Me desperté a las 5:30, pero me resistí a levantarme tan pronto. Terminé levantándome a las 6:50 ya harta de no poder conciliar el sueño y así podría empezar la ruta antes de lo previsto.
Lo primero que hice fue ducharme y arreglarme, para poder recoger la maleta y la comida que me quedaba. Por suerte se había secado toda la ropa y pude hacer la maleta sin problemas.
Llevaba 2 huevos duros y zanahorias cortadas en un taper y aún tenía el yatekomo, que me serviría para cenar en cualquiera de los hoteles.
Desayuné antes de las 8 de la mañana un muffin de manzana, un huevo duro y un plátano.
Terminé de recoger y de arreglarme y terminé saliendo sobre las 8:30.
Dejé las llaves en el buzón, donde estaba la caja de seguridad del apartamento y fui a tirar la basura. Como era la primera vez que iba de día, no me había dado cuenta de que el edificio que había justo al lado era un colegio, del que en ese momento salían montones de gritos de niños.
Llegué a la estación de Shin-Osaka y me subí en un shinkansen Nozomi a las 9 de la mañana.
Como iba sin reserva, me senté al final del vagón, en un bloque de 2 asientos, en el pasillo.
Delante mío iba un chico español que lo primero que hizo, nada más subirse, fue reclinar el asiento a tope sin mirar atrás. Menos mal que eran solo 45 minutos de viaje y la maleta me entraba sin problema.
Llegué a Okayama a las 9:45 y salí directa a buscar las taquillas para dejar la maleta.
Las taquillas vacías y más modernas estaban atravesando el centro comercial de la estación, camino del hotel Gran Via Okayama. Se podía pagar con la pasmo o efectivo.
No me hizo falta utilizar una taquilla grande, me entraba en una mediana y aún me sobraba un poco de espacio para dejar la bolsa de frío con la comida. Me costó 600¥.
Quería ir a Kurashiki en un tren rapid, que me indicaba Google Maps, pero cuando estaba en la vía me di cuenta de que no tenía vagones sin reserva, por lo que no podía subirme. Para no liarme más, esperé al siguiente que era un tren local. Era un trayecto de 16 minutos, 5 minutos más que el rapid, así que tampoco era tanta diferencia.
Salí a las 10:15, en un tren con asientos configurados de dos en dos y sitios vacíos de sobra.
No era muy moderno y no tenía paneles digitales, pero sí tenían megafonía en inglés anunciando las paradas.
Al llegar no vi escaleras mecánicas para salir, por lo que me tocó buscar el ascensor.
Aunque siempre me gusta pasar por la oficina de turismo, en la salida vi un expositor con mapas y cogí uno por si acaso.
Ya en la calle, me dirigí a la oficina de turismo que estaba a mano derecha de la estación. Por desgracia, no había nada interesante en inglés, aparte de lo que había en la estación.
Continué caminando desde la oficina de turismo, sin darme cuenta que por ese lado no había escaleras mecánicas de bajada, solo había de subida. Las escaleras mecánicas o ascensores de bajada, están justo a la entrada de la estación, así que si vas a la oficina de turismo, hay que retroceder.
Eran las 10:45 cuando empecé mi ruta por Kurashiki, caminando desde la estación hasta el centro turístico. Iba a utilizar el mapa de la web de japonismo para ver lo principal.
En el camino pasé por una señal en la que ponía “pubulic parking”, que me llamó la atención, porque era bastante grande. Es curioso ver lo mal que traducen los carteles, pero verlo en una señal de tráfico, me resultó bastante chocante.
En unos 10 minutos, llegué a mi primer punto del día, la casa Ohashi.
La entrada a este sitio me pareció muy confusa. No había señales y la entrada estaba detrás de un aparcamiento. La señal de entrada estaba al fondo del parking, imposible de ver desde la calle.
La entrada costaba 550¥ y se compra tras pasar la puerta de entrada, a mano derecha. Te dan folleto en inglés.
Como la entrada de la casa está a mano izquierda, si te descuidas entras sin pagar entrada.
La verdad es que me gustó bastante esta casa tradicional. Me recordó a la casa del samurai que hay en Kanazawa, pero con apenas gente. Había una pareja haciéndose una sesión de fotos por toda la casa que me dificultó un poco hacer fotos, pero que al final le daban un toque especial y pude ir cotilleando el proceso.
En el patio exterior, había una pequeña caseta con el wc y un panel de cartón con una imagen de una pareja en yukata para hacerte fotos, de esas en las que metes la cabeza por un agujero de la imagen.
Había un jardín interior con un tori y un pequeño museo con objetos expuestos, como monedas, fotografías, ilustraciones, artesanías y cuadros.
Cuando salía, vi que tenían colocados unos cojines, como si fuesen a hacer una comida o ceremonia del té.
A las 11:45 salí de la casa, tras esperar un rato en el patio interior, a que se fuera un grupo de turistas que ocupaba todo, y en 5 minutos ya estaba en la calle más turística, donde está el canal.
Una de las primeras tiendas por las que pasé era una en la que solo vendían cosas de gatos; figuritas, llaveros, carteras, bolsos, peluches, calcetines, y un daruma con forma de gatito que me llevé a casa, porque me pareció precioso. Me costó 495¥.
En el canal había dos cisnes un poco esquivos, que estaban limpiándose las plumas, mientras varias personas intentaban hacerles fotos.
En el paseo había un edificio lleno de enredaderas, en ese momento sin hojas, llamado café El Greco, que parecía cerrado.
Intenté hacer fotos desde el puente, en mitad del camino del canal, pero con las ramas de los árboles no se veía el fondo, así que me limité a cruzarlo y continuar la ruta.
Llegué a Kurashiki ivy square. Estaba todo muy mustio, ya que no habían salido aún las hojas de las enredaderas y parecía que estaba todo muerto.
Llegué a Kurashiki ivy square. Estaba todo muy mustio, ya que no habían salido aún las hojas de las enredaderas y parecía que estaba todo muerto.
Continué caminando por unas callecitas en Honmachi, llenas de gente paseando. Había muchas tiendas pero sobre todo cafés y restaurantes.
Quería visitar el santuario, pero tenía una escalera de acceso demasiado empinada, así que me limité a verlo desde abajo.
Deambulé un poco por las calles y sobre las 12:35 decidí regresar a la estación.
Para comprobar que había una entrada más accesible, crucé por el paso de cebra a pie de calle, hasta llegar a unas escaleras mecánicas justo en los bajos de la estación.
La entrada está en el piso superior y no a pie de calle, pero hay acceso mediante escaleras mecánicas en ambos sentidos.
Me subí a un tren local que salía a las 12:49, de la línea JR San-yo Line, llegando a Okayama a las 13:05.
Fui directa al shinkansen, para ir hasta Fukuyama. Quería ver el castillo que está junto a la estación, pero no todos los shinkansen paran ahí y lo tenía calculado al segundo.
La mala suerte hizo que cuando llegué al ascensor, acababa de subir y al no ver escaleras mecánicas, decidí esperar, aunque me quedaban solo 2 minutos para que saliera el tren.
Cuando por fin se bajó la gente y llegué a las vías, el tren ya estaba saliendo.
Me tocaba esperar hasta las 13:48 para coger el siguiente, así que decidí ir directa a Miyajima para no perder tanto tiempo. Pasé por un 7eleven para comprar algo para comer en el camino y como no era un súper muy grande, solo encontré un onigiri sin gluten, con alubias adzuki, por 151¥, que pagué con la pasmo.
Recogí la maleta y me fui directa a la vía del siguiente shinkansen, que era un Nozomi.
Aproveché que tenía una máquina justo al lado, para comprar una botella de agua por 130¥.
Me situé en la entrada del coche 3, sin reserva y como estaba la primera de la fila pude grabar cómo llegaba el tren.
Me subí a un tren local que salía a las 12:49, de la línea JR San-yo Line, llegando a Okayama a las 13:05.
Fui directa al shinkansen, para ir hasta Fukuyama. Quería ver el castillo que está junto a la estación, pero no todos los shinkansen paran ahí y lo tenía calculado al segundo.
La mala suerte hizo que cuando llegué al ascensor, acababa de subir y al no ver escaleras mecánicas, decidí esperar, aunque me quedaban solo 2 minutos para que saliera el tren.
Cuando por fin se bajó la gente y llegué a las vías, el tren ya estaba saliendo.
Me tocaba esperar hasta las 13:48 para coger el siguiente, así que decidí ir directa a Miyajima para no perder tanto tiempo. Pasé por un 7eleven para comprar algo para comer en el camino y como no era un súper muy grande, solo encontré un onigiri sin gluten, con alubias adzuki, por 151¥, que pagué con la pasmo.
Recogí la maleta y me fui directa a la vía del siguiente shinkansen, que era un Nozomi.
Aproveché que tenía una máquina justo al lado, para comprar una botella de agua por 130¥.
Me situé en la entrada del coche 3, sin reserva y como estaba la primera de la fila pude grabar cómo llegaba el tren.
Me pude sentar justo la primera fila, en ventanilla, para poder dejar la maleta delante de mí. Y nada más iniciar el viaje, me dispuse a comer el onigiri, que estaba bastante bueno.
Este tipo de onigiri ya lo había probado en anteriores viajes, pero no siempre se encuentra.
Llegué a las 14:30 y me fui directa a la línea San-yo Line para subirme a un tren local dirección Iwakuni, que salía a las 14:45 y me dejaría a las 15:11 en Miyajimaguchi. Justo a tiempo para el check in que era desde las 15:00.
Estos trenes pasan cada 15 minutos, así que tienen suficiente frecuencia.
Iba bastante vacío y pude sentarme sin problema, en la zona frente a la zona reservada para minusválidos, que tenía más espacio para las maletas. A mi lado había otra chica con una maleta grande.
Me puse a mirar mi pase regional de JR, y me di cuenta de que se habían marcado en rojo 3 trayectos. El primero desde Osaka, la salida en Okayama y la entrada en Okayama. Solo se marcaron esos 3 trayectos en el pase, no se muy bien porqué.
Al llegar a Miyajimaguchi fui directa a los ascensores para cruzar la calle, pero por inercia me subí al que lleva a la estación del ferry, cuando me venía mejor el que dejaba en el otro lado de la calle, por donde estaba la entrada a mi hotel, el Miyajima Coral Hotel.
Está muy cerca de la estación de tren y justo al lado del ferry hacia Miyajima.
La zona del ferry me resultó extraña, la veía diferente y es que resulta que desde la última vez que fui, en 2019, lo han reformado todo y ahora los edificios son más modernos.
El Google Maps se aprecia el cambio, ya que en algunas partes aún muestra cómo estaba en 2015.
El hotel estaba al lado, por lo que no tardé nada en llegar. Pregunté en recepción sobre el desayuno, porque no tenía ni idea de si habría algo apto y como en inglés no me entendió, lo pregunté con el traductor y me dijo que mejor no desayunara allí, porque no creía que hubiera nada sin gluten.
No había podido preguntarlo antes porque en su web solo hay un teléfono de contacto, ningún email, y en Booking tampoco me dejaba mandarles un mensaje privado, al ser una reserva por medio de un colaborador. Nunca había tenido una reserva tan rara, pero como llegué a la última habitación, tampoco tenía muchas opciones.
Me dieron la habitación 409, no tenía vistas y tampoco se podía abrir del todo la ventana, aunque veía un trocito de agua pero no la isla.
La habitación era bastante más amplia de lo habitual en Japón, con una nevera pequeña y una tv grande. Tenía un tocador con espejo y luz y una mesita con una silla. Había enchufes en el tocador y en el cabecero de la cama, aire acondicionado y un purificador de aire.
El baño era pequeño, pero funcional, con bañera pequeña y váter japonés. Había jabón, champú y acondicionador y en recepción encontrabas todo tipo de amenities que podías coger libremente. Además te dejan un pijama y zapatillas desechables en la habitación.
Pasadas las 15:30 salí de la habitación, porque ya empezaba a oscurecer y quería dar una vuelta por la isla antes de que fuese de noche.
En la planta baja había un salón con sillones y algunas mesas, un microondas, máquina de hielo, máquinas de bebidas y una habitación para fumadores. También había un fregadero, pero sin nada con qué limpiar, así que supongo que solo sería para suministrar agua.
En frente de recepción había unas estanterías con un montón de amenities. Tenían hasta bombas de baño. En ese momento había unas señoras chinas cogiendo 3 o 4 bombas de baño cada una.
Me asusté cuando vi un colegio entero entrando al hotel, pero la verdad es que por las noche no se escuchó ni un ruido. En cualquier otro país habría temido no poder dormir con tanto niño alojado allí.
Me asusté cuando vi un colegio entero entrando al hotel, pero la verdad es que por las noche no se escuchó ni un ruido. En cualquier otro país habría temido no poder dormir con tanto niño alojado allí.
Salí hacia el ferry, pegadito al hotel. Había carteles por todas partes avisando de la nueva tasa turística de 100¥ que hay que pagar cada vez que entras a la isla.
Las máquinas para abonar esta tasa están justo a la derecha de la entrada. Se puede poner en inglés, así que no tiene pérdida. Pagué con efectivo y me sacó un papelito que se quedaron al pasar por el torno de entrada. Le enseñé mi JRP, pero ni lo miró y se limitó a recoger el papel de la tasa.
Caminé el pequeño tramo hasta el embarcadero y vi cómo se iba acercando uno de los ferrys.
No había mucha gente esperando para embarcar, no seríamos más de 30.
A las 15:50 empezaron a desembarcar cientos de personas. Cuando ya habían bajado todos, nos permitieron el acceso a los que esperábamos subir.
Como tenía acceso para coches, había que subir escaleras para ir a la zona de asientos. Nunca me siento en este trayecto, prefiero ir haciendo vídeos y fotos y disfrutar de las vistas.
Hasta ese momento había sol, pero en el trayecto una mini nube lo cubrió y parecía que había anochecido de golpe. Esto complicó que pudiera hacer fotos con la cámara y me limité a utilizar el móvil.
Desembarcamos a las 16:05. Había una cola enorme para embarcar al ferry, que no terminaba hasta salir de la estación. Parece que muchos turistas ya habrían salido de la isla, pero lo malo es que estaba a punto de anochecer.
Los ciervos estaban rondando la zona nada más salir de la estación. Me entretuve un buen rato mirándolos perseguir a la gente y sus bolsas de comida.
Cuando llegué al tori de piedra, 15 minutos después, ya se había ocultado el sol tras la montaña.
Me paré donde estaba un ciervo comiéndose un cartón, intentando hacerle fotos con el tori de fondo, pero fue imposible porque no soltaba el cartón.
Seguí caminando por el borde (la marea estaba alta en ese momento), hasta que vi un ciervo intentando quitarle la comida a una chica que estaba sentada en una roca. Intentó esconderle la comida sin éxito. Este año vi muchos turistas comiendo en sitios inadecuados con los ciervos acosándoles y basura por todas partes. No me extraña que ahora cobren una tasa, se les irá solo en recoger toda esa basura que va dejando la gente.
Apenas se notaba el cambio de estación, no había casi árboles rojos. Este año se retrasó mucho el cambio de hoja por el calor.
Había una zona de playa donde estaban algunos haciendo fotos. Como había poca gente, bajé también a hacer alguna fotito. El agua cubría la base del tori en ese momento.
Intenté hacer una foto al final de la fila de lámparas de piedra, con el tori de fondo, pero justo cuando me posicioné, aparecieron personas de cada hueco delante de mí y se hizo imposible. Tuve que esperar un buen rato a que se quitaran.
Había muchas algas de un color verde intenso, que nunca antes había visto. Sobre todo en la zona del santuario es donde más se vían.
En la entrada del santuario tienen una tabla donde indican las mareas. Ese día había marea alta a las
12:48 y baja a las 18:45, así que en ese momento estaba bajando la marea.
Ya que estaba en la entrada, aproveché para preguntar por el goshuin, a lo que me respondieron que lo hacían dentro. Me preguntó si iba a entrar y le respondí que no, porque ya estaban a punto de cerrar. Entraría al día siguiente.
Caminé por detrás del santuario hasta Miyajima Base, un local sin gluten que abrió hace poco, donde venden pollo frito y donuts básicamente. Ya había visto en sus redes que estaba cerrado desde las 15:00, pero quería saber dónde estaba para tenerlo localizado para el día siguiente.
Parece ser que este mes estaban en obras y abrían solo por las mañanas.
Cuando llegué a la otra orilla, frente al paseo por donde llega todo el mundo al santuario, empezaron a encenderse las lámparas de piedra y la iluminación del tori.
Cuando cae la noche la isla se queda prácticamente a oscuras, ya que estas luces son más ornamentales que prácticas y apenas iluminan.
Eran ya las 17:30. Estaba bajando la marea y algunas personas empezaban a bajar a la playa. Parecía estar el suelo muy enfangado, pero decidí bajar también para intentar hacer alguna foto del tori y el reflejo en el agua.
Me daba cosa estar pisando cangrejos, porque no se veía nada. No me acerqué donde estaba el agua porque ya estaba sintiendo que me hundía en el lodo.
Para salir tuve que encender la linterna del móvil, a riesgo de matarme o meter el pie en algún charco profundo.
No eran aún las 18:00 y ya era noche cerrada cuando caminaba hacia la zona principal, donde aún había gente paseando y haciendo las última compras.
Me pasé por la tienda local, que ya conocía, por un zumo Kagome a 115¥ para el desayuno.
No encontré ensaladas cortadas, para la cena, solo piezas enormes de lechugas y bolsas de zanahorias. Es una tienda más tipo súper diminuto que conbini, así que comprar para una sola persona estaba complicado. En ese momento no me di cuenta que habían abierto un Lawson junto a la estación de ferry, lo vi al día siguiente, porque Google Maps no me lo mostró en ese momento al buscar supermercados.
Regresé hacia el ferry atravesando la calle de las tiendas, ya cerradas. Pasé por una tienda Ghibli que ni sabía que habían abierto, donde algunos ciervos merodeaban olisqueando el suelo en busca de comida.
A las 18:10 llegué al ferry. Por suerte no había mucha gente esperando y en 10 minutos pude subir al siguiente.
Cuando llegamos, primero dejaron el paso a la salida de coches y después dieron acceso a las personas.
Aproveché que no había gente para grabar la máquina de la tasa turística. Se puede pagar con efectivo o con tarjeta IC, pero no admite tarjeta de crédito. Hay un cartel que explica cómo comprarlo en varios idiomas, pero es bastante intuitivo.
Cuando por fin salí, vi otra estación de tren justo en frente. Nunca me había fijado que había otra estación de tren junto a la estación del ferry.
Esta zona ha sido totalmente remodelada, tiraron los edificios de la estación y del ferry y pusieron todo nuevo y si soy sincera, más feo. Antes tenía su toque tradicional, ahora parece un polígono industrial.
Me pasé por el 7 Eleven antes de ir al hotel, para ver si encontraba alguna ensalada sin gluten. No encontré ninguna de las hechas y solo había una bolsita de ensalada de col y rábano, con algo de lechuga y zanahoria. Compré también unas patatas fritas. Las dos cosas me costaron 298¥ que pagué con la pasmo.
Cuando llegué al hotel cogí una bomba para el baño, por si me animaba, y subí a prepararme la cena.
Tenía un táper de comida preparada, que había tenido en una bolsita de frío y en nevera, que me iba a venir de perlas para la cena.
Como eran ya las 19:00 y quería acostarme pronto para madrugar, bajé a calentar la cena en el micro. Había algunas personas jugando o charlando en algunas de las mesas y otros comiendo algo de conbini.
El micro no tenía plato giratorio y no se movía al calentar la comida. Nunca había visto uno así y no sabía cuánta potencia darle. Algunos se me quedaron mirando con cara extraña al verme con un táper. Supongo que lo normal es que se utilice para calentar comida precocinada del súper y llamaba un poco la atención mi táper de Totoro.
Completé el táper de cerdo y verduras con las patatas fritas y la bolsa de ensalada a la que le añadí la zanahoria que tenía guardada, aliñada con el aceite de oliva que siempre llevo en cada viaje.
A las 21:30 me preparé para dormir, poniéndome un parche de frío, de los que había comprado en Osaka, en el hombro, que me dolía horrores. A los pocos minutos empecé a notar un frescor raro, pero no estaba frío al tacto. Me olía a mentol, pero nada muy fuerte y resultaba agradable. No sabía cuánto tiempo tenía que dejarlo, así que decidí dejarlo toda la noche. Un acierto, porque dormí mejor que nunca.
Eran ya las 22:15 cuando decidí acostarme porque estaba súper cansada. Me puse el despertador por si acaso me quedaba dormida, a las 6:30.
La cama era muy cómoda y de hecho dormí súper bien. La almohada era de esas que por un lado es blandita y por el otro tiene tubitos de plástico.
La cama era espaciosa y muy cómoda. Pude descansar muy bien, ya que apenas había ruidos.
Compras del día
7eleven
- onigiri 151¥
Tienda local
- Zumo Kagome 115¥
7eleven Miyajimaguchi
- Patatas fritas 138¥
- Ensalada de rábano 138¥
Total 298¥
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