domingo, 29 de junio de 2025

Japón 2024 - Diario de viaje - Día 7 - Miyajima e Iwakuni.

 


Jueves 21 de noviembre 2024

No me desperté hasta que sonó el despertador a las 6:30. El parche me había hecho efecto y había dormido tan bien que fue el primer día que no me desperté sola. Menos mal que me puse el despertador, porque habría seguido durmiendo y eso que es raro que duerma 8 horas del tirón.

Como ya sabía que no podría desayunar nada, aún estando incluido en el precio, desayuné antes de salir. Un muffin de plátano (de los que traía de casa), huevo duro, un plátano y el zumo.

Cuando terminé de arreglarme, me di cuenta de que el espejo no se ahumaba del todo con el vapor de la ducha. Al acercarme, noté calor, y al tocarlo estaba caliente. Se ve que tenía calefacción incorporada para evitar la condensación.

  
A las 8:00 bajé para cotillear el desayuno. Sólo habría podido comer arroz blanco, porque hasta la fruta que había era de esas en compota cortada y las ensaladas ya llevaban aderezos desconocidos.
Había yogurt y cereales en los que ponían los alérgenos en carteles, pero no me fiaría un pelo tras ver los alérgenos de los cereales. En Japón no encuentras cereales sin gluten o leche. Los que tenían eran de Kellogs, que no son sin gluten. En los frosted corn flakes ponía que tenía soja y en los choco krispies soja y leche. Solo ponía trigo en la granola y estos cereales tienen trigo en todos los países.
Estaría bien que tuvieran alguna opción de fruta y verdura sin condimentar, para que cualquiera con intolerancias alimentarias pudiera comer algo, pero en Japón no piensan mucho en estas cosas.


Para no alérgicos había de todo, salchichas, albóndigas, tortilla, pan, croissants, ensaladas, atún, pasta, café y té.

Regresé a la habitación para terminar de recoger todo y salir, pasando antes por recepción para dejar la maleta antes de irme.
Ya había preguntado el día anterior si podían guardarla. En cuanto llegué a recepción me acompañaron a una habitación donde la guardaron y me dieron una ficha para recogerla después.

Terminé saliendo a las 8:20 y en 2 minutos ya estaba en la estación de ferry, donde montones de niños ocupaban la calle, esperando a que les dirigieran al barco.


 
Esta vez pagué los 100¥ de la tasa turística con la Pasmo y tuve algún problemilla de lectura. Hay que colocar la pasmo en horizontal, si la pones en vertical no la lee.

Ya con mi billete pasé por el torno con mi pase regional de JR y me dirigí al ferry, que partía a las 8:25.
Toda la gente se quedó dentro sentada, mientras yo estaba fuera haciendo fotos.
Estaba muy nublado y hacía frío, que no mejoraba con la brisa que había ya en movimiento, pero tampoco era tanto como para tener que refugiarse en el interior.
Llegamos 10 minutos después y esta vez me fijé que en la salida ya no estaba la oficina de información o igual estaba cerrada aún a esas horas. A mano derecha, vi unas taquillas para guardar maletas, en ese momento todas disponibles, y al fondo había 2 sillas de ruedas.
En la web he visto que tienen 15 sillas gratuitas, que se entregan por orden de llegada.
Al salir de la estación vi justo en frente un Lawson, que no me había aparecido la noche anterior en Google maps y que tampoco había visto a la llegada, por toda la gente que había haciendo cola.
Llegaba un montón de gente ya a esas horas. Lo suyo habría sido madrugar más, pero justo este día dormí más de lo habitual y no pudo ser.


Al llegar a la zona de la playa, bajé las escaleras para caminar por la arena y no por el paseo, que a esas horas ya estaba lleno de gente. La marea estaba baja pero me parecía que estaba subiendo en ese momento, porque me puse a hacer fotos y cuando me descuidé un poco casi me llegaba el agua a los pies.
Intenté hacerme fotos con el tori de fondo, sin mucho éxito. Necesito que alguien me de una clase de cómo hacer selfies, no me gusta nada, se me da fatal y no tengo paciencia para andar colocando trípodes.
Caminé por la orilla, grabando un vídeo, hasta llegar al tori. Al pasar la curva del paseo, había un montón de algas verdes en la orilla y en ese momento empezó a salir el sol.
Cuando llegué el tori estaba iluminado por el sol que salía tras la montaña.
Había mucha gente debajo del tori y caminando hacia él.


Caminé hasta el paso que hay de rocas, para poder tener el tori de frente y hacer algunas fotos.
Sorprendentemente no había mucha gente en este paso y pude quedarme en una de las rocas grandes, para que la gente pudiera pasar detrás de mí, mientras hacía algunas fotos.


Al pasar al otro lado, vi un grupo de españoles intentando hacerse una foto y me ofrecí a hacérsela, porque eran muchos para hacerlo en plan selfie, no parecía que fuesen a entrar todos.
Después se ofrecieron a hacerme una y aunque no soy mucho de estas cosas y al principio dije que no hacía falta, al final accedí, a ver si así conseguía alguna foto decente. De hecho no está tan mal, a pesar de casi no poder tener los ojos abiertos del solazo que me daba en la cara. Peor que las que intento hacerme estirando el brazo, no iba a ser.



Antes tuve que quitarme la cazadora, porque empezaba a tener calor y monté un circo intentando guardarla en la mochila, sin dejar nada en el suelo, porque estaba todo encharcado.
Les deseé buen viaje y crucé de nuevo al otro lado para ir al santuario, antes de que se llenase de gente. Eran ya las 9:20 y la isla empezaba a llenarse.



En el cartel pude ver que la marea alta ese día era a las 13:39 y la baja a las 6:44 y 19:42.
La entrada costaba 300¥ y es de las que tienen una imagen bonita, para guardar de recuerdo. Ya había entrado antes al santuario, en mi primer viaje, pero esta vez quería comprar el goshuin.
Por suerte cuando lo visité anteriormente, no había obras. Este año había varias zonas en reconstrucción, cubiertas con lonas.
No había mucha gente dentro en ese momento, supongo que porque es menos atractivo cuando está la marea baja.



Al entrar, a un lado, hay un cajón vertical con folletos en japonés e inglés, del plano del santuario. La otra vez que entré no daban estos folletos, así que me guardé uno.

Cuando estaba en la zona con vistas al tori, llegaron grupos enormes de niños y me tocó dejar de hacer fotos porque estaban por todas partes y no quería estar luego pixelando caras.

Aproveché para ir a por el goshuin, haciendo tiempo de que los niños se fueran. No había cola, y parece ser me puse en el lado contrario de la fila, porque un señor me señaló dónde tenía que esperar. Como solo estaban los que estaban sellando en ese momento, no había fila realmente y no tenía ni idea de que estaba mal colocada.


Aunque ya tenía el gosuincho de Fushimi Inari, como lo había dejado en España, decidí comprar uno nuevo. Me hacía ilusión tener el de Itsukushima así podría ir poniendo los sellos del resto del viaje. Incluía una funda de plástico, que me pareció super practica para que no se moje o estropee.
Me costó 1500¥ las 2 cosas, el libro y el sello. Creo que el libro eran 1200¥ y el sello 300¥. De los más baratos del viaje.



Regresé a la zona donde se ve el tori y unos niños se me terminaron metiendo en plano. Es curioso como todos llevaban gorras de un amarillo cantoso, pero nunca había visto que además tenían unas etiquetas colgando, ¿Será para llevar un número identificativo o sus datos?.


En un momento aquello se había llenado de turistas y locales y a las 10, cuando pasé de nuevo por la caseta del goshuin, había una cola enorme. Menos mal que había ido antes, si no me habría dado coraje perder tanto tiempo.



La parte de la salida estaba en obras, pero me di cuenta que al fondo a la izquierda, se podía pasar, al ver a un japonés solitario caminando por allí. Era un pasillo pequeño al fondo del todo, que te llevaba hasta un lugar donde había un montón de tablillas emma.
Por el otro lado estaban poniendo suelo nuevo, justo desde donde se ven varios salones que tienen pinturas en las paredes.



No me entretuve mucho tiempo y al salir me dirigí hacia Daishoin, parándome en la entrada para intentar hacerle una foto a un ciervo.
Como siempre, este templo estaba bastante tranquilo, al menos en la parte de la entrada y donde estan los jizos.
El acceso es gratuito, aunque en la entrada había un cartel en el que anunciaban iluminaciones nocturnas de 17:30-19:00 por 1000¥.
Cierran a las 17:00 para hacer los preparativos, por lo que no se puede entrar gratis pasada esa hora en estas fechas.


Ya se había despejado y había un sol espectacular, iluminando los pocos árboles rojos que había. Es curioso como en mi última visita a Miyajima había mucho más cambio de color, cuando este año estaba visitándolo incluso más tarde. Debería estar más rojo todo y no más verde. este año de retrasó muchísimo el cambio de color de las hojas.


Entré subiendo por la parte izquierda, donde están las estatuillas jizo, ya que hay menos escaleras por esa zona. Había poca gente haciendo fotos, así que tampoco tenía que estar parando mucho para no interrumpir.
Se escuchaba el agua, los pajaritos y la campana que sonaba de vez en cuando a lo lejos.
Al final del caminito de jizos subí las escaleras y desde ahí por las escaleras centrales el último tramo. La chica delante mío pasaba la mano por los rodillos de la barandilla, haciéndolos girar. Hacer esto equivale a leer los sutras y permite recibir sus bendiciones sin conocer japonés ni sánscrito.


Eran las 10:30 pasadas cuando llegué a la zona principal, que estaba llena de gente. Me sorprendió bastante porque en 2019, incluso el día en el que había un festival, no estaba así de lleno.
Además de las casetas de siempre, había montones de cajitas con omikujis de todo tipo entre 200 y 300¥.

Al pedir el goshuin, me dieron un numero de plástico, como de taquilla, para recogerlo más tarde. Estaban haciendo obras y de vez en cuando se ponían con una sierra mecánica a hacer un ruido espantoso.
Como este año había más gente, pude fijarme en detalles que me pasaron desapercibidos anteriormente.
Avanzando hacia la parte superior, hay un sitio con un buda tumbado, donde hay unos pies de buda en el suelo. Había gente descalzandose sobre los pies y poniendo monedas en una bandeja justo en frente.

Casi en la cima, bajo la última sala, se encuentra la cueva Henjo, que alberga 88 estatuas budistas con montones de farolillos colgando del techo. 
En el anterior viaje no me había fijado que había estatuas de los animales del zodiaco y esta vez quería buscar el mío, el conejo, que estaba junto al de mi hermana, el dragón.  La gente dejaba ofrendas en sus signos del zodiaco.
Lo que no me di cuenta, tampoco este año, es de que también hay unos jizos con los signos del zodiaco y la cosa es que tengo alguna foto de ellos. Soy un poco desastre para recordar ciertos datos.


Las vistas desde arriba del todo no eran tan espectaculares como en el 2019, porque no estaba todo tan rojo, pero el día estaba precioso con el cielo azul y nubes dispersas.
Alrededor de esta última sala, en el exterior, había montones de estatuillas metálicas de buda con ofrendas y al fondo una zona con montones de tablillas de daruma.

Ya eran las 11 cuando empecé a bajar hacia la salida pasando antes a recoger mi goshuin. Me costó 300¥.
Seguía el ruido de la obra, pero se atenuaba un poco con el sonido de la grabación del cántico de los sutras con el fondo de tambores.

Como las escaleras centrales son demasiado empinadas, decidí bajar por donde entré, por la parte lateral de los jizos, para no forzar tanto las rodillas.
De bajada giré a la derecha, para ir al Momiji Dani. Un parque con montones de arces, que aunque parecían estar verdes en su mayoría, quería ver que tal estaba y ver los ciervos que por allí rondan.

Cuando torcía la curva hacia el parque, en medio de un camino en el bosque, en el que no había nadie, una señora me saludó desde lo alto del monte, gritando que sirve comidas y té. Era un restaurante con vistas. Tenían puesto un cartel con precios desde 750¥ y una foto de las vistas que tienen desde ahí.
En este camino solo había algún que otro viejecito suelto, pero cero turistas.

A las 11:30 llegué a uno de los claros donde suele haber ciervos y aunque había algo de momiji, era bastante escaso, con un tono como muy marrón (que luego supe que fue porque en verano se quemaron las hojas por el calor y  como resultado se vuelven marrones y no rojas).

En la zona del río había cuerdas para delimitar la zona con los focos que habían puesto para la iluminación nocturna. Para mi han empeorado el lugar, porque le quitan el encanto de naturaleza salvaje que tenía. En 2019 hice unas fotos con ciervos en este lugar, que ahora quedarían fatal con tanto foco y cable.
En esta zona habia muchisima gente y seguí caminando hacia el monte, para ver si encontraba los puentes rojos.
Al llegar al primer puente rojo, montones de turistas caminaban por la zona.
Los ciervos estaban al acecho de la gente que estaba comiendo y aunque estuvieran metidas en rinconcitos, los ciervos enseguida aparecían de la nada para robarles la comida.



A las 12:00 llegué a Miyajima base para pedir comida. Tenía intención de pedirlo para llevar porque dentro estaba lleno y prefería ir comiendo por el camino y no perder tiempo. Es un restaurante sin gluten, sin huevo y sin leche. Las patatas las tenían agotadas, ya lo vi el dia anterior, por lo que pedi 3 piezas de pollo y los donuts, que son mini bolitas de donut. Tenían curri, pero no me fiaba de lo que pudiese picar y preferí no arriesgar. Luego vi en los carteles que ponía que era spicy curry.


Las dos cosas, el pollo y los donuts, me costaron 1200¥. Me dieron un cacharrito que me pitaría al estar listo mi pedido, pero me llamaron a viva voz y nunca me llegó a sonar.
Como realmente no me lo dieron para llevar, sino que eran dos recipientes abiertos, me senté en el banco que tenían fuera para comerlo.

El pollo tenía bastante pimienta y me picaba un poco, pero no estaban del todo mal. Los donuts eran como chiclosos y me fijé en que me habían puesto menos cantidad que al chico que tenía al lado comiendo.
Los 3 trozos de pollo me parecieron bien de tamaño, aunque me haría falta algo para completar la comida, porque tampoco me llenó del todo.
Cuando terminé entré a tirar los recipientes. Dentro tienen muy bien indicado dónde tirar cada cosa, así que no tienes que llevarte la basura a casa.



De camino al ferry pasé por una tienda donde vendían unos helados super monos, con barquillos de momiji y el tori, que tenía una cola enorme. Eran caros, pero al menos se ven grandes y eran monísimos.
Cuando llegué a la zona del paseo junto al mar, ví varios ciervos corriendo despavoridos. Había un perro enorme intentando perseguirlos y eso que iba atado.
La marea estaba alta y vi algunos barcos navegando junto al tori. Se había vuelto a nublar, pero como ya me estaba preparando para irme, tampoco me agobió mucho pensar que podría llover.



Pasado el tori de piedra, me acerqué a la playa, donde estaban embarcando para el paseo por el tori. Les daban gorritos de paja a los turistas que se iban subiendo.



Era ya casi la 1 de la tarde cuando regresaba caminando por la orilla. Me crucé con un ciervo, al que intenté hacer fotos con el tori de fondo, pero cada vez que me agachaba se me tiraba encima pensando que el móvil era comida. Desistí cuando subió las escaleras al paseo y le seguí, viendo que en ese momento una pareja intentaba hacerse una foto con un helado, que el ciervo inmediatamente vio y se puso de patas para comérselo. Justo hicieron la foto en el momento del ataque del ciervo.


 
Como llegaba detrás del ciervo intenté advertirles, pero fue demasiado rápido. Me enseñaron la foto que habían hecho entre risas y es que lo pillaron en ese momento exacto del ataque. Esa pareja ya tiene una anécdota del viaje de las que se quedan para siempre en la memoria.


Cerca de la estación del ferry, pasé junto al hotel que conocimos en nuestro primer viaje, en 2016. Ahora ya es imposible de lo caro que está, pero entonces estaba bastante bien de precio en comparación con los demás del estilo tradicional.
La tienda Lawson estaba al lado. No entré a mirar, pero tenía 2 plantas y un horario bastante amplio, desde las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche. Esta muy bien, porque la mayoría de las tiendas cierran a las 7 de la tarde.


Seguí caminando hacia el otro lado de la estación del ferry. Quería ir a ver un tori más pequeño que hay en esa orilla, que siempre se me olvida que existe. 
Por el camino hay unas mesas con bancos, tipo merendero con un lugar para fumadores. No se si habrá más sitios para fumar en toda la isla, porque realmente no vi ninguno señalado.



Cuando llegué al tori estaba completamente sola en la calle. Por esta zona no hay turistas.
Como está junto a la carretera, es complicado hacerle fotos decentes. Por suerte mi nuevo movil tiene una lente más angular que mi cámara y aunque la calidad no es del todo buena al menos  puedo acercarme para hacerle fotos sin la carretera por medio.


Me subí al ferry de las 13:25 y en menos de 10 minutos ya estaba en la otra orilla, desembarcando junto a grupos de colegios enteros y montones de turistas.
A la salida, había un robot con cuernos de ciervo, pero estaba siendo asediado por un par de niños y no me dejaron ver si era con información o qué. Me queda la duda hasta el próximo viaje.


Aún no iba a coger la maleta, ya que antes pensaba hacer otra excursión, que era mejor hacerla desde allí en el tren local.
El tren dirección Iwakuni salía a las 13:42, pero cuando pasó esa hora aún no había llegado y no lo hizo hasta las 13:48, justo cuando llegaba el de la otra vía, lleno de turistas que se bajaban  para recorrer la isla.
Pude sentarme sin problemas. Los  asientos eran de 2 en 2 pero también había algunos tipo metro, en fila de espalda a las ventanas.


Llegué a Iwakuni a las 14:10 y antes de salir recargué la pasmo con 2000¥, ya que me subiría a autobuses y no quería ir justa de dinero.
Cuando llegué a la parada del bus, justo le vi irse, pero no podía subirme a lo loco, tenía que ver primero si era el mio, asi que se fue mientras lo comprobaba y me tocó esperar.
Aproveché para grabar un poco la estación desde fuera. Hay carteles donde indican qué buses son accesibles con silla de ruedas y carteles electrónicos.


A las 14:30 me subí al bus dirección al puente Kintai. Pasé la pasmo al subir, por la puerta de atrás y la pasé de nuevo al salir, por la puerta de delante. Se paga por distancia, así que me costó 300¥.
El trayecto fue de unos 20 minutos y como ya estaba poniéndose el sol fui directa a la taquilla que hay junto a la entrada del puente. Se puede ver desde fuera de forma gratuita, pero para atravesarlo hay que pagar 310¥ o 970¥ si quieres ver el castillo, que incluye el teleférico y la entrada al castillo.
Aunque había leído que el castillo no era nada del otro jueves, sí había escuchado que las vistas eran espectaculares, así que ya que estaba, iría con todo.
El casillo cerraba a las 16:30, no quería ir agobiada así que no me distraje mucho haciendo fotos y fui directa para no quedarme sin verlo.



La entrada tiene varias partes que te van recortando y detrás puedes ver los horarios de cada cosa.
No había mucha gente y ya se estaba poniendo el sol. 
Se veía el castillo en la cima del monte desde el puente. La inclinación del puente era bastante pronunciada, así que las subidas me costaron un poco. Aunque los escalones eran bajitos, estaban inclinados igualmente.


Una vez atravesado el puente caminé hasta el teleférico, siguiendo un poco a la gente porque no me quedaba claro por dónde se accedía.
Tras subir unas escaleras, había algunas personas esperando y me puse a mirar los carteles informativos que tenían. Había un cartel en el que indicaban los tiempos andando; 5 minutos atravesando el puente, 5 minutos del puente a la estación de la montaña, 4 minutos de viaje en el teleférico y 10 minutos andando hasta el castillo desde la estacion del teleferico en la cima. No cuentan los minutos de espera que hay para subirte al teleférico, así que cuidado con eso. Me tocó esperar unos 10 minutos y pude subirme en el de las 15:15.


Por suerte me pude colocar en la ventanilla para grabar la subida con el móvil.
Al salir del teleférico, hay un cartel en el que indican que hay escaleras por el camino de la derecha y por el izquierdo es en rampa. Era más o menos el mismo tiempo, 8 minutos. El precio solo de ida del teleférico es de 330¥.
En la salida hay unas cuantas máquinas de bebidas. No hay más en el camino, así que recuerda comprar aquí lo que necesites.


Fui por la rampa, por supuesto, andando a paso ligero entre árboles, donde parecía ya más tarde aún por la poca luz que dejaba pasar la espesa vegetación.
En un momento vi un camino de tierra al lado, y como las señales solo estaban en japones, me quedé dudando, pero decidí seguir por el camino asfaltado por el que iba, aunque parecía dar un poco más de vuelta.

Había señales de cuidado con las víboras y al lado unas escaleras. Al fondo parecía verse el castillo, así que las subí y justo era la parte trasera del castillo. Podía haber seguido por la rampa un poco mas y me habría dejado en la parte frontal del castillo.


En la puerta del castillo pude ver que la entrada suelta cuesta 270¥. Supongo que habrá gente que sube el monte haciendo senderismo.
En la taquilla había una mesa con 2 sellos y varios señores poniendo los suyos en un libro. Creo que era un libro de sellos de castillos. Aquí se lo toman en serio.

Dentro había muchos objetos expuestos, maquetas, katanas, armaduras, lienzos y carteles en japonés e inglés. Las escaleras eran bastante empinadas, pero como había poca gente, pude subir agarrándome a las barandillas.



Llegué al último piso sobre las 15:50. Estuve un rato haciendo fotos y vídeos del puente. A esa hora ya no le daba el sol, con la sombra de la montaña proyectada sobre él.
Dejé la mochila un momento en un banco para hacer fotos con el teleobjetivo y luego me di cuenta que se me había olvidado la gopro encendida en la mochila y se quedó grabando un buen rato. Me pasa en todos los viajes, que me encuentro grabaciones interminables por olvidar apagarla.

A la salida del castillo cogí unos folletos que había junto a la puerta. Todo lo que sea impreso me gusta guardarlo de recuerdo. Ahora casi todo es digital y ya no te dan ni mapas.
Salí por la zona de la rampa, pero llegué a un punto que no sabía por donde bajar, había seguido a la gente que había dado la vuelta al castillo y los había perdido de vista, así que me tocó retroceder para bajar por las escaleras por las que había subido a la llegada.



Sobre las 16:05 llegué a la estación del teleférico. 
Me senté a esperar, donde solo había un par de personas, porque había mucha gente por ahí pululando y no quería entrar de las ultimas para colocarme al frente.
Había un reloj con música sonando en ese momento, frente a la estación.
A las 16:15 salió el teleférico y aunque pude ponerme la primera, para grabar con la cámara, se me quedó sin batería justo al inicio y tuve que seguir con el móvil.


Ya estaba oscureciendo bastante y apenas había gente. Las tiendas estaban cerradas, así que me fui directamente a la parada del bus que me dejaría en la estación.



Llegué a la parada del bus a las 16:35. Había una pantalla con las horas en las que venían los siguientes buses. Aunque estaba todo en japonés, se entendía los que iban a la estación si usabas el traductor o incluso te podías guiar usando Google maps, para ver qué números llegaban hasta allí.
El siguiente venía con retraso y me parece que finalmente cogí el segundo número que salía en la pantalla, no el primero, el número 21.
Eran casi las 17:00 cuando llegué a la estación de Iwakuni. Pagué otra vez los 300¥ del viaje con la pasmo, al bajar del bus.

En 3 minutos salía el siguiente tren a Miyajima, por lo que corrí como una loca para no perder más tiempo.
Iba casi vacío, y fui sentada junto a la ventana, en unos asientos de esos que son 4, 2 en sentido de la marcha y los otros dos en contra. Por el camino pasé por unas fábricas de lo más curiosas, que eran como una maraña de finas torres unidas por montones de tuberías.
Llegué a Miyajima a las 17:20 y ya era completamente de noche.
Caminé hasta el hotel para recoger la maleta, que me dieron enseguida, y regresé a la estación para subirme en el tren local de las 17:40 hasta Hiroshima, de la sanyo-line hacia Itozaki.
Llegué a Hiroshima a las 18:10 pero no pasaba un shinkansen, con parada en shin-Yamaguchi, hasta las 18:52.
Como no tenía reserva, estuve esperando en la vía 11 desde las 18:30, haciendo cola en el coche 1, para poder sentarme sin problemas. 



Me subí al sakura 565, que me dejó en Shin-Yamaguchi a las 19:22. Pude sentarme al final del vagón, en ventanilla, en el asiento 12E. Había sitio para dejar la maleta detrás, pero la llevé delante porque me entraba sin problemas.
Casi todo el viaje transcurrió dentro de túneles y como era noche cerrada, tampoco se notaba mucha diferencia.

Por suerte, el hotel de Yamaguchi estaba junto a la estación y tampoco tuve que perder mucho tiempo ni energía en llegar. En cuanto salí de la estación, vi el cartel del hotel justo enfrente, era solo cruzar la calle.

El hotel se llamaba Comfort hotel Shin Yamaguchi. Había una persona en recepción, pero el registro era en máquina. Intenté registrarme pero no me funcionaba, porque habian puesto mal mi nombre, así que me hizo el check in el chico de recepción. Había una persona atendiendo en recepción y otro chico junto a la máquina. 
Me informó de todo lo esencial, sobre las amenities que estaban junto al ascensor y que tenía que coger una ficha para el desayuno. Pensé hacerlo más tarde, pero ya no salí de la habitación y se me olvidó completamente.
Pregunté por los alérgenos del desayuno, que ya me habían dicho, por mensaje privado de Booking, que me prepararían un listado. Enseguida me dio unas hojas con todos los alérgenos marcados, que ya tenía preparadas con mi reserva.

De haber podido planificar los alojamientos con tiempo, habría estado 2 noches en Miyajima y habría ido desde Hiroshima hasta Hakata, eliminando esta parada, ya que era solo 1 hora de trayecto. Pero como compré el vuelo con 4 meses de antelación y ya casi no había hoteles libres, tuve que reservar entre lo que quedaba, sin haber hecho aún el itinerario.
Cuanto tuve lista la ruta, ya no quedaba nada decente en Miyajima ni en Hakata y no me quedó otra opción que perder un poco esa noche en mitad del camino.

Pagué 6.600¥ con tarjeta y subí a la habitación.
Como siempre, lo primero que hice fue hacerle fotos, para mandar a la familia, antes de dejar todo tirado.


La habitación era la 218, de acceso con llave electronica por tarjeta. Era lo suficientemente amplia para una persona, con una cama doble, tocador con espejo con luz, mini nevera, aire acondicionado, tv y suficientes enchufes. La ventana no tenía vistas, ya que es de esas opacas, que dejan pasar la luz solamente, pero no deja ver nada del exterior. Tampoco me importaba, ya que solo iba a pasar la noche.


El baño era pequeño, estilo japonés, con jabón, champú, acondicionador, cepillo de dientes y toallas. Todo estaba muy limpio y la cama era muy cómoda.


Sobre las 20:30 me puse a cenar una ensalada de zanahoria, atún, huevo duro y maíz para aligerar peso en la maleta y una sopa de Yatekomo sin gluten.
Mientras cenaba intenté hacer la reserva del shinkansen desde la web, pero no encontré la forma de hacerlo, así que decidí ir en sin reserva o reservar por la mañana en la estación, si iba con tiempo suficiente.
También rehice el plan del día para no hacer excursiones muy lejos el día de llegada, porque estaba bastante cansada.

Preparé el listado de alérgenos que me habían dado para el desayuno, marcando lo que podía comer para ir a tiro hecho.
Por suerte hubo unas cuantas cosas sin gluten ni lácteos que podía comer. No tenían todo lo que había en el documento, pero fue suficiente para no pasar hambre.

Ya eran las 11 cuando me preparé para dormir, poniéndome de nuevo un parche de frío en el hombro. Me había aliviado mucho el dolor, y con esta otra noche más de uso ya se me quitó el dolor punzante que tenía.

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