Lunes 18 de noviembre 2024
Me desperté a las 7 y como de costumbre no conseguí volver a dormirme. Dormí poco más de 6 horas, pero al menos lo hice del tirón.
Dudaba si ir a hacer una excursión a un templo con darumas al norte de Osaka o al castillo de Hikone, pero como estaba cansada, decidí quedarme por Kioto, donde aún tenía muchos sitios pendientes de otros viajes. Así podría regresar al apartamento en cualquier momento si no me encontraba bien.
Este día activaba el kansai area pass de 2 días, que me daba más opciones que el kansai mini pass. Cubre más territorio e incluye varias compañías de transportes, no solo de JR.
Desayuné cereales con fresas, un zumo tropicana y me duché para poder salir sobre las 9:20.
Había mucha cola en las máquinas de JR, donde tenía que recoger el Kansai area pass de 2 días.
Lo había comprado en la app de Klook, por 4800¥, el mismo precio que en la web de JR, pero además incluía una esim gratis (que nunca utilicé).
Al inicio de la fila había un cartel en inglés, en el que explicaban cómo recoger los e-tickets (los pases comprados desde páginas web), con imágenes del paso a paso. Este cartel me pareció mucho más claro que el que tenían en el aeropuerto.
Solamente era seleccionar la opción para recibir un ticket ya reservado, escanear el QR, poner la fecha en la que quieres iniciar el uso y escanear el pasaporte.
Este pase incluye el kansai area pass, que permite el uso de todos los trenes JR, salvo shinkansen, en la zona de Kansai y además te da un día de uso de la compañía Hankyu, Keihan y el metro de Kioto.
Lo malo de estos pases extra, es que cada uno se recoge y activa en diferentes estaciones.
A las 9:50 me subí a un tren special rapid que me dejaría a las 10:20 en la estación Yamashita. Como de costumbre, iba lleno, pero como se bajaron casi todos en la estación de Kioto, pude sentarme un ratillo hasta mi parada.
En Yamashita station tenía que cambiar el pase de metro que incluía el kansai area pass.
Pregunté en una oficina junto a la entrada del metro, porque no había nadie en ventanilla, pero me mandaron de nuevo a la entrada. Me tocó llamar a un timbre en la taquilla porque no había nadie, enseñando el pase a la cámara. Al poco salió un hombre de dentro, se quedó con el pase que me dio la máquina y me entregó un pase de metro que ya podía utilizar ese mismo día, pasándolo directamente por los tornos.
Se activa la primera vez que lo utilizas, ya que se marca la fecha en la parte posterior.
En Google maps parecía que estaba bastante cerca y no había buses regulares, así que fui caminando. Lo que no esperaba es que fuese cuesta arriba y me costó un poco más de lo habitual llegar.
No había casi nadie por la calle, era una zona que parecía bastante residencial.
Llegué a la entrada a las 10:55. Apenas había movimiento, algún que otro pequeño grupo de gente mayor, pero no vi apenas turistas extranjeros.
Las primeras taquillas están a mano izquierda. Ahí puedes comprar cualquiera de la modalidades de entrada que hay.
Me habían recomendado comprar la entrada combinada del templo y los jardines, que costaba 1000¥. Me dieron un folleto en inglés y entré a los jardines que estaban justo ahí.
Estaba vacío y como el día estaba soleado era súper agradable.
Son unos jardines que recorres desde el interior de la casa de suelo de madera, dejando tus zapatos en la entrada.
La verdad es que me gustó mucho este espacio. Sin gente, con los árboles cambiando de color, con verdes, naranjas y rojos, el ruido de los pajaritos…
En el interior del salón vi un cartel con un QR para bajarte el mapa del templo, con geolocalización en tiempo real, para poder ver todo el complejo.
Una de las zonas del jardín, donde tienen un buda, era de pago extra, de 500¥. Como no sabía que tal sería, pagué la entrada tras ver el resto del lugar.
El folleto de este espacio era solo en japonés. La señora me lo dijo antes de venderme la entrada y nos reímos tras aceptar el folleto igualmente, porque qué otra opción tenía.
En el interior había carteles en varios idiomas, incluido inglés, por lo que al menos sabías qué estabas viendo.
Había unas salas con unas puertas shoji con pinturas de arces de un rojo intenso. Estaba completamente sola en este espacio y se estaba super bien caminando por el suelo de madera, caliente por el sol que estaba recibiendo en ese momento. Había espacio de jardín seco y jardín con estanque, puentes y peces koi de todos los colores.
Al llegar a la última zona, donde estaba el buda y no se podía grabar, escuché pisadas en la madera, en el interior. Al principio pensé que sería algún monje, y me quedé observando por si había alguna puerta o se veía movimiento, pero no vi nada, solo escuchaba los pasos. Estaba completamente sola.
Caminé por Okushinden Hall, una habitación del periodo Edo. Aquí las paredes estaban en su estado original, con los colores apenas visibles, con un arreglo floral sencillo, una estantería, pequeños armarios en un lado y una pequeña puerta o ventana en el otro. Me pareció todo muy bonito y tranquilo.
A las 12:00 salí del jardín, tras recoger mis zapatillas.
En el camino hacia el templo, había una carpa de las que suelen poner en eventos, y empecé a ver grupos de monjes. Empecé a sospechar que a lo mejor había algún evento ese día.
Al pasar la puerta del templo, había otra taquilla, donde recortaron la segunda parte de mi entrada.
Lo primero que vi al entrar fue un campo con todos los árboles cortados, que resultaba un poco desolador.
A ambos lado del camino había unos pocos árboles entre el verde y el rojo.
Al llegar a la altura del Golden Hall, vi fotógrafos y escuché sonidos que salían del interior. Al acercarme me di cuenta de que estaban empezando a salir en plan ceremonial, y me quedé a un lado del camino para observarles, mientras atravesaban la distancia entre el Golden hall y una puerta que hay justo en frente, que da a una zona privada, en la que no se permitía el acceso.
Había unas banderolas, a ambos lados del camino, que ondeaban con el viento, bastante fuerte en ese momento, y hacían ruido de campanas.
Cerca de otro de los templos vi una pira de madera, por lo que imaginé que habría alguna ceremonia del fuego en algún momento.
Continué mi camino, hacia el estanque con el puente, por el que es más popular este templo. Pasé una señal con una flecha con un texto exclusivamente en japonés. Es algo que te encuentras en este tipo de templos menos conocidos por los turistas, que solo hay indicaciones en japonés. En este caso era una flecha que indicaba que el goshuin lo hacían en la parte trasera del templo. Como no lo traduje en su momento, no llegué a verlo y no me acordé de buscarlo.
A las 12:20 llegué al templo Bentendo, el pequeño templo que hay tras el puente rojo que atraviesa el Bentenike, el pequeño estanque, rodeado por arces. Aunque en este momento aún no estaban en su máximo esplendor, ya hacía que se viera espectacular.
Me senté en un banco que en ese momento estaba vacío, desde el que hice algunas fotos tranquilamente sentada.
El agua no reflejaba la imagen tal como he visto en fotos en redes, porque hacía mucho viento y creaba ondas en la superficie.
Tras un rato ahí sentada, empecé a notar la presencia de gente detrás de mí y me levanté para ceder el sitio. Había como 5 personas merodeando el pequeño espacio donde estaba, así que seguí avanzando por el estanque, buscando otros ángulos.
En algunos momentos el viento amainaba un poco y el agua ofrecía una imagen del reflejo espectacular.
Cuando llegué al puente, había gente cruzando. Hacer fotos de este sitio sin gente es un ejercicio de paciencia y eso que el lugar no estaba muy lleno de turistas ni mucho menos, pero todos van al mismo sitio a hacerse las fotos.
Tras un rato de espera, conseguí hacer fotos sin gente. Había otra chica a mi lado esperando hacer fotos también al puente vacío y pudimos hacerlas sin interferirnos entre nosotras.
Cuando me quedé sola intenté hacerme algún selfie, pero como de costumbre, sin mucho éxito. No había un sitio donde poder poner un mini trípode, así que abandoné la idea.
Crucé el puente para llegar a la pequeña pagoda y ver que había más allá.
Atravesé un bosque, caminando por un sendero de tierra y escalones de piedra, delimitados por pequeños postes de madera unidos por cuerdas. El sonido de pájaros en esta arboleda era impresionante.
Los árboles tenían sus raíces al aire y estaban de un verde intenso. Se notaba como la temperatura bajaba en esta zona, con tanta vegetación y el riachuelo que sonaba en la distancia.
En un pequeño claro, por el que atraviesa un pequeño riachuelo y lo cruza un pequeño puente de piedra, había unos bancos donde descansaban dos monjes que observan la naturaleza y hacían fotos con el móvil.
Eran ya las 13:00 cuando regresé sobre mis pasos, pasando de nuevo por el estanque del reflejo.
Hice algunas fotos a la pagoda de 5 pisos, en la que antes no había parado, y continué hacia la salida.
Al pasar por la zona de los árboles cortados, vi un cartel e hice uso del traductor para ver si ponía algo referente a los árboles. Parece ser que los árboles fueron derribados por un tifón en 2018 y tuvieron que retirarlos por razones estéticas y de seguridad. Están intentando reunir fondos para reformar esta zona.
Cuando salía del templo, vi un cartel en la entrada con los precios y horarios.
Abren de 9-17, aunque la última admisión es a las 16:30. Cuesta 600¥ o 1000¥ la entrada a los dos sitios.
Una pequeña nota en japonés, con traducción en inglés, indicaba que a las 14:00 se iba a celebrar una ceremonia del fuego ancestral, donde se reúnen más de 50 monjes y ascetas, y los visitantes pueden escribir sus deseos para quemarlos en el fuego.
Supongo que sería algo parecido a lo que vi en Miyajima, en el festival del fuego de noviembre.
Quedaba una hora para ese evento, pero como anochece a las 4, si me quedaba ya no tendría tiempo de ver nada más, así que decidí irme.
En la carpa que había visto antes, ahora había una cola de monjes. Incluso sin haber visto el cartel, con esto ya tendría confirmación de que había algún evento.
Bajando la cuesta hacia la estación, pasé junto a un cementerio, al lado de un colegio. No me había fijado en la subida, pero es algo común en Japón, que hay cementerios por todas partes.
Regresaba a la estación, por otro lado más directo, cuando pasé por un supermercado grande y decidí entrar para comprar algo para la comida. Al ser más de barrio, no encontré muchas cosas sin gluten, así que tras mirar los ingredientes de unos onigiris, que parecían más caseros de lo habitual, encontré uno de salmón apto. Me pasé por la sección de frutas y vi un paquetito en oferta de piña cortada. Me gasté 306¥ en las dos cosas.
En cuanto terminé, entré al templo y atravesé la puerta Nanzenji Sanmon. Al darme la vuelta, más adelante, ví que había gente en la planta superior. El acceso al templo es gratuito, pero supongo que para acceder a ciertas partes cobran entrada. No pensaba subir escaleras, así que no investigué.
Llegué hasta el acueducto Nanzen-ji Suirokaku. Había mucha gente haciéndose fotos en este punto y la verdad es que es más bonito de lo que se ve en las fotos. Se escuchaba el agua fluir en lo alto, aún habiendo tanta gente.
Muchos estaban haciendo fotos en el interior de los arcos, y otros esperando turno para no salir en las fotos de los demás.
Vi a gente mayor subiendo las escaleras y supuse que no sería mucha altura, así que decidí subir también para verlo desde arriba. Para mi sorpresa, había una valla hacia fuera, pero no en el lado del agua. Se podía caminar por ambos lados y había puentes cada cierta distancia. Me puse a andar pensando que me llevaría a alguna parte, pero al ver que eso era infinito, miré en Google maps y me di cuenta de que era una ruta de senderismo.
Estaba bastante tranquilo, salvo cuando pasé junto a unos chicos que estaban lanzando cosas, metidos entre la maleza de los árboles. Haciendo el gañán, vamos.
Regresé sobre mis pasos y cuando ya estaba de nuevo abajo, empezó a chispear.
En ese momento pasaba por el templo donde ví que tenían los goshuin. Aproveché para comprarlo en hoja suelta, pensando ponerlos luego en el goshuincho que tengo en casa. No recuerdo cuánto me costó.
A las 15:00 salí del templo hacia Okazaki Shrine, que está a unos 15 minutos andando.
Pasé junto a un edificio donde se escuchaban montones de gritos y al fijarme, vi por las ventanas que era un instituto y estaban dando clase.
El santuario Okazaki Shrine lo tenía anotado desde 2023, que como era el año del conejo, había visto muchos videos de santuarios con esta temática y me había parecido curioso. Finalmente no lo visité ese año, ya que hice un viaje relámpago a Kioto y primé los sitios con ciruelos.
Es un recinto muy pequeño, rodeado de naturaleza ,con la entrada desde una calle principal. No había mucha gente, así que es bastante tranquilo y se ve rápido. Hay estatuas de piedra de conejitos, farolillos, las tablillas emma tienen conejitos pintados y mini conejitos adornan algunas de las zonas del templo.
Antes de salir compré un goshuin por 300¥. En este si lo pintaban en el goshuincho, que en algunos lo daban solo en papeles sueltos, y un omamori para la salud, rojo con un conejito, por 800¥.
Desde allí caminé hacia el templo Heian, que estaba a 10 minutos. Ya lo conocía del primer viaje, pero quería ver los jardines, que no los habíamos visitado por no gastar dinero. Sí, éramos así de ratillas en nuestro primer viaje. Aunque también es verdad que ahora el cambio nos favorece bastante más que entonces.
Aún no eran las 4 de la tarde y apenas había gente. Me pareció extraño, porque es uno de los lugares más turísticos. El acceso al recinto es gratuito, pero cobran en los jardines.
Una vez atravesé la puerta de entrada, me di cuenta de porqué no había gente. Estaba todo el edificio principal cubierto con lonas.
La entrada al jardín cuesta 600¥. La mayoría de los árboles que se veían nada más entrar, estaban ya sin hojas y daba la sensación de que era invierno.
En un lado había un tranvía antiguo y me acerqué a leer el cartel, que por suerte estaba también en inglés. Parece ser que el templo se fundó en el mismo año que el tranvía de Kioto, en 1895 y este era uno de los originales, que hacía el trayecto desde el templo hasta la estación de Kioto. Los tranvías estuvieron en uso hasta 1961.
Al llegar a uno de los estanques, empezó a llover. Estuvo lloviendo intermitentemente todo el rato, pero como había muchos árboles, la mayoría del tiempo no me hizo falta usar el paraguas.
El recorrido es muy bonito, pasando para varios tipos de ambientes, con estanques, riachuelos con varios puentes pequeños de piedra y un estanque grande con puentes formados con piedras circulares, famosos por haber salido en la película Lost in translation.
No había mucha gente, pero los que pasaron a mi lado mientras grababa, no se atrevieron a cruzar por las piedras, hasta que llegó un chico que empezó dubitativo y que terminó cruzando.
Al final crucé por las piedras que había por el otro lado, más adelante en el camino, que eran menos numerosas, pero que daban al mismo islote, con una lámpara de piedra de varios pisos.
Empezaba a anochecer. Ya no se veía el sol cuando salí de entre los árboles, donde estaba el Heian Jingu Taiheikaku Pavilion (Hashidono, Roofed Bridge), un puente de madera con una pequeña pagoda en el centro, coronado por un fénix.
Salí del jardín a las 16:45 y cuando estaba mirando un cartel en la salida, una familia se paró para preguntarme por dónde se entraba. Les señalé la puerta diciéndoles que no estaba segura de que aún estuviese abierto.
En unos pocos minutos había oscurecido y había pasado de hacer una temperatura agradable a hacer frío. No llevaba cazadora, ya que hasta ese día no la había necesitado.
Empezó a llover de nuevo con fuerza y a hacer un viento tremendo, así que decidí regresar al apartamento, porque sin cazadora iba a morir congelada. En lo que tardé en llegar a la parada del bus ya estaba totalmente helada.
Era ya noche cerrada cuando llegué. Intenté hacer algunas fotos y videos con el móvil a la torre de Kioto. Por suerte mi nuevo móvil tiene mejor calidad que los que tenía en anteriores viajes y pude conseguir algo más decente.
De camino al tren, aproveché para hacerle una foto a la tienda donde compré los dulces sin gluten el otro día, Precious Deli & Gift Kyoto.
Eran las 19:00 cuando me puse a cocinar la cena y en menos de media hora estaba cenando salmón con las setas enoki, que no se porqué siempre me pican, un poco de pollo con verdura y la piña cortada que había comprado en el super cercano al Daigoji.
Mientras cenaba dejé cociendo los huevos, para tenerlos ya preparados para el viaje hacia el sur, y congelé lo que hice el día anterior para llevarlo congelado en los tapers.
Me acosté sobre las 23:15, sin ponerme despertador, porque la idea era estar por Osaka, en plan tranquilo.
Desayuné cereales con fresas, un zumo tropicana y me duché para poder salir sobre las 9:20.
Había mucha cola en las máquinas de JR, donde tenía que recoger el Kansai area pass de 2 días.
Lo había comprado en la app de Klook, por 4800¥, el mismo precio que en la web de JR, pero además incluía una esim gratis (que nunca utilicé).
Al inicio de la fila había un cartel en inglés, en el que explicaban cómo recoger los e-tickets (los pases comprados desde páginas web), con imágenes del paso a paso. Este cartel me pareció mucho más claro que el que tenían en el aeropuerto.
Solamente era seleccionar la opción para recibir un ticket ya reservado, escanear el QR, poner la fecha en la que quieres iniciar el uso y escanear el pasaporte.
Este pase incluye el kansai area pass, que permite el uso de todos los trenes JR, salvo shinkansen, en la zona de Kansai y además te da un día de uso de la compañía Hankyu, Keihan y el metro de Kioto.
Lo malo de estos pases extra, es que cada uno se recoge y activa en diferentes estaciones.
A las 9:50 me subí a un tren special rapid que me dejaría a las 10:20 en la estación Yamashita. Como de costumbre, iba lleno, pero como se bajaron casi todos en la estación de Kioto, pude sentarme un ratillo hasta mi parada.
En Yamashita station tenía que cambiar el pase de metro que incluía el kansai area pass.
Pregunté en una oficina junto a la entrada del metro, porque no había nadie en ventanilla, pero me mandaron de nuevo a la entrada. Me tocó llamar a un timbre en la taquilla porque no había nadie, enseñando el pase a la cámara. Al poco salió un hombre de dentro, se quedó con el pase que me dio la máquina y me entregó un pase de metro que ya podía utilizar ese mismo día, pasándolo directamente por los tornos.
Se activa la primera vez que lo utilizas, ya que se marca la fecha en la parte posterior.
La estación de Daigo estaba a 10 minutos en metro y a esas horas de la mañana estaba prácticamente vacío y pude sentarme sin problemas.
Llegué sobre las 10:45 y nada más salir al andén, vi carteles en inglés, que señalaban la salida hacia el templo Daigoji.
No había casi nadie por la calle, era una zona que parecía bastante residencial.
Las primeras taquillas están a mano izquierda. Ahí puedes comprar cualquiera de la modalidades de entrada que hay.
Me habían recomendado comprar la entrada combinada del templo y los jardines, que costaba 1000¥. Me dieron un folleto en inglés y entré a los jardines que estaban justo ahí.
Estaba vacío y como el día estaba soleado era súper agradable.
Son unos jardines que recorres desde el interior de la casa de suelo de madera, dejando tus zapatos en la entrada.
La verdad es que me gustó mucho este espacio. Sin gente, con los árboles cambiando de color, con verdes, naranjas y rojos, el ruido de los pajaritos…
En el interior del salón vi un cartel con un QR para bajarte el mapa del templo, con geolocalización en tiempo real, para poder ver todo el complejo.
Una de las zonas del jardín, donde tienen un buda, era de pago extra, de 500¥. Como no sabía que tal sería, pagué la entrada tras ver el resto del lugar.
El folleto de este espacio era solo en japonés. La señora me lo dijo antes de venderme la entrada y nos reímos tras aceptar el folleto igualmente, porque qué otra opción tenía.
En el interior había carteles en varios idiomas, incluido inglés, por lo que al menos sabías qué estabas viendo.
Había unas salas con unas puertas shoji con pinturas de arces de un rojo intenso. Estaba completamente sola en este espacio y se estaba super bien caminando por el suelo de madera, caliente por el sol que estaba recibiendo en ese momento. Había espacio de jardín seco y jardín con estanque, puentes y peces koi de todos los colores.
Al llegar a la última zona, donde estaba el buda y no se podía grabar, escuché pisadas en la madera, en el interior. Al principio pensé que sería algún monje, y me quedé observando por si había alguna puerta o se veía movimiento, pero no vi nada, solo escuchaba los pasos. Estaba completamente sola.
Caminé por Okushinden Hall, una habitación del periodo Edo. Aquí las paredes estaban en su estado original, con los colores apenas visibles, con un arreglo floral sencillo, una estantería, pequeños armarios en un lado y una pequeña puerta o ventana en el otro. Me pareció todo muy bonito y tranquilo.
A las 12:00 salí del jardín, tras recoger mis zapatillas.
En el camino hacia el templo, había una carpa de las que suelen poner en eventos, y empecé a ver grupos de monjes. Empecé a sospechar que a lo mejor había algún evento ese día.
Al pasar la puerta del templo, había otra taquilla, donde recortaron la segunda parte de mi entrada.
Lo primero que vi al entrar fue un campo con todos los árboles cortados, que resultaba un poco desolador.
A ambos lado del camino había unos pocos árboles entre el verde y el rojo.
Al llegar a la altura del Golden Hall, vi fotógrafos y escuché sonidos que salían del interior. Al acercarme me di cuenta de que estaban empezando a salir en plan ceremonial, y me quedé a un lado del camino para observarles, mientras atravesaban la distancia entre el Golden hall y una puerta que hay justo en frente, que da a una zona privada, en la que no se permitía el acceso.
Había unas banderolas, a ambos lados del camino, que ondeaban con el viento, bastante fuerte en ese momento, y hacían ruido de campanas.
Cerca de otro de los templos vi una pira de madera, por lo que imaginé que habría alguna ceremonia del fuego en algún momento.
Continué mi camino, hacia el estanque con el puente, por el que es más popular este templo. Pasé una señal con una flecha con un texto exclusivamente en japonés. Es algo que te encuentras en este tipo de templos menos conocidos por los turistas, que solo hay indicaciones en japonés. En este caso era una flecha que indicaba que el goshuin lo hacían en la parte trasera del templo. Como no lo traduje en su momento, no llegué a verlo y no me acordé de buscarlo.
A las 12:20 llegué al templo Bentendo, el pequeño templo que hay tras el puente rojo que atraviesa el Bentenike, el pequeño estanque, rodeado por arces. Aunque en este momento aún no estaban en su máximo esplendor, ya hacía que se viera espectacular.
Me senté en un banco que en ese momento estaba vacío, desde el que hice algunas fotos tranquilamente sentada.
El agua no reflejaba la imagen tal como he visto en fotos en redes, porque hacía mucho viento y creaba ondas en la superficie.
Tras un rato ahí sentada, empecé a notar la presencia de gente detrás de mí y me levanté para ceder el sitio. Había como 5 personas merodeando el pequeño espacio donde estaba, así que seguí avanzando por el estanque, buscando otros ángulos.
En algunos momentos el viento amainaba un poco y el agua ofrecía una imagen del reflejo espectacular.
Cuando llegué al puente, había gente cruzando. Hacer fotos de este sitio sin gente es un ejercicio de paciencia y eso que el lugar no estaba muy lleno de turistas ni mucho menos, pero todos van al mismo sitio a hacerse las fotos.
Tras un rato de espera, conseguí hacer fotos sin gente. Había otra chica a mi lado esperando hacer fotos también al puente vacío y pudimos hacerlas sin interferirnos entre nosotras.
Cuando me quedé sola intenté hacerme algún selfie, pero como de costumbre, sin mucho éxito. No había un sitio donde poder poner un mini trípode, así que abandoné la idea.
Crucé el puente para llegar a la pequeña pagoda y ver que había más allá.
Atravesé un bosque, caminando por un sendero de tierra y escalones de piedra, delimitados por pequeños postes de madera unidos por cuerdas. El sonido de pájaros en esta arboleda era impresionante.
Los árboles tenían sus raíces al aire y estaban de un verde intenso. Se notaba como la temperatura bajaba en esta zona, con tanta vegetación y el riachuelo que sonaba en la distancia.
En un pequeño claro, por el que atraviesa un pequeño riachuelo y lo cruza un pequeño puente de piedra, había unos bancos donde descansaban dos monjes que observan la naturaleza y hacían fotos con el móvil.
Eran ya las 13:00 cuando regresé sobre mis pasos, pasando de nuevo por el estanque del reflejo.
Hice algunas fotos a la pagoda de 5 pisos, en la que antes no había parado, y continué hacia la salida.
Al pasar por la zona de los árboles cortados, vi un cartel e hice uso del traductor para ver si ponía algo referente a los árboles. Parece ser que los árboles fueron derribados por un tifón en 2018 y tuvieron que retirarlos por razones estéticas y de seguridad. Están intentando reunir fondos para reformar esta zona.
Cuando salía del templo, vi un cartel en la entrada con los precios y horarios.
Abren de 9-17, aunque la última admisión es a las 16:30. Cuesta 600¥ o 1000¥ la entrada a los dos sitios.
Una pequeña nota en japonés, con traducción en inglés, indicaba que a las 14:00 se iba a celebrar una ceremonia del fuego ancestral, donde se reúnen más de 50 monjes y ascetas, y los visitantes pueden escribir sus deseos para quemarlos en el fuego.
Supongo que sería algo parecido a lo que vi en Miyajima, en el festival del fuego de noviembre.
Quedaba una hora para ese evento, pero como anochece a las 4, si me quedaba ya no tendría tiempo de ver nada más, así que decidí irme.
En la carpa que había visto antes, ahora había una cola de monjes. Incluso sin haber visto el cartel, con esto ya tendría confirmación de que había algún evento.
Bajando la cuesta hacia la estación, pasé junto a un cementerio, al lado de un colegio. No me había fijado en la subida, pero es algo común en Japón, que hay cementerios por todas partes.
Regresaba a la estación, por otro lado más directo, cuando pasé por un supermercado grande y decidí entrar para comprar algo para la comida. Al ser más de barrio, no encontré muchas cosas sin gluten, así que tras mirar los ingredientes de unos onigiris, que parecían más caseros de lo habitual, encontré uno de salmón apto. Me pasé por la sección de frutas y vi un paquetito en oferta de piña cortada. Me gasté 306¥ en las dos cosas.
Eran las 13:45 cuando me subí de nuevo al metro, esta vez hasta Keage Sta. Seguía bastante vacío a estas horas y pude sentarme sin problemas. Es increíble ver lo vació que va el metro en Kioto, en comparación con los buses, pero claro, no abarca muchas zonas.
Este tren era de los modernos, con indicaciones digitales y megafonía en inglés para indicar cada parada. Llegué sobre las 14:00.
Este tren era de los modernos, con indicaciones digitales y megafonía en inglés para indicar cada parada. Llegué sobre las 14:00.
Mi siguiente parada era el templo Nazenji, un templo que tenía pendiente desde el primer viaje de 2016.
Tras pasar el Nejirimampo (Keage Tunnel), empecé a ver muchos turistas en esta zona y según iba avanzando, cada vez había más templos por todas partes. Me asomaba a verlos desde la entrada. Algunos tenían árboles totalmente rojos, contrastando con el verde intenso del resto.
Me parece que se necesita toda una vida para ver todos los templos de Kioto.
Me parece que se necesita toda una vida para ver todos los templos de Kioto.
Sobre las 14:15 llegué a la entrada del Nanzen ji. Había una tiendita con bancos fuera, aunque en ese momento estaban ocupados, y enfrente un aparcamiento enorme con varios autobuses aparcados y gente entrando y saliendo a montones.
Me puse junto a unas máquinas de bebidas, fuera de la tienda, de pie, ya que los bancos estaban todos ocupados, y me comí el onigiri que había comprado.
Me puse junto a unas máquinas de bebidas, fuera de la tienda, de pie, ya que los bancos estaban todos ocupados, y me comí el onigiri que había comprado.
En cuanto terminé, entré al templo y atravesé la puerta Nanzenji Sanmon. Al darme la vuelta, más adelante, ví que había gente en la planta superior. El acceso al templo es gratuito, pero supongo que para acceder a ciertas partes cobran entrada. No pensaba subir escaleras, así que no investigué.
Llegué hasta el acueducto Nanzen-ji Suirokaku. Había mucha gente haciéndose fotos en este punto y la verdad es que es más bonito de lo que se ve en las fotos. Se escuchaba el agua fluir en lo alto, aún habiendo tanta gente.
Muchos estaban haciendo fotos en el interior de los arcos, y otros esperando turno para no salir en las fotos de los demás.
Vi a gente mayor subiendo las escaleras y supuse que no sería mucha altura, así que decidí subir también para verlo desde arriba. Para mi sorpresa, había una valla hacia fuera, pero no en el lado del agua. Se podía caminar por ambos lados y había puentes cada cierta distancia. Me puse a andar pensando que me llevaría a alguna parte, pero al ver que eso era infinito, miré en Google maps y me di cuenta de que era una ruta de senderismo.
Estaba bastante tranquilo, salvo cuando pasé junto a unos chicos que estaban lanzando cosas, metidos entre la maleza de los árboles. Haciendo el gañán, vamos.
Regresé sobre mis pasos y cuando ya estaba de nuevo abajo, empezó a chispear.
En ese momento pasaba por el templo donde ví que tenían los goshuin. Aproveché para comprarlo en hoja suelta, pensando ponerlos luego en el goshuincho que tengo en casa. No recuerdo cuánto me costó.
A las 15:00 salí del templo hacia Okazaki Shrine, que está a unos 15 minutos andando.
Pasé junto a un edificio donde se escuchaban montones de gritos y al fijarme, vi por las ventanas que era un instituto y estaban dando clase.
El santuario Okazaki Shrine lo tenía anotado desde 2023, que como era el año del conejo, había visto muchos videos de santuarios con esta temática y me había parecido curioso. Finalmente no lo visité ese año, ya que hice un viaje relámpago a Kioto y primé los sitios con ciruelos.
Es un recinto muy pequeño, rodeado de naturaleza ,con la entrada desde una calle principal. No había mucha gente, así que es bastante tranquilo y se ve rápido. Hay estatuas de piedra de conejitos, farolillos, las tablillas emma tienen conejitos pintados y mini conejitos adornan algunas de las zonas del templo.
Antes de salir compré un goshuin por 300¥. En este si lo pintaban en el goshuincho, que en algunos lo daban solo en papeles sueltos, y un omamori para la salud, rojo con un conejito, por 800¥.
Desde allí caminé hacia el templo Heian, que estaba a 10 minutos. Ya lo conocía del primer viaje, pero quería ver los jardines, que no los habíamos visitado por no gastar dinero. Sí, éramos así de ratillas en nuestro primer viaje. Aunque también es verdad que ahora el cambio nos favorece bastante más que entonces.
Aún no eran las 4 de la tarde y apenas había gente. Me pareció extraño, porque es uno de los lugares más turísticos. El acceso al recinto es gratuito, pero cobran en los jardines.
Una vez atravesé la puerta de entrada, me di cuenta de porqué no había gente. Estaba todo el edificio principal cubierto con lonas.
La entrada al jardín cuesta 600¥. La mayoría de los árboles que se veían nada más entrar, estaban ya sin hojas y daba la sensación de que era invierno.
En un lado había un tranvía antiguo y me acerqué a leer el cartel, que por suerte estaba también en inglés. Parece ser que el templo se fundó en el mismo año que el tranvía de Kioto, en 1895 y este era uno de los originales, que hacía el trayecto desde el templo hasta la estación de Kioto. Los tranvías estuvieron en uso hasta 1961.
Al llegar a uno de los estanques, empezó a llover. Estuvo lloviendo intermitentemente todo el rato, pero como había muchos árboles, la mayoría del tiempo no me hizo falta usar el paraguas.
El recorrido es muy bonito, pasando para varios tipos de ambientes, con estanques, riachuelos con varios puentes pequeños de piedra y un estanque grande con puentes formados con piedras circulares, famosos por haber salido en la película Lost in translation.
No había mucha gente, pero los que pasaron a mi lado mientras grababa, no se atrevieron a cruzar por las piedras, hasta que llegó un chico que empezó dubitativo y que terminó cruzando.
Empezaba a anochecer. Ya no se veía el sol cuando salí de entre los árboles, donde estaba el Heian Jingu Taiheikaku Pavilion (Hashidono, Roofed Bridge), un puente de madera con una pequeña pagoda en el centro, coronado por un fénix.
El cielo se estaba tiñendo de colores de atardecer que se reflejaban en el estanque.
Crucé el puente cubierto, justo cuando llovía de nuevo. Un chico estaba tirando algo al agua cuando de pronto una garza salió volando desde debajo del puente, dándole un susto tremendo.
Crucé el puente cubierto, justo cuando llovía de nuevo. Un chico estaba tirando algo al agua cuando de pronto una garza salió volando desde debajo del puente, dándole un susto tremendo.
Salí del jardín a las 16:45 y cuando estaba mirando un cartel en la salida, una familia se paró para preguntarme por dónde se entraba. Les señalé la puerta diciéndoles que no estaba segura de que aún estuviese abierto.
En unos pocos minutos había oscurecido y había pasado de hacer una temperatura agradable a hacer frío. No llevaba cazadora, ya que hasta ese día no la había necesitado.
Empezó a llover de nuevo con fuerza y a hacer un viento tremendo, así que decidí regresar al apartamento, porque sin cazadora iba a morir congelada. En lo que tardé en llegar a la parada del bus ya estaba totalmente helada.
Desde ahí no había estación de metro o tren, así que solo me quedaba la opción de autobús.
Cuando me subí me dió un golpe de calor abrasador, del aire que tenían puesto en el interior. Al principio agradecí el calorcito, pero después empecé a entender porqué la gente siempre está moqueando, demasiado cambio brusco de temperaturas.
Por suerte pude sentarme, porque al pasar por Gion el bus se llenó hasta los topes. Eso sí, las piernas las tenía que poner de lado porque no me entraban.
Tardé casi 40 minutos en llegar a la estación, pagando 230¥ con la pasmo, al bajar.
Cuando me subí me dió un golpe de calor abrasador, del aire que tenían puesto en el interior. Al principio agradecí el calorcito, pero después empecé a entender porqué la gente siempre está moqueando, demasiado cambio brusco de temperaturas.
Por suerte pude sentarme, porque al pasar por Gion el bus se llenó hasta los topes. Eso sí, las piernas las tenía que poner de lado porque no me entraban.
Tardé casi 40 minutos en llegar a la estación, pagando 230¥ con la pasmo, al bajar.
Era ya noche cerrada cuando llegué. Intenté hacer algunas fotos y videos con el móvil a la torre de Kioto. Por suerte mi nuevo móvil tiene mejor calidad que los que tenía en anteriores viajes y pude conseguir algo más decente.
De camino al tren, aproveché para hacerle una foto a la tienda donde compré los dulces sin gluten el otro día, Precious Deli & Gift Kyoto.
La estación estaba a tope de gente, como siempre.
Me subí a un tren special rapid, a las 17:59, que tardaba 24 minutos, pero iba hasta arriba de gente y me tocó ir de pie.
Al llegar al apartamento bajé a tirar la basura que se me estaba acumulando. Se tiraba en una especie de jaula enorme que había en la calle trasera. Aquí no reciclaban y se podía tirar todo junto.
Al llegar al apartamento bajé a tirar la basura que se me estaba acumulando. Se tiraba en una especie de jaula enorme que había en la calle trasera. Aquí no reciclaban y se podía tirar todo junto.
Eran las 19:00 cuando me puse a cocinar la cena y en menos de media hora estaba cenando salmón con las setas enoki, que no se porqué siempre me pican, un poco de pollo con verdura y la piña cortada que había comprado en el super cercano al Daigoji.
Mientras cenaba dejé cociendo los huevos, para tenerlos ya preparados para el viaje hacia el sur, y congelé lo que hice el día anterior para llevarlo congelado en los tapers.
Me acosté sobre las 23:15, sin ponerme despertador, porque la idea era estar por Osaka, en plan tranquilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario