martes, 15 de noviembre de 2016

Japón - Diario de viaje - Día 2 - Tokyo

Ueno - Ameyoko - Asakusa

Las cortinas no tapaban del todo la luz y a las 5:30 ya era de día, por lo que me desperté bastante temprano.
Ese día desayuné un poco de todo lo que había comprado y mi hermana se tomó el yogur con unas ciruelas pasas (traídas de casa) y zumo de frutas. Los desayunos sin gluten en Japón eran un poco pobres, la verdad.
A las 9:45 ya estábamos camino al parque de Ueno.

Activamos ese día nuestro pase de metro de 3 días. Con tan solo pasarlo por la ranura del torno de entrada ya se activa.
Cogimos la Hibiya line de metro hasta Ueno y al salir del ascensor nos encontramos en una especie de puente en medio de un cruce de calles. Tuvimos que hacer uso del google maps para ubicarnos, pero tampoco era muy difícil, ya que había que dirigirse hacia un trocito de verde que se veía entre edificios.



El día estaba despejado, aún no habían florecido los cerezos, pero el paseo estaba preparado para las visitas, con contenedores de basura y vallas de plástico verde rodeando los setos, suponemos que para protegerlos del montón de gente que se espera por esas fechas.
Visitamos el santuario Kiyomizu Kannon-do y caminamos hasta Toshogu con su camino de linternas, que en esta época estaban tapadas por los puestos de comida.
Aunque era pronto, al final me compré unos pinchos de algo similar al tonkatsu, con cerdo y cebolla, rebozado y frito, super grasiento pero muy bueno. Me costó 500¥
Tenían a un lado los puestos y al otro una zona con mesas y bancos, por lo que apenas se podía apreciar el camino al templo.


En Toshogu vimos por primera vez la fiebre de los japoneses por las fotos a las flores. Me costó un buen rato poder grabar un plano de un árbol que apenas tenía una ramita florecida.


De allí bajamos unas escaleras hacia la carretera para dirigirnos al lago con barcas cisne. Andamos un tramo por la calle hasta llegar a la entrada de este, ya que el resto estaba vallado y en obras. De nuevo para llegar a Benten-do, tuvimos que atravesar el camino lleno de puestos de comida.
Dimos una vueltecita por ahí, Laura dio de comer a una gaviota y a otros animalitos que había por ahí, hasta que tuve que pararla al ver que se nos echaban encima. Justo después vimos un cartel de prohibido dar de comer a los bichos...ups, tarde.


Por el cierto, el agua no tenía nenúfares. Me sorprendió bastante no verlos. Y yo que pensaba que estaban todo el año, que decepción.
Al regresar Laura se compró un vasito con batata o boniato con azúcar, que hacían a la brasa, por lo que no tenía peligro de gluten y podía comerlo sin riesgo.
Nos encaminamos hacia Ameya-Yokochō donde dimos una vuelta viendo puestos de todo tipo, desde productos de belleza a comida, pasando por bazares y tiendas de varias plantas con cosas frikis donde cayeron algunas cosas de Star Wars.


Este mercado está justo debajo de las vías del tren, junto a la estación de Ueno. Es un lugar curioso para visitar y económico para comprar. Mi hermana se compró unas cuantas cosas en una tienda de dos pisos de cosmética a muy buen precio.
Llegamos hasta la tienda de Uniqlo, de la que había oído tanto hablar que no pude resistirme a entrar, pero no vi nada de interés.
Por allí nos compramos nuestras primeras bebidas en unas vending machines, mi hermana un café y yo una Calpis soda.
Tras varios cafés tomados en distinto lugares, llegó a la conclusión que todos saben igual de aguachirli, los de cafetería de 300¥ sabían igual que los de máquina de 100¥.
La Clapis soda me gustó bastante, con un sabor entre gelatina de naranja y leche condensada muy distinto a lo que estamos acostumbrados.


Cogimos el metro dos paradas hasta Tawaramachi y nos encaminamos hasta el inicio de la calle dedicada a las tiendas que venden menaje para restaurantes y comida de plástico, que sirve de ejemplo en muchos restaurantes, llamada Kappabashi. 
Nos plantamos allí a las 3 de la tarde, sin mucha hambre por el desorden de horarios.
Como tenemos un negocio de repostería, nos interesaba especialmente esta calle, pero flipamos con los precios super altos que tenía todo.
Nos divertimos un buen rato viendo las comidas de plástico, que no parecen tan reales como se ven en los vídeos, todo sea dicho, y caminamos hasta Asakusa.

De camino nos encontramos con un Don Quijote y entramos supuestamente a mirar, pero como ya eran las 4 de la tarde, aprovechamos para hacer compra de los imprescindibles para el viaje, como barritas de calorías, barritas sin gluten, setas, arroz, onigiris... y unas mascarillas de colágeno, que ya teníamos ganas de probarlas (mi hermana es una friki de la cosmética koreana y japonesa).
Nos sorprendió sobre todo el precio del arroz, 2kg valían 700¥ y fue donde más barato lo vimos. No dábamos crédito.
Estas tiendas son muy grandes y tienen de todo, desde comida hasta frikerías varias a muy buenos precios. Si os encontráis con una no dudéis en entrar.
Tras una hora dentro comprando, seguimos el recorrido, entrando por un lateral a Asakusa, a mitad de Nakamise street.


Caminamos hasta el templo, pero como ya eran las 17:30 estaba cerrado. Probamos suerte con una ofrenda de 100¥ para conseguir nuestro omikuji, pero la fortuna no se presentó muy buena. A las dos nos pronosticaba “regular fortune” y encima me decía que iba a perder algo y no lo iba a encontrar. Para que mejorase la suerte, colgamos nuestros papelitos en el lugar destinado y por esas cosas del destino, al rato me di cuenta que se me había perdido una pieza de la cámara, mi cara fue un poema, con mi hermana riéndose de mí “regular fortune”. Por suerte apareció esa misma noche. Así que colgar la mala suerte funciona :p


Dimos una vuelta por el recinto del templo y a las 18:30 nos encaminamos hacia el Skytree.
Caminamos en dirección a la torre hasta llegar al puente. Allí nos paramos un ratillo para hacer el primer timelapse del viaje y como ya estábamos agotadas decidimos volver al hotel. Bueno, más bien en dirección al hotel, porque queríamos pasar primero por el Daiso y hacer las compras de lo que necesitábamos para el viaje.


A las 19:30, cogimos el bus número 42, pagando 210¥ con nuestra pasmo (todos los viajes de bus en Tokyo valen lo mismo), hasta la última parada, que está en la estación de Minami-senju.
Nos perdimos un poco buscando el Daiso, ya que no había indicaciones dentro del centro comercial y estaba en la planta de arriba, pero una vez dentro nos tiramos un buen rato mirando cosas. Como estábamos ya muy cansadas fuimos a buscar lo que necesitábamos y dejamos para el último día las cositas para llevar.
Sobre todo necesitábamos las cajas de bento, de onigiris, un set de costura y una mochila (ya que a mi hermana se le había roto la suya), unos tupper para guardar las comidas y alguna pijadilla de comer. Salvo las cajas de bento y la mochila, el resto de cosas valían 108¥
Estamos acostumbradas a que todo lo barato sea malucho y no dure nada, pero esta tienda tiene productos bastante aceptables. Aquí podéis encontrar cosas muy monas para regalo.
Particularmente nos gustó un reloj de cocina de la cara de Rilakkuma, los bentos y la mochila, que aguantó viva hasta el final del viaje y eso que era de lo mas cutrecilla.
Lo que peor nos salió fueron los tupper, que ni cerraban bien, pero como solo los queríamos para guardar cosas en la nevera, cumplieron su función.

En una de las vending machine de camino al hotel compré un Van Houten, pero resulta que en esa máquina vendían versión fría y caliente, no me fijé y le di al botoncito de la caliente. Lo probé en el hotel pero tuve que tirarlo, porque sabía a rayos. Hay que fijarse en si el botón de la máquina es rojo o azul. Si es rojo es caliente.
Como al final llegamos tarde, casi a las 10, no pusimos a cocer ni el arroz y preparamos una cena rápida.

Probamos una de las mascarillas que compramos, ya que desde que llegamos notábamos la piel super seca y así nos ayudaba a relajarnos para dormir mejor.
Se supone que Japón es muy húmedo, pero debe serlo solo en verano, porque nunca había tenido la piel más seca que allí. A mi hermana hasta le salió una especie de eccema de la sequedad.
Por suerte encontramos onigiris sin gluten, aunque no los hay en todas partes y solo de dos sabores, por lo que ya teníamos parte de la comida del día siguiente.


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