninguna señal, y resulta que en este aeropuerto se encuentra fuera, en la calle, frente a la estación de tren. Por lo que hay que seguir la señal de la estación y ya allí encuentras las oficinas.
Había bastante cola, por lo que estuve desde las 11:30 hasta las 12 más o menos haciendo cola. Una vez llegó mi turno todo fue muy ágil, rellenar el JRP con mis datos, la fecha de activación y me lo entregaron enseguida. Más rápido que la otra vez en Tokio, que lo revisaban 2 personas.

En la sala había una pantalla que mostraba las incidencias de las líneas y parecía haber retraso en una por un animal que estaba en la vía. Al menos eso era lo que indicaba, aunque no estaba muy segura de que fuese realmente ese el motivo.

De allí me fui directa a la estación, pasé ya con mi JRP activado para coger el tren Haruka de JR hasta Tennōji Station.
Llegué por los pelos al tren que salía a las 12:14 y me tocó ir de pie porque iba lleno, al igual que el espacio de las maletas. Fueron 35 minutos de viaje hasta Tennoji, donde hice trasbordo a la loop line hasta Tsuruhashi Station, la estación más cercana al apartamento.

Como la entrada al apartamento era después de las 15:00, como en casi todas partes en Japón, pero ya le había indicado a la casera que llegaría antes, le escribí un mensaje por si podía entrar antes de la hora y me dio el ok. Así me ahorraba tener que buscar dónde dejar las maletas.


A las 13:20 llegué al apartamento, tras unos 10 minutos de caminata a través de un shotengai, de calles techadas y laberínticas.
Me costó un poco conseguir llegar al apartamento sin utilizar el google maps los siguientes días, pero una vez pillado el truco se hizo más sencillo.
Vi que tardaba menos en llegar saliendo por la salida principal para poder enseñar el JRP, que por la más cercana al apartamento, donde no había personal y había que enseñar el pase a una máquina con cámara y esperar que te abrieran.


El apartamento estaba en un edificio de solo 2 alturas y el mío era el de arriba. Estaba metido en un callejón que ni sale en Google, por lo que era bastante silencioso y oscuro por la noche.
La llave estaba en una caja de seguridad, en la que supuestamente tenía que meter un código que me habían enviado, pero no pude abrirlo y le tuve que mandar un mensaje a la casera. Enseguida salió del otro apartamento y me sacó la llave, muy amablemente. La clave resultó estar en otro número, o eso me pareció.
Me ayudó con la maleta, tras descalzarnos en la entrada, y me explicó como funcionaba todo (aunque había una carpeta con instrucciones) y se interesó por mi viaje y qué tenía pensado hacer y ver. Muy amable la señora y con buen inglés.


No sabía muy bien qué hacer porque no había dormido nada. Tenía pensado ir a hacer las compras de comida a Kyobashi, pero un mes antes cerraron el centro Aeon de esa zona, así que decidí ir a ver el santuario que hay cerca de Namba y hacer allí las compras.
Como tenía que comprar cosas sin gluten ni leche, necesitaba ir a uno de estos que tienen secciones de comida para alergias.

Inspeccioné el apartamento, miré que pudiese encender el fogón y me di una ducha para despertarme un poco. La cama estaba húmeda, así que abrí un poco para se ventilase la habitación y puse después la calefacción. Todo funcionaba a la perfección y estaba muy limpio y cuidado.
El wc era de esos modernos con chorritos y taza caliente. A la gente suele gustarle esto, pero a mi me corta el rollo que esté caliente, me da la impresión de que ha habido alguien sentado justo antes. No quise tocar nada, así que lo dejé como estaba. Nada más sentarte salía un poco de agua y al levantarte se vaciaba solo.

Comí algo y salí a las 15:30 hasta la estación de Namba JR. Llegué a las 16:30 al santuario Namba Yasaka, con poco tiempo ya antes de que anocheciera.

Es un santuario muy pequeñito pero tiene su encanto. Fue reconstruido después de la guerra, pero el león, que es por lo que se está conociendo últimamente en las redes, no se construyó hasta 1974.
La boca abierta del león se supone que se traga los espíritus malignos y trae buena suerte a los que estudian o tienen negocios.

 

Tiene 12 metros de altura, por lo que llama bastante la atención y resulta más grande en persona de lo que se ve en imágenes.
Como no es muy turístico, se puede ver con bastante tranquilidad, ya que no hay mucha gente.

A las 16:50 fui andando hacia la estación, buscando el supermercado Kohyo, de la cadena Aeon, que tiene buenos precios y productos sin gluten.
De camino me crucé con unos bomberos que estaban haciendo prácticas de rescate en un coche, ahí, en medio de la acera. Es por estas cosas que merece mucho la pena callejear por las zonas menos turísticas.

A las 17:50 salí del súper, con la mochila a tope con las compras. Me tocó dar unas cuantas vueltas buscando la entrada al tren, ya era de noche y no había ni una señal indicando. Al final encontré un cartel de JR diminuto en la entrada de un edificio al otro lado de un descampado.
Cuando entré me topé con un Daiso y aproveché para entrar a buscar la taza para cocinar arroz en el microondas.
La idea era comprar la que es de plástico, para que pese menos para usar en el viaje, y comprar la buena al final del viaje, pero como no encontré la de plástico, compré la buena.
Lo gracioso es que cuando compré la arrocera caí en la cuenta de que no había comprado arroz.
Nota para la próxima vez. Si viajo sola, ni arrocera ni arroz, no merece la pena, mejor comprarlo ya hecho o comprar onigiris. Al final ni la utilicé en el viaje, pero si en casa. Súper útil para hacer arroz para una sola persona.


Una vez en la estación, pude coger un tren directo de Namba hasta Tsuruhashi, por lo que llegué al apartamento a las 18:40.
Regresé en un vagón de chicas. Siempre que veo la opción entro ahí ya que suele estar más vacío.

Mientras cocinaba varias comidas para tener cosas preparadas para varios días, cené ensalada con de todo, aunque un poco obligándome, porque el jet lag esta vez me vino con nauseas. Tenía hasta arritmias del cansancio, pero eso solo se solucionaría durmiendo, así que me tomé la melatonina y dejé todo preparado para el día siguiente. No pude acostarme antes de las 12 y me desperté a las 2:30 pero por suerte pude volver a dormirme hasta las 7. Parece que la melatonina ayudó algo, que en el anterior viaje no dormí más de 3 horas los primeros días.

A continuación, dejo mi cesta de la compra, que seguro que hay algunos como yo a los que les gusta saber los precios de los supermercados.
Los que tienen un "-" es porque tenían descuento.

 

Kohyo - 9 noviembre 2019

  • Brik de leche de soja con almendra 78¥
  • Brik de leche de soja con fresa 78¥
  • Brik de leche de soja con chocolate 78¥
  • Brik de leche de soja con plátano 78¥
  • 4 latas de atún 338¥
  • 3 latas de maíz 298¥
  • Curry sin gluten Anpanman 108¥
  • 3 zanahorias 158¥
  • Arándanos 298¥
  • Cerdo (212g) 292¥
  • Pechuga de pollo (344g) 337¥
  • Yogur (400g) 158¥
  • Bote aceite saludable 218¥
  • Bote fideos de arroz instantáneo 148¥
  • 3 bananas 198¥
  • Onigiri salmón 118 -12¥
  • Batatas 298¥
  • 2 aguacates 276¥
  • 4 huevos 148¥
  • Espinacas 198¥
  • Setas enoki 98¥
  • Onigiri atún 118-12¥
  • Arándanos congelados (150gr)198¥

Total 4291 + 343 (8% tasas) = 4634¥

Daiso - 9 noviembre 2019
Taza para arroz al microondas 300¥

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