martes, 7 de marzo de 2017

Japón - Diario de viaje - Día 18 - Tokio

Tokio

Nos levantamos prontito para aprovechar bien el último día y poder ver las cosas que nos faltaban y repetir en alguna que habíamos visto un poco rápido.
Salimos un poco antes de las 8:30 y llegamos a Nippori a las 8:45, para ver el cementerio de Yanaka, que dicen que es muy bonito en la época del sakura. Queríamos haber ido antes, pero nos faltó tiempo y como tampoco habían florecido aún los cerezos…
Los cerezos estaban ya sin flores, pero el suelo estaba lleno de pétalos, por lo que aún tenía bastante encanto. Además podíamos ir sin cazadora, cosa que era de agradecer. Aunque, como siempre,llevábamos la cazadora en la mochila, ya que por las noches seguía haciendo frío.




Las tumbas son muy distintas a las que estamos acostumbradas a ver, son de piedra pero tienen largos palos de madera, llamados sotoba, donde ponen el nombre del difunto. Nos gusta ver cementerios antiguos de los distintos países, siempre tienen su encanto.
Entramos al Tennoji Temple, que estaba vacío. No se si por la hora o porque no suele ser muy visitado. Pero es muy pequeño y bonito.
Atravesamos el cementerio de norte a sur, admirando las tumbas y el suelo lleno de pétalos.


Caminamos entre las calles del barrio hacia la parada del bus 26 que cogeríamos para ir hasta Asakusa. Por el camino vimos algunas casas antiguas, entre ellas una tienda de Sake.
Tardó un buen rato en pasar, por lo que hasta las 9:30 no nos subimos y llegamos a Asakusa, en unos 10 minutos, dejándonos en la parte norte del templo. Pagamos 210¥ con la pasmo al subirnos por la puerta delantera. El bus iba bastante vacío, y casi todo era gente mayor.
Aunque estábamos ya acostumbradas a que todo fuese en tamaño mini, los asientos de los buses eran extremadamente pequeños y entrábamos a duras penas. Ni siquiera está hecho para el tamaño de los japoneses actuales.


Decidimos probar de nuevo suerte en el Senso-ji aunque nos salieron papeles peores que los del primer día. “The final small fortune” para Laura y para mi “Bad fortune lack”. Evidentemente, colgamos nuestras malas suertes para que mejoraran, ya que la otra vez había dado resultado y había encontrado el objeto perdido.
Había leído que este templo es que el peores suertes reparte y está claro que es cierto.

Esta vez Laura pudo purificarse en la fuente, ya que la otra vez estaba cerrada y no había ni cacitos. Entramos al templo y Laura decidió probar suerte de nuevo con el omikuji en la zona interior. Aquí fue donde vimos un papel con instrucciones donde decía que había que pedir un deseo al remover los palitos, cosa que no sabíamos antes. Aún así fue de mal a peor y le salió el papelito de “bad fortune”.


De allí nos encaminamos a una callecita con puestos de comida. Más bien seguí a Laura, que fue directa aunque no pudiese comer nada.
En uno de los puestos vi que tenían ramune, una bebida que había buscado durante todo el viaje sin éxito, pero a esas horas no me apetecía nada y es de las que te tienes que beber en el sitio porque son en bote de cristal y probablemente te la abriesen ellos mismos, cosa que tampoco quería, ya que quería pelearme yo sola con la extraña botella.
Aquí vimos por fin los carteles de los productos traducidos y con un dibujito del animal, para que pudieras saber qué era cada cosa. En el resto de puestos del viaje era comprar por instinto sin saber muy bien que comías.

Al regresar a la puerta del templo escuchamos cánticos de monjes. Atravesamos la calle Nakamise, aunque era casi imposible ver nada de la de gente que había ya a esa hora y eso que no pasaban de las 10:15. Llegamos a la Kamiranimon gate, donde había una especie de reunión de gente con perritos.
Durante nuestro viaje vimos muchos perritos pequeños, casi todos con ropa y en cochecitos tipo los de bebés, pero más pequeños.


A las 10:35 llegamos al puente que cruza el río Sumida hacia el Skytree. Queríamos verlo más de cerca y aprovechar para ver la tienda Jump Shop que había allí.
El camino no tenía mucho que ver, era una calle bastante ancha donde había poca sombra y a esas horas ya pegaba el sol con ganas. Hasta íbamos en manga corta.


Pasamos por una edificio con una especie de parte frontal en forma de barco, con unas escaleras de caracol y un tobogán bastante grande donde había niños y adultos tirándose.
A las 11 atravesamos el canal hacia el norte para cruzar al skytree. La entrada era por el centro comercial. No teníamos intención de subir, entre que Laura no le gustan las alturas y que era caro y en nuestro último día íbamos pilladas de dinero… Con el google maps dimos unas cuantas vueltas por el centro comercial sin ver la Jump Shop por ninguna parte. Ni me acordé que allí también estaba la tienda Ghibli grandota que tenía apuntada para ver y salimos sin ni siquiera buscarla ni verla.


A las 11:30 salimos camino hacia el sur, casi dos kilómetros hasta llegar a la estación de JR Kinshicho. Este día nos habría venido genial tener pase de metro, pero como estábamos con el JRP aprovechamos para caminar y ver otros barrios. Este era bastante residencial y estaba muy tranquilo, aunque se fue animando según nos acercábamos a la estación de tren.
Ni siquiera en estos barrios se ven aparcamientos en la calle, son todos de pago. Debe ser otra de las razones por las que casi nadie utiliza coche en Tokio.
Tardamos unos 20 minutos andando hasta el la estación de tren JR Kinshicho donde cogimos la Chuo-Sobu Line hasta Yotsuya Station, unos 20 min de tren y casi 15 andando, para llegar al restaurante Soranoiro, un restaurante de ramen en el que tienen uno vegetariano apto para celiacos.


A las 12:30 llegamos al restaurante y a pesar de estar en un barrio de oficinas que estaba medio vacío, había cola en la entrada. Por suerte estos japoneses comen a toda prisa y pudimos entrar a las 12:45.
Enseñamos el papelito de Laura del gluten y nos indicaron lo que tenía que marcar en la máquina, que era el plato vegetariano y el extra de fideos de arroz. Creo que le costó 1200¥.


En lugar de pedir en la mesa, se entra en el sitio, aunque a veces lo tienen fuera, y pagas en una máquina que te da un papelito que es el que le das al camarero. Lo malo de estos botones es que están  japonés y solo tienen fotos los platos más vendidos o los básicos, como es el caso del que yo elegí. Como suele haber cola, pues te da cosa ponerte a intentar traducir con el google translator todos los botones.

Yo elegí el ramen con soja, porque la otra opción era con sal y me daba un poco de miedo que fuese demasiado salado. El básico costaba 1050¥ pero se le podían añadir cosas o cambiarle el tipo de fideos pagando un extra. Como no entendíamos los botoncitos, me limité a pedir el básico.
Nada más sentarnos nos pusieron una jarra de agua con hielos y unos baberitos de papel. Ya con eso nos asustamos. Nos íbamos a poner perdidas.
Miré alrededor para ver si alguien más se lo ponía y sí, había algún japonés con él puesto.

 

Antes de 10 minutos ya teníamos nuestro plato servido, aunque tuvimos que soplar largo y tendido, al menos yo, porque aquello estaba ardiendo.
El de Laura tenía una especie de salsa en el borde del plato que le avisaron que picaba, por lo que lo primero que hizo fue quitarlo con una servilleta. También era menos cantidad. El mio estaba hasta el borde del cuenco y era un cuenco bastante grande.

Tenía, además de los fideos, dos trozos de pollo, dos de cerdo, tiras de bambú, un huevo duro partido en dos, naruto, cebolla tierna y dos alga nori en el borde. Salvo el alga nori, que no me gusta, me comí todo dejando solo un poco de caldo, porque ya estaba a reventar. Aquello era gigante, pero estaba buenísimo. Muy recomendable este sitio.
Mientras nosotras comíamos, el grupo de chicos que teníamos al lado se comieron unos entrantes con cerveza y después el ramen y aún así terminaron antes que nosotras. Está claro que los extranjeros no les resultamos rentables a los japoneses en cuanto al tiempo que invertimos comiendo.

Salimos a eso de las 13:20 y regresamos a la estación de Yotsuya, en la Chuo Line hasta la estación de Tokyo, tardamos unos 20 minutos. A las 14:00 estábamos en el centro comercial de la estación, buscando la Jump Shop. No se ni como encontramos el centro comercial, pero no dimos vueltas, seguimos el google maps y llegamos a la primera. Una vez allí, había un mapa en el que indicaba donde estaba cada tienda.


A las 14:05 dimos con la Jump Shop, pero era muy pequeña, y llena de gente, como todo. Apenas tenían cosas de Naruto y no solo eran caras y feuchas si no que de mala calidad.
Quería traerme algo de recuerdo de Naruto, pero tras dudar un rato decidí no comprar nada.

De ahí, fuimos hasta Shimbashi, creo que esta vez cogimos la Yamanote. De hecho este era el destino después de la comida, pero aprovechamos que el tren pasaba por la estación de Tokyo para ir a dar una vuelta. Eran solo dos paradas más de tren. Queríamos ver el reloj del estudio Ghibli que está entre las estaciones de Shimbashi y Shiodome, en una especie de terraza que hay detrás del edificio de Nippon Television, entre este y el Royal Park Hotel.


El reloj tiene una animación con música cada tres horas. No sabíamos el horario, pero tuvimos la suerte de llegar 5 minutos antes de la función de las 15:00. Había a las 10 (sólo sábados y domingos), a las 12, 15, 18 y 20. El horario estaba nada más llegar por lo que nos fuimos a colocar en frente, en una especie de pasarela, para verlo mejor. Con las prisas ni caí en poner el trípode para grabarlo en condiciones.
Un par de minutos antes de las 15:00 sonó un pitido y comenzó la música. La verdad es que nos gustó mucho, es sencillo pero tiene su encanto.


Allí hicimos el check in después de la función, ya que era justo la hora en que abrían las reservas de asiento. Nos sentamos en un banco junto al reloj y lo hicimos lo más tranquilamente que pudimos, con el miedo de que nos tocase de nuevo separadas y la incertidumbre de no tener el billete impreso. Lo llevaríamos en los móviles por primera vez en la vida. No tuvimos ningún problema y pudimos elegir asientos juntas.
Habíamos preguntado en el hotel si allí hacían impresiones y nos dijeron que sí, así que siempre teníamos la opción en caso de fallar.

Nos pusimos en marcha a las 15:20 y de camino al tren, al bajar en ese mismo edificio del reloj, en la puerta de la Tower records, había un mogollón de gente y música de fondo, por lo que nos acercamos a mirar.
Era un grupo de 4 chicas cantando, con una toalla en la mano con la que hacían la coreografía. No tenían pinta de tener más de 13 años y su público era todo adulto, en concreto hombres, adultos todos. Nos quedamos un poco alucinadas porque muchos llevaban la toalla y hacían la misma coreografía que ellas.
Ya había visto vídeos de este tipo de conciertos de idols que tienen un público adulto, pero verlo así en primera persona nos dejó un poco alucinadas. Sobre todo porque estas parecían especialmente jóvenes, totalmente niñas. Lo mismo tenían más de 20 años, pero estaban caracterizadas como niñas.


Cogimos la línea Yamanote hasta Shibuya, con un trayecto de unos 20 minutos, llegamos a las 16:00, y fuimos directas a uno de los cubículos de fumadores, porque Laura estaba ya que le daba algo.
La estatua de Hachiko estaba rodeada de gente, como el otro día, pero no había tanta masificación.

Cruzamos por el famoso paso de cebra y nos dirigimos a Shibuya 109, ya que teníamos intención de mirar algo de ropa. Evidentemente no sabía que allí todo era igual, el mismo estilo de ropa en todas y cada una de las tiendas. La misma gabardina color beige que llevaban el 90% de la tokyotas y las faldas tipo niña buena de colores pastel.
Nos dimos una vuelta y ya de primeras vimos que el espacio era bastante pequeño, tenía varias plantas pero aún así resultaba pequeño para lo que había imaginado.
Había alguna chica en las esquinas de las tiendas gritando para llamar la atención de los clientes, con una voz ultra pitona totalmente impostada.
Evidentemente no encontramos nada de nuestro gusto y tampoco es que fuese barato precisamente. Está claro que soy más una chica Harajuku que Shibuya.
Nos vimos todas las plantas, por pura curiosidad y Laura hasta se paró un buen rato en una tienda de cosmética.


Salimos de ahí y nos fuimos al Starbucks, donde Laura se compró un café y yo una botella de agua que además estaba decorada con el Monte Fuji, que me serviría de recuerdo. Nos costó 496¥.
Esperamos un ratillo en la planta de arriba para que liberaran asientos frente a la ventana que tiene las vistas del paso de cebra, para poder hacer un timelapse y nos sentamos tranquilamente a eso de las 17:05. Hasta que una asiática, no sabemos de donde exactamente, se colocó apretujada contra nosotras haciendo más ruido que nadie y sin parar quieta.
Desde allí observamos a la gente pasar y a un grupo de chicos que llevaba chaquetas con la palabra "Lunar" a los que se acercaban chicas para hacerse fotos. Nos quedamos con la intriga de si era otro grupo de idols haciendo promo a pie de calle.


A las 17:30 salimos del Starbucks y cruzamos de nuevo dirección a la estación de tren. Para lo ordenados que suelen ser, que siempre van en la misma dirección por la calle, en este cruce cada uno va a su bola, se te atraviesan en diagonal y en todas direcciones por todos lados.

Antes de entrar al tren Laura aprovechó otro sitio de fumadores, en el que estaba tan lleno que la gente fumaba fuera. Había algunos chavales muy jóvenes con pinta de malotes que más que miedo nos provocaban una sonrisa.


Aquello estaba hasta arriba de gente y no costó entrar al tren. Tuvimos que hacer cola para entrar. Nos bajamos en Harajuku a las 17:50 y caminamos por Omotesando hasta Tokyu Plaza. Quería haber ido a ese Starbuck también en otra ocasión para ver la terraza y sus vistas, pero como acabábamos de estar en uno no entramos. En esa misma esquina había un puesto de venta de yukatas de segunda mano a precios muy baratos, entre 1000-3000¥, pero justo lo estaban recogiendo y nos dio apuro seguir mirando.

Nos dirigimos al Oriental Bazaar para ver si encontrábamos recuerdos o yukatas a buen precio. Nos cruzamos con un grupo de hare krishnas, que todo el mundo ignoraba, y atravesamos el puente hacia el otro lado de la calle. La tienda es fácil de reconocer ya que parece un restaurante chino por fuera.
Estuvimos dentro una media hora mirándolo todo, pero nos pareció bastante carillo para nuestro presupuesto. En la planta de abajo había yukatas, pensamos en comprar uno para las dos, pero Laura decía que lo pensaba utilizar como bata para andar por casa, por lo que no nos decidíamos, aunque ya teníamos elegido el modelo y el obi al final optamos por no comprarlo. Lo que sí encontré es postales de Japón y eso que las había buscado durante todo el viaje sin éxito. Compramos una con el Fuji y un shinkansen para regalársela a una amante de los trenes y salimos de nuevo con destino a Takeshita.

Ya había anochecido y pasamos por calles que tenían iluminaciones como las de Navidad. No sabemos si eran de esa festividad o están ahí todo el año porque les parecen bonitas, pero había calles con estrellas de luces.
Entramos por Takeshita esta vez por la parte de atrás. Eran las 18:45 y estaba lleno de gente.


Mi intención era buscar ropa, o al menos un vestido para la boda de unos amigos. Lo complicado del tema es que muchas tiendas están en plantas superiores y no sabes muy bien lo que hay ni dónde exactamente.
Vimos un escaparate con ropa tipo sweet lolita y subimos a mirar. Había cosas chulas pero con colores muy pastelosos para mi gusto. Las chicas que estaban comprando allí llevaban ropa de ese estilo y algunas parecían pastorcitas, hasta llevaban bolsos con ovejitas de peluche.
Cuando salimos vimos que más arriba había otra tienda de gothic lolita, subimos y ahí si encontré lo que buscaba. La ropa que venden aquí es de segunda mano, pero está totalmente nueva, lo único que tienes que tener la suerte de usar la misma talla.
Para utilizar el probador tuve que avisar a la dependienta, que me preparó los vestidos y me indicó que me quitara el calzado. Era un poco rancia la chica, sobre todo acostumbradas ya al trato amable de todos los empleados, resultaba bastante chocante.
Por suerte las dos cosas que me gustaban me quedaban perfectas de talla y aunque me gustaron los dos, uno fue ponérmelo y gritarme ¡cómprame, cómprame!, así que para que pensárselo más.
La tienda se llamaba Closet Child y el vestido en cuestión me costó 3800¥.

Eran ya las 19:15 cuando salimos. Pasamos por Santa Monica crepes, donde me compré otro crepe por 540¥ No me acordaba de cuál había probado el otro día y terminé comprando uno igual, con helado de chocolate, brownie y plátano. El brownie de este estaba un poco peor que el anterior, me recordaba a los que vendían empaquetados en EE.UU. oor 1$
En general, las tartas tenían pinta de ser super industriales.

En esta calle hay montones de sitios con crepes y cada uno tiene montones de opciones, por lo que se pueden probar en cualquiera de ellos.
Entramos de nuevo en el Daiso buscando cosas muy concretas que no vimos. Las dos veces que fuimos a este Daiso encontramos poca cosa, estaba siempre arrasado.


Cuando llegamos al final de la calle, entramos en la tienda de purikura que tiene disfraces. Aunque no pedimos ninguno y entramos a ver que máquinas había. Nos metimos en una que se llamaba Katy, porque tampoco podíamos ver a simple vista qué tipo de fotos hacen y cómo las entregan, así que nos daba un poco igual.

Como la que usamos de Akihabara, el tiempo es limitado y hay que colocarse rápidamente en la pose. Y sobre todo, recordar mirar a la cámara sobre la pantalla, que a mi siempre se me olvidaba y luego salía mirando a otra parte. El tiempo total de esta máquina fue de 2 minutos. Luego hay que pasar a la sala de retoque, donde hay dos pantallas y puedes colocarle filtros y chorraditas varias a las fotos. Hay que hacerlo un poco por intuición, porque está en japonés. Lo malo es encontrar la herramienta de borrar, que es la que siempre nos volvía locas. Todo esto con una música de fondo super alta que te estresaba un poco más de lo normal. Me quedé sin batería y no pude grabar todo el proceso pero en la edición de las fotos te dan más tiempo, como 15 minutos, pero se pasan volando al no saber que significa nada y no dar con los botones correctos.
En esta máquina el email que te piden es un gmail, pero como no encontrábamos la tecla de borrar no pudimos ponerlo bien. Si ponéis vuestro email os las mandan también ahí, para que las conservéis en digital.


A las 20:30 estábamos ya en la estación de tren de Harajuku, Donde paramos en una esquinita para que Laura fumase y entramos a coger la yamanote hasta Shinjuku. Esa zona ya se estaba vaciando de gente.
Cuando pasamos por el túnel al otro andén, vimos las paredes llenas con carteles rojos de Itachi. Creo que fue la única vez que vi algún anuncio de Naruto. De hecho apenas vi cosas de este manga en todo el viaje y eso que me iba fijando.
Llegamos a las 20:45 y nos fuimos en dirección a Kabukichō. La calle estaba llena. Como si toda la gente que se había ido de Takeshita estuviera ahora aquí.


Esta zona es todo luces y vida nocturna. Todas las tiendas abiertas, colas para comprar pinchos de fruta… Había escuchado que esta zona es un poco peliaguda por los locales de chicos y chicas que hay y que había que tener cuidado al grabar o hacer fotos, pero vi montones de gente grabando y yo también lo hice sin sentirme ni observada ni nada.


Llegamos a un cruce enorme, donde el paso de peatones estaba como en diagonal cruzándose con otro y este si era grande, no como el de Shibuya. Toda esta zona está llena de carteles luminosos. De hecho más que en Akihabara o la idea que tenemos de cómo va a ser Akihabara antes de ir.
El Godzilla sobre el edificio del fondo agarraba un vaso no sabemos si de cerveza o café, pero estaba muy gracioso y distinto a como lo había visto en vídeos.

Nos metimos por callecitas estrechas buscando el Golden Gai, que es una calle estilo años 50, y ahí si que vimos alguna zona con gente un poco sospechosa, con calles bastante vacías, pero aún así no tuvimos ningún problema.
De camino pasamos por el robot café, que no nos llamaba la atención ni lo más mínimo y por algunos clubs donde un tío nos asaltó para que fuésemos a un local con música R&B, al que le dimos largas y seguimos nuestro camino. Paseamos por las estrechas calles donde olía un poco mal, pero era muy interesante de ver, con los diminutos izakayas viejunos y de aspecto conservador.


A las 21:15 emprendimos el camino de regreso y llegamos a las estación a las 21:30 y tardamos una media hora en llegar a Minami-senju.
Sobre las 11 cenamos las sobras que teníamos, para no tirar comida.
Terminamos de hacer las maletas y nos acostamos sin mucha prisa, ya que no teníamos que madrugar. Queríamos ir al aeropuerto con tiempo, por lo que no planeamos ver nada esa última mañana.

Aproveché para grabar el contenido de las almohadas, que en este hotel eran de lo que pensamos eran alubias y que resultaron ser tubitos de plástico.
En este hotel utilicé la funda de almohada que había llevado, ya que la que tenía dejaba muy expuestos esos tubos y me molestaba un poco el ruido que hacían.



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