jueves, 5 de junio de 2025

Japón 2024 - Diario de viaje - Día 3 - Kioto: Rurikō-in, Kurama, Gion Soy Milk ramen y chiffon cake sin gluten

 



Domingo 17 de noviembre 2024

Me puse el despertador a las 6:45, para ir con tiempo a recoger el pase de Kurama, pero me desperté antes de las 6:30 y me puse en marcha para ir con mas tranquilidad.
Hacía calor, así que no llevé ni la cazadora ni la Gopro, para ir más ligera. No las estaba usando y solo  estaban aumentando el peso en la mochila y dándome más dolor de espalda.
Desayuné cereales con fresas (que estaban súper buenas) y tras ducharme y arreglarme, salí hacia el metro.
Tenía agujetas del día anterior y el madrugón no me ayudaba, pero tenía más de una hora de viaje en tren por delante para hacerme a la idea de la caminata que me esperaba.
La calle estaba desértica, parecía que la gente aún ni se había despertado y apenas había tráfico.

Salí desde la estación de metro de Nishinakajima-Minamigata sobre las 7:45 y a las 7:55 ya estaba en la estación de Yodoyabashi, donde haría trasbordo a la otra compañía de trenes, pagando el trayecto con la pasmo, 240¥.
Enseguida encontré la oficina donde se cambian los pases. Estaba de camino a la entrada de la otra línea y tenía carteles bien grandotes con la información de los diversos pases.
El pase para Kurama lo había comprado en la web de Klook, la noche anterior. Tan solo tuve que enseñar el código QR y en un segundo me dieron el pase. No se activa cuando te lo dan, sino al pasarlo por los tornos de entrada, que es cuando te marca la fecha. 
Como no sabía como funcionaba, no lo quise comprar y recoger antes, sobre todo porque se recoge en estaciones por las que nunca paso y tenía que ir exclusivamente a eso.


Aquí es donde empezó una aventura a contrarreloj. Mis rutas estaban planificadas al detalle, pero como había ido antes, comprobé en Google maps el siguiente tren y o no me fijé bien, que es raro, porque te indica la vía y la hora exacta, o no iban en tiempo (que es algo que pasa bastante, aunque parezca raro) y me subí al que no era. El caso es que tras un rato de viaje, empecé a pensar que me había subido en un local y no en el exprés.
En las primeras paradas iba bien, se paraba en las estaciones que me ponía en Google maps, pero luego empezó a parar en todas partes. Seguí lo que me indicó Google maps y no lo que tenía anotado de Navitime. Me ponía que en el tren que iba llegaba a las 9:30, con tiempo de sobra para ir tranquila.
Mirando más tarde en Google maps, no vi ningún tren que tardase tanto en llegar como en el que iba, así que ni idea de qué pasó.
Como veía que no iba a llegar al templo que tenía reservado, a las 9:33 me bajé en la estación Sanjo y me subí al exprés que estaba junto en la vía de enfrente, que llegaba a Demachiyanagi a las 9:36.

En cuanto llegué a la estación Demachiyanagi, corrí todo lo que pude, escaleras arriba incluidas, porque estaban bloqueando las escaleras mecánicas y no llegaba al siguiente tren.


Llegué a tiempo de subir al tren de las 9:41, que me dejó en Yase-Hieizanguchi Station a las 9:55. Tenía 5 minutos para llegar al templo. Menos mal que la hora te la ponen de 10:00-10:15 y aún tenía margen para llegar.
En este tren había una pantalla que indicaba el precio según la estación, como en los buses.
Como en algunas estaciones no hay estación propiamente dicha, con su oficina y sus tornos de entrada, tiene una máquina en la puerta, junto al maquinista, donde se puede pasar la pasmo o introducir el dinero, antes de salir.

Salí del tren pasando mi pase por la máquina de salida y empecé a caminar a paso ligero hacia el templo Rurikō-in.
El templo está al lado de la estación, pero hay un río en medio sin puente, por lo que hay que ir hasta la carretera y deshacer tus pasos por el otro lado del río.

Cuando llegué a la entrada había una fila enorme y una chica dirigiendo a la gente. Le enseñé la reserva que llevaba impresa (menos mal que la imprimí, porque no hablaban nada de inglés) y me mandó pasar por un sitio donde no había nadie, hasta una mesa bajo una carpa. Les di el papel, comprobaron mi nombre en la lista que tenían y cuando me vieron sacar el dinero me dijeron que pasara, y con gestos, que se pagaba dentro.
Cuando entré no vi dónde pagar y seguí por el camino, mientras grababa el acceso de entrada. Al llegar a la puerta, me dieron una bolsa y me indicaron que me quitara los zapatos, pero no vi dónde pagar los 2000¥. Estaba totalmente confundida. No había visto ninguna taquilla.
En la bolsa había una hoja con un texto escrito en borrador, un boli y un folleto en japonés e inglés.

El acceso es a lo que parece una casa tradicional, con varias estancias. En el recibidor te quitas los zapatos y los metes en una bolsa. Yo los metí en la mochila para que no me molestaran.
La primera sala es la que tiene la mesa que refleja el exterior. En ese momento apenas había nada rojo, los árboles estaban de un verde intenso, como si aún fuese verano. Aún así nos estaban cobrando como si estuviera todo rojo y estaba bastante lleno, aún teniendo turnos de entradas.


En esta sala había 2 personas metiendo prisa para que hicieras las fotos y salieras y no se acumulase la gente. Supongo que ya hacía un rato que estaban allí, porque había entrado sola. La gente no se apoltronaba en el sitio y apenas tuve que esperar 5 minutos para poder sentarme al borde de la mesa. No estuve ni 5 minutos y me levanté para hacer fotos desde la zona en la que no está la mesa, desde donde se veían algunos arces que empezaban a ponerse rojos.

El jardín es muy bonito, pero desde esta habitación no se podía disfrutar con tanto agobio de los trabajadores para que salieras de ahí lo más rápidamente posible.


En una de las salas contiguas, había varias mesitas con lámparas, donde la gente estaba escribiendo los kanjis sobre las hojas que nos habían dado. No había asientos libres, así que otra chica nos invitaba a seguir nuestro camino. Había algunas personas esperando sentarse, pero no dejaban de decirles que siguieran caminando. 
Junto a otra de las terrazas había otras mesas, donde se lo estaban tomando con calma y parecía que estaban más de charla que escribiendo.


Bajé a la primera planta, siguiendo a los que tenía delante, hasta llegar a una sala con un cartel de Kamaburo. Cuando vi a la gente quitándose las chaquetas me extrañé y una chica al verme me dijo algo en japonés, que entendí como que se necesitaba ticket comprado aparte para entrar ahí, aunque no vi ni taquilla ni información de cómo acceder. Era una especie de sauna, así que tampoco me preocupé mucho por no ver esta parte.

Entré a una habitación con acceso al jardín, justo debajo de la sala del reflejo. Había gente sentada tranquilamente, a la que ya nadie metía prisa y que estaban ahí mirando el móvil, sin preocuparse de nada. Los que llegábamos teníamos que mirar desde atrás o intentar colocarnos en el huequito que dejaba alguno que se levantaba.
Como las pocas hojas rojas que había estaban en la parte alta, desde esta sala se veía poco rojo. El musgo del suelo estaba super verde, con los riachuelos apenas audibles por el murmullo de la gente.


Continué recorriendo las estancias hasta llegar a una pequeña sala donde tienen un buda y enfrente los goshuin, apilados, con una caja de madera donde debías poner el dinero.
No recuerdo si ponía el precio, pero me fijé en otra gente y puse lo mismo.


Desde ahí se veía un árbol de un rojo intenso. Había una chica haciendo fotos con el móvil, así que esperé pacientemente casi 10 minutos a que se quitara, junto a otra chica que ya estaba impacientándose. Nos miramos sonriendo como diciendo, joder la tipa esta que no se va. Cuando por fin lo hizo, tomé alguna foto rápida y le dejé hacer sus fotos a la otra chica.


Pensaba que ya nos dirigíamos a la salida, cuando vi otro tramo de escaleras que bajaban más aún. Desde esta sala se veía otra zona del jardín con un estanque y farolillos de piedra. Había gente sentada, pero había sitio donde sentarse. Otra habitación pequeña, contigua, daba acceso al jardín, con un caminito de piedra, pero tenía una barrera que prohibía el paso.


Salí por el mismo sitio por donde entré, admirando el estanque con peces y los farolillos de piedra.
Entraba mucha gente en ese momento y teníamos que hacer turnos para cruzar un pequeño puente de piedra, por el que solo cabía una persona.

Eran las 11:25 cuando estaba a punto de cruzar la puerta de salida, cuando vi la taquilla. Estaba al lado contrario de donde suelen estar las taquillas, muy metida tras la puerta, por lo que no la vi al entrar. Atendía un chico, al que le dije como pude con señas, que quería pagar, que no lo había hecho a la entrada. Se sorprendió de que no tuviera la entrada y saliera en ese momento, pagué, le di las gracias y salí.

Cuando estaba grabando la entrada, desde fuera, donde no se veía al que atendía, una señora me vino a echar, un poco de malos modos. Pensaba que igual estaba en medio de algo, pero a bajar las escaleras vi mucha gente en la entrada parada, haciéndose fotos. Así que no entendí muy bien porqué me estaba echando.


Caminé de regreso a la estación, esta vez con más calma.
Llegando a la carretera, había una caseta con comida y bebida y más adelante, un cable car al monte Hiei.
No me entretuve mucho, ya que en breve salía el tren y tampoco quería llegar muy tarde a Kurama.
Entré con mi pase y esperé a que bajaran los que llegaban en el tren que me llevaría hasta la estación Takaragaike, donde tenía que hacer trasbordo para ir a Kurama. Era solo un vagón, como si fuese un tranvía. Me coloqué junto al conductor, para poder ver el camino y al maquinista. 
Llegué a las 11:45, tras un viaje de menos de 5 minutos. Me senté a esperar el tren que llegaba hasta Kurama, mientras me comía una barrita de cereales.
No había que subir ni bajar muchas escaleras, ya que todos los accesos eran cruzando las vías.
Llegó en unos 10 minutos.
Este tren tenía varios vagones, pero me subí en el primero, para poder ponerme delante. Los asientos estaban bastante llenos, así que me quedé de pie justo detrás del conductor, junto a otra chica que también estaba preparada para hacer fotos. En teoría pasaríamos por el túnel de momiji (Hojas de arce rojas), pero tal y como estaba de retrasado el cambio de color de la hoja, dudaba mucho ver algo.

 

Sobre las 12:09 el tren empezó a reducir la velocidad, entrábamos en el tunel de momiji. Como suponía, no había mucho aún y no era tan espectacular como había visto en vídeos. Aun así, era bastante bonito atravesar tanta vegetación, tan cerca del tren.
Redujo la velocidad en varias ocasiones más, cuando pasábamos junto a los árboles que estaban cambiando de color.


Decidí ir primero a Kurama, con la idea de ir después a Kibune. Me bajé en la última estación, en Kurama, pasadas las 12:15. 
Al bajarme había mucha gente como yo haciéndole fotos al tren.
Antes de emprender la marcha, pasé por los baños, que están justo antes de salir y eran tan pequeñitos, que me tocó hacer cola. or suerte estaban bastante limpios.

En la entrada de la estación de Kurama, hay un tengu enorme, con su característica nariz super larga y color rojo brillante, al que todos hacíamos fotos. Detrás había un tren como de exposición, al que se llega atravesando un fila creada con cuerdas en las que no había nadie y no conseguí entender porqué estaban ahí. En algún momento se harán filas enormes, pero no entendí cuando ni el motivo.


Caminé unos pocos metros, primero de bajada y luego cuesta arriba, hasta los pies de Kurama-dera.
En la entrada ya hay un tramo de escaleras que terminan en la puerta de acceso, donde se compra la entrada, que cuesta 500¥. No hay entrada conjunta con el cable car, hay que pagarlo en la entrada del cable car.
Para llegar hasta allí hay que subir más escaleras. Es un tramo largo, pero son escaleras bajitas, por lo que son bastante accesibles.
Hay vending machines con bebidas antes de llegar al cable car. Si necesitas comprar algo mejor hacerlo antes de subir, ya que podría no haber en las que hay más arriba.


Cuando llegué a la sala de espera del cable car, lo primero que me encontré fue la maquina para sacar el billete para subir. Costaba 200¥ y solo se podía pagar en efectivo.
Había dos filas de asientos junto a la entrada al cable car, que eran justo para las personas que entraban en cada viaje.
En 10 minutos me tocó uno de los últimos asientos, por lo que entré en el siguiente viaje, que salió a las 13:10. Salía uno cada 20 minutos.

 

Es un pequeño vagón en escalera que ya estaba prácticamente lleno cuando entré. La gente no quería subir las escaleras, taponando la entrada, aún cuando estaban gritando que por favor subieran. Avancé hasta arriba intentando sujetarme en una de las agarraderas que tiene mientras grababa algo con la otra mano. El viaje dura apenas unos minutos. 


Al salir te encuentras en medio de la naturaleza, sobre un camino de baldosas de piedra de subida, con farolillos rojos a un lado y la montaña al otro.
Me di cuenta que al final no traje el palo de senderismo, que me habría ayudado no solo para caminar por el monte, sino para bajar y subir escaleras.
En este viaje se me olvidó el trípode y el palo, que pensaba traerlo, ya que pesa poco y empiezo a necesitarlo para no forzar tanto las rodillas.


Tras la cuesta, llegué a un mirador con banquitos y un tramo corto de escaleras, que giraba hasta otro tramo de escaleras enorme que llevaba hasta el templo principal.
Hay paradas en diferentes tramos, en uno hay una tienda, unas máquinas de bebidas junto a la puerta y unos bancos.


Aproveché para comprarme un zumo de melocotón, en el que ponía 100%, que suelen ser los que no tienen gluten ni cosas raras. Costaba 160¥ y al sacar la bebida era diferente a la que se veía en la foto de la máquina. En esta parecía que era de melocotón con piña, no con naranja. Por suerte en los ingredientes estaba todo bien y pude bebérmelo.

 

En el siguiente tramo estaba el piso superior de la tienda, con una fuente de purificación en la entrada, un dragón y un balcón, con farolillos enormes, desde el que se veían algunos árboles rojos, y justo detrás, el mirador por el que había pasado al subir.

 

Justo antes de llegar a la cima, en las escaleras, hay un caminito a la derecha que te dirige a los baños. Está como debajo del templo, de hormigón, entre vegetación. Tiene unos W.C. pequeños con ventanas totalmente abiertas. Solo te separa de la naturaleza una malla anti bichos.

Cuando llegué hasta la cima, donde está el templo principal, resulta que estaba en restauración, con un andamio y lonas de obras.
Entré para verlo por dentro, siguiendo a la gente que tenía delante, dejando los zapatos en la entrada, y sentándonos en unas sillas tipo banqueta. No sabía muy bien qué pasaba, porque enseguida cerraron la puerta detrás de nosotros y nos quedamos como media hora sentados ahí. Algunos juntaban las manos rezando, otros simplemente miraban de frente y algunos confusos como yo, miraban a todas partes para ver si pasaba algo. Me daba corte levantarme para salir, porque nadie se movía, así que me quedé expectante.
A la media hora vino un monje e hizo una ceremonia, con rezos, cantos y sonidos de tambor. Al final se levantó y se puso a leer nombres en unos sobres que iba entregando. Parece ser que era un grupo de australianos y el ritual era para desearles un buen viaje. No todos eran del grupo, ya que algunos no se levantaron, como yo.
Con la tontería, eran ya las 15:00 cuando salí de la ceremonia. Había perdido una hora dentro del templo sin haberlo planificado.
Ya que estaba, aproveché para comprar un Omamori para la salud y la longevidad, por 1000¥. Como no vi el goshuin, ni me acordé de comprarlo.

 

Di una vueltecita por el templo hasta llegar a la puerta de salida hacia la montaña, donde vi unos cubos con palos de madera para hacer la ruta de senderismo hasta Kibune.
Eran unas escaleras súper empinadas que subían por la montaña. Como se me había hecho tarde ya ni me daría tiempo a ir en tren antes de que anocheciera.


Regresé hasta la estación, esta vez andando. Las escaleras desde el mirador son más bajitas y gran parte era sin escaleras, aunque en algunos tramos la pendiente era tan pronunciada que tuve que ir con calma para no bajar rodando.
Caminaba prácticamente sola entre la naturaleza y el silencio solo roto por algunos riachuelos cercanos. El rojo de los farolillos de madera contrastaba con el verde y amarillo de los árboles, que apenas dejaban ya pasar la poca luz que había.
Eran las 4 de la tarde cuando llegué a la entrada del templo.


De camino a la estación fui mirando un par de tienditas que había, por si encontraba un imán para llevarme de recuerdo. 
Pude encontrar uno sencillo de madera con un tengu, entre todos los demás, que eran súper horteras y enormes. Me costó 600¥.



El próximo tren salía a las 16:24, que me dejaría en Demachiyanagi a las 17:00.
Lo malo del otoño es que se hace de noche super pronto y cuando llegué ya no había ni una pizca de luz.
Hice algunas fotos del tren, junto a otros pasajeros que también estaban haciendo fotos, y me quedé mirando una pared donde tenía varios productos en venta de la Eizan railway. Había desde postales a material escolar.
En una de las cabeceras de otra de las vías, había un corazón de luces led, con un banco delante donde hacerse fotos. 


Me quedé cotilleando unos 5 minutos y salí de la estación de Demachiyanagi, de la Eizan Railway, para ir a la otra línea incluida en el pase, que me llevaría hasta Gion.
Justo frente a la entrada, había un pequeño camioncito con la música del yakimo, y una chica dándole la vuelta a las batatas que tenía en la brasa de la parte trasera de su vehículo.

El siguiente trayecto de tren fue muy corto, salí a las 17:30 y llegué 6 minutos más tarde a la estación Gion-Shijo.
Desde ahí caminé hasta la tienda de chiffon cake Honke Yatsuhashi Nishio Gion Store.
De camino pasé por Minamiza Theater donde intenté hacer una foto sin autobuses pasando y de nuevo tuve que renunciar. En el anterior viaje también me fue imposible hacer una foto sin mil autobuses que taparan la entrada.

 

En la puerta de la tienda Honke Yatsuhashi Nishio Gion Store, había una chica que te invitaba al interior. Está bajando unas escaleras y tras un pasillo con productos y muestras para probar, tienen los chiffon cake y un mostrador donde te cobran. 
La chica me preguntó qué alergia tenía y me indicó algunas cosas, pero una de ellas tenía leche, tras comprobar con el traductor de google. Como ya los había mirado en su web, fui a tiro hecho y probé algunas de las cosas que tenían de muestra, como el dulce de matcha, que pensaba no me iba a gustar pero estaba extrañamente rico.
Finalmente me llevé solo el chiffon cake, porque aún tenía los dos paquetes de dulces que había comprado en la estación el otro día. No les quedaban otros sabores de los que no tienen lácteos, salvo el de sirope de arce, así que me llevé el que tenían por 880¥.
Cuando me lo estaba cobrando, le dio la vuelta para mostrarme la fecha de caducidad, que era el 20 de noviembre. Le di mi aprobación, sabiendo que estos bizcochos duran mucho más que eso. 
En Japón las caducidades son muy cortas, ya que quieren que consumas el producto casi tal cual te lo venden, pero en realidad no se ponen malos tan pronto, solo que pierden esponjosidad y frescura.

Ya eran casi las 18:00 y quería cenar antes de regresar al apartamento. Esta vez probaría el ramen de Gion Soy Milk Ramen, que estaba a menos de 5 minutos andando.

 

Cuando llegué no había mucha gente. Me indicaron que me sentara en la barra y me dijeron que escaneara el código QR, que tenía en frente de mi, para hacer el pedido.
Ese código te lleva a su web, donde te indican lo que hay en el menú y vas seleccionando lo que quieras. Pedí el ramen clásico, llamado Hana, sin picante ni nada extra. Me trajeron un vaso de agua sin que tuviera que pedir nada.
Al lado había un chico de un grupo que estaba en la mesa que tenía detrás, de 4 personas. Como no cabían todos en la mesa, le pusieron en la barra. Vi su ramen y era enorme. Me asusté un poco porque se parecía al que había pedido y ciertamente, cuando me lo trajeron, era igual de grande. 
Estaba en el extremo de la barra y a mi lado derecho había una puerta con acceso a una lavandería.
El restaurante está como en el bajo de unos apartamentos de Airbnb, donde hay una lavandería de pago.
Nada más empezar a comer, la gyoza se me resbaló y me salpicó entera. El caldo era como blanco y me puse los pantalones perdidos. Cuando ya estaba acabando, se me cayó el vaso de agua y lo dejé todo como una piscina. Intenté secarlo con las servilletas, sin mucho éxito.
El chico de al lado me miraba como si estuviese en un espectáculo de Pepe Viyuela.


El ramen no me hizo mucha gracia. Tenía 2 gyozas, un trozo de tofu frito y verduras de varios tipos, pero el caldo no me convencía del todo. Se dejaba comer, pero no repetiría.
Eran las 18:40 cuando terminé. Llevé la tarjeta con el QR a la ventanilla que tienen en la salida y me cobraron mi pedido de 1900¥.
Le expliqué el incidente con el agua, para que lo tuviera en cuenta y me dijo que no me preocupara. No quería irme dejándole el pantano ahí sin avisarles.

Cuando salí había un montón de gente esperando en la puerta. Estaban sentados en unas sillas y habían anotado sus nombres en una hoja, según lo que entendí de la persona que salió a atenderlos.
Supongo que querían sentarse juntos y por eso esperaban, porque dentro había asientos libres. Eran todos extranjeros.
En la entrada había una maquina con dulces congelados. Ya sabía que estaba ahí, porque lo había visto en el foro de celiacos, pero como me parecieron caros y ya tenía el chiffon del otro lado, no me compré ninguna de las opciones.


Aunque ya era de noche, fui caminando hasta el canal de Shirakawa dirección al santuario Tatsumi-jinja.
Estaba iluminado con unos pequeños farolillos rojos situados a los lados del tori. Había algunas personas caminando por la zona, pero estaba todo muy tranquilo y silencioso.

Desde ahí fui hacia la calle principal de Gion. Pasaban cocineros en bici con bandejas tapadas con trapos, que me habría extrañado si no los hubiera visto antes. Llevan las comidas desde cocinas externas a casas de geishas y restaurantes.

Caminé por Shijo-dori, la calle principal, camino a la estación Gion-Shijo. Aún había algunos turistas, pero la mayoría de las tiendas estaban ya cerradas.
A las 19:14 estaba ya en la vía esperando mi tren, para llegar a Tofukuji. El próximo era un exprés y no paraba en mi estación, así que tuve que esperar al siguiente que era a las 19:22, un sub-exprés.
Me quedé mirando los carteles informativos de los trenes exprés y me di cuenta que en Google ponía un nombre que no era ninguno de los que había en el cartel. Quizá por eso no me subí al correcto en el primer viaje que hice por la mañana.
En esta vía había una barrera de cuerdas amarillas y naranjas, que se levantaban cuando se paraba el tren.
Llegué a las 19:28 a la estación de Tofukuji y al salir para hacer trasbordo hasta la estación de Kioto, tuve que pasar por los baños, porque me empezó a sangrar la nariz y no paraba. Es algo que me suele pasar con los cambios de temperatura, cuando estoy enferma o cansada. Me puse algo de agua en la nuca y esperé a que parase un poco.
Por suerte hasta Kioto era solo una parada, ya usando el pase de JR. Era más rápida esta ruta que la que hice por la mañana.


Desde Kioto fui hasta Shin-Osaka en un special rapid, que salía a las 19:59. Como me tocó esperar casi 10 minutos, estaba la primera de la fila y pude sentarme.
En esta vía tenían el mismo método de la barrera con cuerdas, que se levantan al parar el tren.
Cuando llegué al apartamento eran la las 20:35.
Por el camino grabé un avión que pasaba sobre mi cabeza y un tren pasando por las vías junto a mi, al mismo tiempo. Es algo que veía cada día al regresar a casa y el motivo por el que había tanto ruido en el apartamento.

Antes de subir a mi apartamento, fui a inspeccionar el sitio donde se tiran las basuras, que estaba en el callejón de al lado, pasando el parking interior del apartamento. Era una especie de jaula enorme, donde dejan las bolsas de basura, aparentemente sin clasificar. 
Había preguntado al anfitrión cómo tenía que reciclar y me dijo que no hacía falta. Aluciné un poco, porque tenía entendido que el reciclaje era muy estricto en Japón, pero se ve que no en todas las ciudades.
Al regresar vi las escaleras del edificio, que tienen el acceso desde el aparcamiento, en el patio interior. Acostumbrada a ver los accesos de las escaleras en los mismos portales del edificio, se me hacía raro que estuvieran en la calle, en el lado contrario de la entrada.
El aparcamiento no era muy grande, pero tenía un espacio para bicis junto a la lavandería y una máquina de bebidas.
En la lavandería había un lavabo en la entrada, una estantería con un montón de mangas y al lado una máquina con jabón para lavadora, por 50¥.

Cuando estaba apunto de entrar en el apartamento, vi pasar un avión. Normal que se escuchara tan fuerte, porque pasaban justo por encima.
Llegué al apartamento con la sensación de que el ramen no me había sentado muy bien. Me sentía un poco pesada, como si hubiese comido muchísimo.
Era ya tarde, pero por suerte venía cenada y no tenía que ponerme a cocinar.
Hice algunos vídeos de las compras y me puse a mirar los planes para el día siguiente. Me acosté un poco tarde porque tenía que rehacer las rutas por la lluvia y el cambio de pase que había hecho. 
Con la tablet tardaba un poco más que con el portátil. No se porqué me da por viajar siempre con cosas nuevas que aún no conozco y me hace ir más lenta, pero en este caso, quería viajar más ligera y esto ayudó bastante.

Compras del día
  • Chiffon cake de sirope de arce 880¥
  • Omamori salud y longevidad 1000¥
  • Imán Tengu 600¥

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